domingo, 15 de noviembre de 2009

PROFECÍAS MAYAS DEL FIN DEL MUNDO 2012


 El mundo no terminará el 23 de diciembre de 2012, como lo augura una de las interpretaciones de las profecías mayas que circula en círculos esotéricos, aunque ese día sí habrá una conjunción planetaria que producirá un hermoso fenómeno astronómico, afirmó el experto Alfonso Arellano de la UNAM.

El especialista del Instituto de Investigaciones Filológicas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) explicó que en esa fecha 'concluye el actual ciclo cósmico' de aquella civilización precolombina, lo cual es aprovechado por 'muchos agoreros' para realizar 'espectaculares anuncios' en busca de adeptos.

Sin embargo, en su opinión, 'dichas profecías lo único que prevén es que el dios Bolon Yokte bajará del cielo, quizás por ser el dios que midió la Tierra con su paso al inicio del tiempo'.

Además, ese día coincide con la conjunción de Marte, Júpiter y Saturno, apuntó Arellano en una conferencia titulada 'Fuentes en piedra y papel', durante un foro organizado por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).

'Se verá una estrellota y el espectáculo será bonito, pero nada más, el mundo va a seguir, pues los mayas utilizaban sus augurios para momentos y lugares específicos y eso no se aplica a nosotros, en la actualidad', argumentó el estudioso, según un comunicado del INAH.

Para Arellano, las profecías mayas 'son concretas, no hablan del futuro, únicamente señalan que el presente ciclo de la creación comenzó el 13 de agosto del año 3113 a.C. y que los sucesos de esta cosmogonía terminan en la referida fecha del año 2012'.

'Luego, simplemente comenzará otro ciclo de 5 mil 125 años con algunas horas menos por los ajustes astronómicos', destacó.

A diferencia de las cosmogonías griega o hebrea, añadió, en los relatos de los mayas se habla de múltiples 'creaciones previas', más incluso que las que refieren los mexicas, otra civilización precolombina que habitó en el actual territorio mexicano.

Según Arellano, las profecías mayas, aunque reflejaban el orden divino, también podían aplicarse al plano cotidiano, como para saber si era adecuado casarse, tener un hijo o sembrar el campo en una u otra fecha.

'Lo sagrado se cuaja en la cotidianeidad, eso narran los códices', sostuvo el investigador, al revelar que para aquella civilización los días podían ser 'propicios, neutros y negativos' y advertir que 'conocer esto era vital para distinguir en qué días se podían o no realizar ciertas acciones'.

Esta sabiduría, señaló, se dejó grabada en piedra, papel, hueso y cerámica, en textos que 'no se leen, sino que se cantan, se recitan, se ponen en música, se bailan, porque de lo contrario no funcionan'.

La civilización maya se extendió del año 1.000 antes de Cristo al siglo XVI de nuestra era, con la llegada de los españoles, por lo que es hoy la mitad sur de México, Guatemala, Honduras, El Salvador y Belice.

LA HUMILDAD


Se acercaba mi cumpleaños y quería ese año pedir un deseo especial al apagar las velas de mi pastel.

Caminando por el parque me senté al lado de un mendigo que estaba sentado en uno de los bancos, el más retirado, viendo dos palomas revolotear cerca del estanque y me pareció curioso ver a un hombre de aspecto abandonado, mirar las avecillas con una sonrisa en la cara que parecía eterna.

Me acerqué a él con la intención de preguntarle por qué estaba tan feliz.

Quise también sentirme afortunado al conversar con él para sentirme más orgulloso de mis bienes, por que yo era un hombre al que no le faltaba nada, tenía mi trabajo que me producía mucho dinero, claro ¿como no iba a producírmelo trabajando tanto?, tenía mis hijos a los cuáles gracias a mi esfuerzo tampoco les faltaba nada y tenían los juguetes que quisiesen tener.

En fin gracias a mis interminables horas de trabajo no les faltaba nada a mi familia.

Me acerqué entonces al hombre y le pregunte, ¿Caballero que pediría usted como deseo en su cumpleaños?

Pensando yo que el hombre me contestaría que dinero y así de paso yo darle unos billetes que tenía y hacer la obra de caridad del año.

No sabe usted mi asombro cuando el hombre me contesta lo siguiente con la misma sonrisa en su rostro que no se le había borrado y nunca se le borró:

-Amigo, si pidiese algo más de lo que tengo sería muy egoísta, yo ya he tenido de todo lo que necesita un hombre en la vida y más. Vivía con mis padres y mi hermano antes de perderlos una tarde de junio, hace mucho, conocí el amor de mi padre y mi madre que se desvivían por darme todo el amor que le será posible dentro de nuestras limitaciones económicas. Al perderlos, sufrí muchísimo pero entendí que hay otros que nunca conocieron ese amor, yo sí y me sentí mejor.

Cuando joven conocí una niña de la cual me enamoré perdidamente, un día la besé y estalló en mí el amor hacia aquella joven tan bella que cuando luego se marchó, mi corazón sufría tanto... Recuerdo ese momento y pienso que hay personas que nunca han conocido el amor y me siento mejor.

Un día en este parque un niño correteando cayó al piso y comenzó a llorar, yo fui, lo ayude a levantarse, le sequé las lágrimas con mis manos y jugué con él por unos instantes más y aunque no era mi hijo me sentí padre, y me sentí feliz porque pensé que muchos no han conocido ese sentimiento.

Cuando siento frío y hambre en el invierno, recuerdo la comida de mi madre y el calor de nuestra pequeña casita y me siento mejor porque hay otros que nunca lo han sentido y tal vez no lo sentirán nunca. Cuando consigo dos piezas de pan comparto una con otro mendigo del camino y siento el placer que da compartir con quien lo necesita, y recuerdo que hay unos que jamás sentirán esto.

Mi querido amigo, que más puedo pedir a Dios o a la vida cuando lo he tenido todo, y lo más importante es que estoy consciente de ello.

Puedo ver la vida en su más simple expresión, como esas dos palomitas jugando, ¿qué necesitan ellas? lo mismo que yo, nada... Estamos agradecidos al Cielo de esto, y sé que usted pronto lo estará también.

Miré hacia el suelo un segundo como perdido en la grandeza de las palabras de aquel sabio que me había abierto los ojos en su sencillez, cuando miré a mi lado ya no estaba, sólo las palomitas y un arrepentimiento enorme de la forma en que había vivido sin haber conocido la vida. Jamás pensé que aquel mendigo, era tal vez un ángel enviado por el Señor, me daría el regalo más precioso que se le puede dar a un ser humano...


Desconozco su autor