viernes, 18 de marzo de 2011

¿QUE ES SERVIR AL OTRO?


Servir es sembrar... sembrar semillas buenas.

No es preciso haberlas recibido o cosechado...

ella mana milagrosamente de las recónditas

alforjas de nuestro espíritu y del corazón.

Servir es, servir a todos

y a cualquiera que nos llame,

no preferentemente a quienes, a su vez,

puedan alguna vez servirnos a nosotros.

Servir es sembrar siempre... siempre...

sin descanso, aunque sólo sean otros

os que recojan y saboreen las cosechas.

Servir es mucho más que dar

con las manos algo que tienes...

es dar con el alma lo que tal vez...

nunca nos fue concedido.

Servir es distribuir afecto, bondad,

cordialidad, apoyo moral, amor por sí mismo,

y a veces, ayuda material.

Servir es repartir alegría, es infundir fe,

estima, admiración, respeto, gratitud,

sinceridad, honestidad, libertad,

optimismo, confianza y esperanza.

Servir es... en verdad, dar más

de lo que recibimos en la vida y de la vida...

"Servir es ser como el árbol del sándalo....

que perfuma el hacha que en ocasiones le hiere"

P. JAVIER LEOZ

LA ILUMINACIÓN ¿QUE ES ESO?



Un mendigo había estado sentado más de treinta años a la orilla de un camino. Un día pasó por allí un desconocido. "Una monedita", murmuró mecánicamente el mendigo, alargando su vieja gorra de béisbol. "No tengo nada que darle", dijo el desconocido. Después preguntó: "Qué es eso en lo que está sentado?" "Nada", contestó el mendigo. "Sólo una caja vieja. Me he sentado en ella desde que tengo memoria". "¿Alguna vez ha mirado lo que hay dentro?", preguntó el desconocido. "No" dijo el mendigo. "¿Para qué? No hay nada dentro". "Échele una ojeada", insistió el desconocido. El mendigo se las arregló para abrir la caja. Con asombro, incredulidad y alborozo, vio que la caja estaba llena de oro.


Yo soy el desconocido que no tiene nada que darte y que te dice que mires dentro. No dentro de una caja como en la parábola, sino en un lugar aún más cercano, dentro de ti mismo.

"¡Pero yo no soy un mendigo! ", te oigo decir.

Los que no han encontrado su verdadera riqueza, que es la alegría radiante del Ser y la profunda e inconmovible paz que la acompaña, son mendigos, incluso si tienen mucha riqueza material. Buscan afuera mendrugos de placer o de realización para lograr la aceptación, la seguridad o el amor, mientras llevan den­tro un tesoro que no sólo incluye todas esas cosas sino que es infinitamente mayor que todo lo que el mundo pueda ofrecer.

La palabra iluminación evoca la idea de un logro sobrehumano y el ego quiere conservar las cosas así, pero es simplemente el estado natural de sentir la unidad con el Ser.

Es un estado de conexión con algo inconmensurable e indestructible, algo que, casi paradójicamente, es esencialmente tú y sin embargo es mucho más grande que tú.

Es encontrar tu verdadera naturaleza más allá del nombre y de la forma. La incapacidad de sentir esta conexión da lugar a la ilusión de la separación, de ti mismo y del mundo que te rodea. Entonces tú te percibes a ti mismo, consciente o inconscientemente, como un fragmento ais­lado. Surge el miedo y el conflicto.

Me encanta la sencilla definición de la iluminación dada por Buda como "el fin del sufrimiento".

El Ser es la única Vida, siempre está presente dentro de cada forma como su esencia. Abarcándolo todo, como las miles de formas de vida que están sujetas al nacimiento y a la muerte. Esto significa que es accesible a ti dentro del presente porque se trata de tu propio ser, de tu verdadera naturaleza.