domingo, 18 de enero de 2009

POEMA DE UN PERRO


No temas mi señor: estoy alerta
Mientras tú de la tierra te desligas
Y, con el sueño tu dolor mitigas,
Dejando el alma a la esperanza abierta.

Vendrá la aurora y te diré: “despierta,
Huyeron ya las sombras enemigas.
Soy compañero fiel de tus fatigas
Y celoso guardián junto a tu puerta.


Te avisaré del rondador nocturno,
Del amigo traidor, del lobo fiero
Que siempre anhelan encontrarte inerme.


Y si llega con paso taciturno
La muerte, con mi aullido lastimero
También te avisaré... ¡descansa y duerme!

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PLEGARIA DE UN PERRO


Dame un pan, y yo te daré amo mío, toda mi lealtad.
Si sabes del dolor de la vida y tu corazón sangra silencioso,
yo me acercare humildemente a ti, y como no sé hablar,
moveré mi cola y lameré tus manos extendidas al desaliento.
Vive seguro de tu heredad, de tu casa,
de tu rancho lejano de la montaña,
porque han de matarme primero antes de permitir que nadie coja lo tuyo.
Si otro amo como tú,
quisiera llevarme consigo,
no le obedeceré y si me violenta,
huiré de su lado y te buscare a través del mundo.
Llévame contigo, de caza, a la mina, a la montaña,
a tu trabajo o a la guerra y pondré mis fuerzas,
mi astucia, mi valor y mi vida, para servirte hasta el fin.
Cuando velo tu sueño en las noches calladas
y con mi oído en tierra advierto algo extraño,
aúllo largamente para prevenirte el mal.
No me abandones jamás. Que si la vida te falta, iré a morir a tus pies.
Si me castigas, lameré tus manos.
Si me hieres, aullaré largamente del dolor antes de atacarte,
porque eres para mi más que un rey.
Y si mañana mueres tú en el desierto o en la guerra,
lloraré a tu lado hasta morir también.

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FÁBULA DEL HOMBRE Y SUS PERROS

Un hombre tenía dos perros. Uno era para la caza y otro para el cuido. Cuando salía de cacería iba con el de caza, y si cogía alguna presa, al regresar, el amo le regalaba un pedazo al perro guardián. Descontento por esto el perro de caza, lanzó a su compañero algunos reproches: que sólo era él quien salía y sufría en todo momento, mientras que el otro perro, el cuidador, sin hacer nada, disfrutaba de su trabajo de caza.
El perro guardián le contestó:

¡No es a mí a quien debes de reclamar, sino a nuestro amo, ya que en lugar de enseñarme a trabajar como a tí, me ha enseñado a vivir tranquilamente del trabajo ajeno!

Moraleja:

Pide siempre a tus mayores que te enseñen una preparación y trabajo digno para afrontar tu futuro, y esfórzate en aprenderlo correctamente.

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