domingo, 11 de octubre de 2009

RECORDANDO LOS MILAGROS DE LA VIDA


¿POR QUÉ RECORDAR?

¿Por qué tenemos que reflexionar de vez en cuando sobre las cosas que sucedieron inesperadamente? Muchos de ustedes están al tanto del derrame cerebral que he tenido. La experiencia fue profunda, y a pesar de que, de acuerdo a todas las normas médicas yo sané rápidamente, aún sigo teniendo algunos de los efectos de ese derrame. Mi continuo viaje sanador es un recordatorio diario del milagro de la vida.

Yo me acuerdo de otro incidente que involucró una trascendental cadena de eventos. Mi esposa y yo estábamos viajando para ir al trabajo, cuando llegué a la punta de la colina en Kaimuki. Mientras conducía en la parte superior de la colina, estuve hablando con Patti, y cuando durante un segundo solamente me dí vuelta para mirarla me dí cuenta que su cara manifestaba horror. Regresé mi atención al camino y me dí cuenta que ella estaba viendo cinco carriles con un tráfico de paragolpes contra paragolpes y yo avanzaba con demasiada rapidez como para frenar.

No tuve tiempo para orar. Lo único que pude hacer fue pronunciar el nombre de Jesús. Mientras apretaba los frenos, ví como una niña pequeña me clavaba la vista desde el asiento trasero del coche que estaba a punto de chocar. Si giraba el volante un poco, pensé, por lo menos podría evitar embestirla con toda la fuerza de mi coche.

Después de eso había solamente silencio en el aire. Era como si ya hubiera muerto. Todo parecía ir en cámara lenta. Luego, repentinamente, un momento decisivo: escuché llorar a mi esposa. Abrí mis ojos, y lenta pero seguramente, la escena volvió a quedar enfocada y ví que me encontraba del otro lado de todo ese tráfico. Milagrosamente había evitado un desastre como si hubiese sido guiado por un poder más elevado.

Ahora eso, mis amigos, fue un verdadero milagro. Los milagros no pueden ser explicados. Incluso en el momento en que estoy escribiendo este mensaje, no puedo ofrecer una explicación de lo que ha pasado. En el curso normal de los eventos, ni siquiera me animaría contar esta historia a alguien, porque era tan irreal. Pero mi esposa estaba ahí y ella podía validar la experiencia. Aún recuerdo los ojos de aquella pequeña niña mientras yo avanzaba alocadamente hacia ella. Sin embargo ella estaba bien y así lo estuvimos nosotros. ¿A dónde se fueron todos esos coches y cómo hicimos para salir sin ningún rasguño? Ciertamente fue un milagro.

Es importante recordar los milagros en nuestras vidas. Puede que los de ustedes no sean tan dramáticos como los que acabo de describir, pero los milagros vienen en todos los tamaños y cada uno tiene un propósito. Estamos aquí para recibir los milagros que la vida nos presenta, así que mientras atraviesan su vida cotidiana, recuerden los milagros, y más que nada, recuerden que la vida en si misma es un milagro.

Kahu