sábado, 13 de noviembre de 2010

UNA CARICIA AL ALMA


Cuando tengas que arrancarte alguna espina que el contacto con la tierra te haya impuesto en la piel del alma, refléjate en los colores incesantes de las flores de alegría que mi amistad te ha ofrecido...


Cuando tengas que arrastrar alguna piedra del camino a recorrer, detente a contar los kilómetros seguros en que hemos transitado juntos.

Cuando tengas que sanar algún momento de tristeza, medita en las horas de deleite y esperanza que te alimentan todos los días.


Cuando tengas que preguntar porqué Dios ha creado las sombras de la noche, piensa en los millones de estrellas que las sombras te descubren y que son sólo para ti.

Cuando tengas que atravesar alguna dificultad del mundo, suma las bendiciones que ya posees y sentirás el corazón bautizado en el océano de la bondad de Dios.


No pierdas tu fe entre las sombras del mundo. Aunque tus pies estén sangrando, ¡Camina siempre para el frente! Cree y trabaja, porque a tu lado siempre va un ángel.


Todo pasa y todo se renueva en la tierra, eleva hoy entonces, tu mirada y camina!!!. ¡¡¡Lucha y sigue adelante!!! ¡¡¡Aprende a adelantarte!!!.


Algunos días, es posible que la tempestad te amargue, o el corazón te atormente, o un ideal te aguijonee con la aflicción, pero no te olvides que:


¡Dios se disfraza muchas veces de problema, para probarte, para enseñarte y para cuidarte! Ten fe, y avanza siempre, sigue adelante y ten siempre tu ¡Alma de pié!

Vive plenamente el presente y disfruta de todo el camino, pues la meta no está al final del mismo, sino en cada paso que des. Tu felicidad depende de ti mismo; fluye! desde adentro y puedes ser feliz en cualquier parte y a toda edad!


Absorbe cada momento de tu vida, con la pasión con que se vive algo que se tiene sólo por una vez. Envejecer es natural, la vida es maravillosa en todas sus etapas y nunca es demasiado tarde para empezar de nuevo.


Rompe con lo convencional y toma las riendas de tu vida. Habrá quienes no te entiendan, no necesitas que todo el mundo te apoye.
Es más, precisas gente que te critique y te dé la espalda; de esa manera podrás moldear tu flexibilidad, tu humor y tu fortaleza.

¡Recuerda que... ¡Tú eres Fuerte!! Recuerda que tu felicidad nace de adentro, que no puedes, no debes depender de las circunstancias, porque éstas son cambiantes.


Comprende tu naturaleza, acéptala y... ¡Pon de Pie a tu Alma! Acepta el desafío de vivir plenamente en tiempos turbulentos. Y si no hay una puerta de salida en la situación en que te encuentres, entonces... ¡Rompe la pared y sigue adelante!


Tú eres la persona que más amas, y en ese contexto de amor y respeto toma la firme decisión de:


¡¡¡JAMÁS DARTE POR VENCIDO!!!!
SONRÍE... LA VIDA ES BELLA!!!
No olvides que no eres diferente
¡¡¡TAN SOLO ERES ESPECIAL!!!!

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LA ENVIDIA


Ha existido en todas las épocas y todas las culturas, tanto en hombres como en mujeres. Es el dolor causado por la buena suerte de alguien que se nos asemeja.


La individualidad como personas nos lleva a cotejarnos unos con otros, con sus cualidades, virtudes, belleza, inteligencia.


Desde la infancia deseamos lo que vemos: ser como nuestros hermanos, tener lo que nuestros vecinos, incluso nuestros padres nos confrontan con ellos.


La competencia nos estimula para superarnos; pero también es fuente de la envidia.


Nos molesta el ascenso del compañero o el nuevo coche del vecino o que nuestra amiga se ponga de novia.


Aunque nadie lo declare, todos sentimos envidia alguna vez. Lo importante es el grado, pues puede tornarse enfermizo.


La envidia es un mecanismo de defensa que ponemos en funcionamiento cuando, al compararnos con alguien (consciente o inconscientemente), nos sentimos disminuidos.


La infravaloración provoca frustración, derrota y rechazo de uno mismo y viene acompañada de juicios de valor, críticas, odio y rabia hacia la otra persona.


Podríamos decir que es un intento torpe de recuperar la confianza y la autoestima, encontrando más placer en el fracaso de los demás que en su propio triunfo.


Pero la culpabilidad se apodera de nosotros y no sólo nos avergonzamos de tener esas emociones, sino que somos condenados por la sociedad.


Así que, sufrimos esa tortura solos, sin animarnos a pedir un salvavidas, sin contar a nadie lo que nos sucede.


¡Mal hecho! Falta de seguridad.


En realidad, vemos al envidioso como una persona destructiva, poco generosa y maligna, sin embargo, lo que le ocurre es que tiene un conflicto tan profundo acerca de sus propios deseos y anhelos que se asusta cuando ve que el prójimo cumple los suyos.


Admira esa capacidad pero no puede entender cómo es posible que haya conseguido lo que él es incapaz de lograr. De ahí sus emociones enfrentadas.