martes, 22 de febrero de 2011

SINFONÍA DE LA VIDA


La vida es como una gran sinfonía, donde cada quien va interpretando partes alegres en algunos compases, solos tristes en otros.


Al nacer, nuestros padres nos enseñan los primeros acordes, creemos que ellos siempre estarán formando parte de esta orquesta conocida. Más, desafortunadamente, eso no es verdad.... En algún momento, sus instrumentos se callaran, y nos dejaran huérfanos de su aprendizaje, su cariño, amistad y compañía insustituible.

Más, eso no impide que durante la ejecución, otros músicos vengan a formar parte del grupo.... cada uno interpretando partes que vendrán a intervenir, de alguna forma, en nuestras vidas.

Llegan nuestros hermanos, nuestros amigos, nuestros amores maravillosos.... ¡Ah! y algunas mascotas queridas y estimadas.

Muchos aparecen en una nota sonora de forma rápida y desaparecen, otros interpretaran en esa melodía, solamente acordes melancólicos, otros tocarán ardua y sonoramente partes maravillosas, prestos a ayudar cuando lo requiera.

Muchos, a la vez enmudecerán sus instrumentos, dejando añoranzas eternas. Otros más, que nada ni nadie podrán percibir cuando iniciaron y terminaron sus ejecuciones.

Y así, continuamos tocando la melodía de la vida, llena de accidentes, pausas, sueños, fantasías, esperas, despedidas, vivencias, traducidas en victorias y derrotas.

Toquemos entonces, de la forma más espiritual posible, tratando de relacionarnos bien con los compañeros de orquesta, procurando a cada uno de ellos, para que tengamos la manera de extraer los mejores sonidos de sus instrumentos.

Recordando siempre que, en algún momento de la melodía, ellos podrán tocar una mala nota aquí, otra allá, y probablemente deberemos entender eso, porque también nosotros erraremos muchas veces y con certeza habrá alguien que nos mostrará el fraseado melódico correcto.

El gran misterio, finalmente, es que jamás en esta sinfonía de la vida, sabremos en cual movimiento nuestros instrumentos irán a enmudecer, mucho menos nuestros compañeros lo saben, ni el mismo que estuviera sentado tocando a nuestro lado.

Al final de nuestra partitura, sentiremos añoranzas, porque nos separaremos de ciertas personas de toda la vida, será una gran tristeza y dolor, pero con certeza, en otro momento y otro lugar estaremos tocando juntos en otra orquestra. En un plano más elevado. Será otra melodía.

Estaremos grandemente emocionados de verlos llegar uno a uno con la experiencia que no teníamos cuando iniciamos juntos, ejecutando los primeros acordes....

Y lo que nos pondrá felices, será pensar que todos nosotros colaboramos para que esa experiencia sea inigualable y maravillosa.

Hagamos que nuestros acordes sean lindos y maravillosos, que haya valido la pena, y que cuando llegue la hora de el 'Gran Final' de cada uno, al calor de cada nota de los instrumentos traiga añoranzas y maravillosos recuerdos para aquellos que proseguirán con la sinfonía.

Autor desconocido