martes, 18 de noviembre de 2014

EL PÁJARO DZIÚ LEYENDA MAYA

 Cuentan por ahí, que una mañana, Chaac, el Señor de la Lluvia, sintió deseos de pasear y quiso recorrer los campos de El Mayab. Chaac salió muy contento, seguro de que encontraría los cultivos fuertes y crecidos, pero apenas llegó a verlos, su sorpresa fue muy grande, pues se encontró con que las plantas estaban débiles y la tierra seca y gastada. Al darse cuenta de que las cosechas serían muy pobres, Chaac se preocupó mucho. Luego de pensar un rato, encontró una solución: quemar todos los cultivos, así la tierra recuperaría su riqueza y las nuevas siembras serían buenas.

Después de tomar esa decisión, Chaac le pidió a uno de sus sirvientes que llamara a todos los pájaros de El Mayab. El primero en llegar fue el dziú, un pájaro con plumas de colores y ojos cafés. Apenas se acomodaba en una rama cuando llegó a toda prisa el toh, un pájaro negro cuyo mayor atractivo era su larga cola llena de hermosas plumas. El toh se puso al frente, donde todos pudieran verlo.

Poco a poco se reunieron las demás aves, entonces Chaac les dijo:

—Las mandé llamar porque necesito hacerles un encargo tan importante, que de él depende la existencia de la vida. Muy pronto quemaré los campos y quiero que ustedes salven las semillas de todas las plantas, ya que esa es la única manera de sembrarlas de nuevo para que haya mejores cosechas en el futuro. Confío en ustedes; váyanse pronto, porque el fuego está por comenzar.

En cuanto Chaac terminó de hablar el pájaro dziú pensó:

—Voy a buscar la semilla del maíz; yo creo que es una de las más importantes para que haya vida.

Y mientras, el pájaro toh se dijo:

—Tengo que salvar la semilla del maíz, todos me van a tener envidia si la encuentro yo primero.

Así, los dos pájaros iban a salir casi al mismo tiempo, pero el toh vio al dziú y quiso adelantarse; entonces se atravesó en su camino y lo empujó para irse él primero. Al dziú no le importó y se fue con calma, pero muy decidido a lograr su objetivo.

El toh voló tan rápido, que en poco tiempo ya les llevaba mucha ventaja a sus compañeros. Ya casi llegaba a los campos, pero se sintió muy cansado y se dijo:

—Voy a descansar un rato. Al fin que ya voy a llegar y los demás todavía han de venir lejos.

Entonces, el toh se acostó en una vereda. Según él sólo iba a descansar más se durmió sin querer, así que ni cuenta se dio de que ya empezaba a anochecer y menos de que su cola había quedado atravesada en el camino. El toh ya estaba bien dormido, cuando muchas aves que no podían volar pasaron por allí y como el pájaro no se veía en la oscuridad, le pisaron la cola.

Al sentir los pisotones, el toh despertó, y cuál sería su sorpresa al ver que en su cola sólo quedaba una pluma. Ni idea tenía de lo que había pasado, pero pensó en ir por la semilla del maíz para que las aves vieran su valor y no se fijaran en su cola pelona.

Mientras tanto, los demás pájaros ya habían llegado a los cultivos. La mayoría tomó la semilla que le quedaba más cerca, porque el incendio era muy intenso. Ya casi las habían salvado todas, sólo faltaba la del maíz. El dziú volaba desesperado en busca de los maizales, pero había tanto humo que no lograba verlos. En eso, llegó el toh, más cuando vio las enormes llamas, se olvidó del maíz y decidió tomar una semilla que no ofreciera tanto peligro. Entonces, voló hasta la planta del tomate verde, donde el fuego aún no era muy intenso y salvó las semillas.

En cambio, al dziú no le importó que el fuego le quemara las alas; por fin halló los maizales, y con gran valentía, fue hasta ellos y tomó en su pico unos granos de maíz.

El toh no pudo menos que admirar la valentía del dziú y se acercó a felicitarlo. Entonces, los dos pájaros se dieron cuenta que habían cambiado: los ojos del toh ya no eran negros, sino verdes como el tomate que salvó, y al dziú le quedaron las alas grises y los ojos rojos, pues se acercó demasiado al fuego.

Chaac y las aves supieron reconocer la hazaña del dziú, por lo que se reunieron para buscar la manera de premiarlo. Y fue precisamente el toh, avergonzado por su conducta, quien propuso que se le diera al dziú un derecho especial:

—Ya que el dziú hizo algo por nosotros, ahora debemos hacer algo por él. Yo propongo que a partir de hoy, pueda poner sus huevos en el nido de cualquier pájaro y que prometamos cuidarlos como si fueran nuestros.

Las aves aceptaron y desde entonces, el dziú no se preocupa de hacer su hogar ni de cuidar a sus crías. Sólo grita su nombre cuando elige un nido y los pájaros miran si acaso fue el suyo el escogido, dispuestos a cumplir su promesa.





RECETA DE LA INFELICIDAD.

¿Por qué hay gente que actúa como si quisiera ser infeliz? Esta es la pregunta de la psicóloga y terapeuta familiar Cloe Madanes, que cree que "en ausencia de guerras y otras desgracias", algunas personas "se esfuerzan" por ser infelices. En un ejercicio de psicología inversa, (la que se usa con los niños cuando no quieren obedecer) nos da la "receta" para ser miserables. No la practiques en casa.

Estos son 13 Hábitos de gente triste:

1. Vive con miedo a perder el trabajo o el dinero. Ser prudente está bien, pero pensar constantemente en la inseguridad te llevará a la depresión.

2. Practica el aburrimiento, piensa que la vida no es excitante, que no nos esperan sorpresas ni aventuras. Te convertirás en aburrido y la gente te evitará.

3. Usa el sarcasmo. Expresa una larga lista de críticas siempre que puedas, sobre todo de forma hiriente, aplicando tu negatividad a cualquier situación (por ejemplo criticar una película o cualquier cosa que le gusta a la mayoría de tus amigos).

4. Crea una identidad negativa, sé una persona deprimida, débil, enfermo, una persona con fobia social, evitando cualquier situación nueva para morirte de aburrimiento.

5. Desconfía de los demás, "piensa mal y acertarás". Todos actúan por propio interés, por sentirse superiores, porque te quieren engañar o por envidia. La bondad y el altruismo no existen, el hombre es malo por naturaleza y quien diga lo contario es un ingenuo.

6. Pelea siempre que puedas, haz un drama, quéjate, grita o llora por cualquier detalle. Sé agresivo, osco, dañino y niégalo después.

7. Practica la ingratitud, quien sabe dar las gracias es más feliz, así que nunca lo hagas. La vida es sufrimiento y luego morimos, así que ¿por qué estar agradecido?

8. Encuentra una pareja… a la que transformar; con un defecto grave (alcohólico, jugador, sociópata…) que has de cambiar.

9. Culpa a los demás, sobre todo a tus padres, disipando cualquier posibilidad de encontrar la paz interior; culpar, todo un arte en la ruta hacia la infelicidad.

10. Desprecia las celebraciones y los placeres de la vida. La música, el vino, la comida, la belleza de la naturaleza, sus atardeceres y paseos por la playa o la montaña, las reuniones de familia o amigos y en general la alegría de vivir son tonterías de personas frívolas. Recuerda siempre que el mundo está plagado de injusticia, pobreza, muerte y devastación.

11. Hagas lo que hagas, saca beneficio. No nos engañemos, quien no se aprovecha es porque no puede, el altruismo causa bienestar, por eso es una estupidez.

12. Glorifica el pasado, cualquier tiempo pasado fue mejor y el presente es una decepción, antes el mundo no era así, la gente era mejor. También puedes demonizar el pasado, naciste en el lugar equivocado, tienes traumas de la infancia, del pasado que no debes olvidar.

13. Quéjate, quéjate mucho, rumia y disfruta los pensamientos negativos y exprésalos constantemente, haz que se apoderen de tu día a día y con suerte llegarás a ser insoportable. Así te aislarás socialmente, la llave de la infelicidad.


- Desconozco el Autor y la fuente -


INVENTAN PLATOS COMESTIBLES PARA NO TENER QUE VOLVER A LAVARLOS MAS.

Una pareja de diseñadores belgas han llegado con una nueva gama de platos comestibles que son eco-friendly y, lo más importante, salvan a la gente de la triste tarea de lavarlos.
Los jóvenes empresarios, Helene Hoyois y Thibaut Gilquin, tuvieron la idea después de hacer una fiesta. Cuando todo terminó se encontraron frente a una montaña de platos sucios que necesitaban ser limpiados.
Thibaut miró a Helene y le preguntó: “¿Y si nos comemos los platos?” Él sólo estaba bromeando al principio, pero el dúo pronto comenzó a tomar en serio la idea. Después de algunos ensayos, finalmente lograron llegar a un concepto viable: recipientes hechos de una combinación de fécula de patata, agua y aceite. El material es lo suficientemente fuerte como para retener todo tipo de alimentos y salsas, pero también es fácil de digerir.

“Son biodegradables, y tienen un sabor neutro por lo que se los puede complementar con ingredientes dulces como también salados, además se los puede hornear”, explicó Helen, con tan solo 25 años de edad.

Una vez que perfeccionaron el material, Helene y Thibaut juntaron todos sus ahorros para producir el primer prototipo. Como resultó un éxito, recibieron apoyo financiero de una corporación llamada Wallonia Creative para crear una empresa llamada “Se comen”. Ahora tienen una oficina en un edificio a unos 30 kilómetros de Bruselas, con más de 30 empleados.

Helene se explica que, aunque se las han arreglado para crear un proyecto único, todavía tienen mucho trabajo que hacer. “Hemos creado algo que no existe, pero hay que moverse más rápido que la competencia para innovar todo el tiempo con nuevos productos”, dijo.

Por ahora sólo han hecho los envases de alimentos comestibles, pero pronto planean agregar una gama completa con vasos y cubiertos. También quieren hacer otros objetos comestibles, como un calendario que se pueden saborear día tras día. “También estamos desarrollando estrategias de comunicación como folletos de entrega de comestibles para atraer a la gente y dar a conocer el proyecto”, dijo Helene.


“Nosotros no trabajamos, hacemos algo que nos gusta”, añadió Thibaut. “Queremos lanzar nuevos productos porque nos es muy gratificante.”

EL MAYAB LA TIERRA DEL FAISÁN Y DEL VENADO.

Hace mucho, pero mucho tiempo, el señor Itzamná decidió crear una tierra que fuera tan hermosa que todo aquél que la conociera quisiera vivir allí, enamorado de su belleza. Entonces creó El Mayab, la tierra de los elegidos, y sembró en ella las más bellas flores que adornaran los caminos, creó enormes cenotes cuyas aguas cristalinas reflejaran la luz del sol y también profundas cavernas llenas de misterio. Después, Itzamná le entregó la nueva tierra a los mayas y escogió tres animales para que vivieran por siempre en El Mayab y quien pensara en ellos lo recordara de inmediato. Los elegidos por Itzamná fueron el faisán, el venado y la serpiente de cascabel. Los mayas vivieron felices y se encargaron de construir palacios y ciudades de piedra. Mientras, los animales que escogió Itzamná no se cansaban de recorrer El Mayab. El faisán volaba hasta los árboles más altos y su grito era tan poderoso que podían escucharle todos los habitantes de esa tierra. El venado corría ligero como el viento y la serpiente movía sus cascabeles para producir música a su paso.

Así era la vida en El Mayab, hasta que un día, los chilam, o sea los adivinos mayas, vieron en el futuro algo que les causó gran tristeza. Entonces, llamaron a todos los habitantes, para anunciar lo siguiente: —Tenemos que dar noticias que les causarán mucha pena. Pronto nos invadirán hombres venidos de muy lejos; traerán armas y pelearán contra nosotros para quitarnos nuestra tierra. Tal vez no podamos defender El Mayab y lo perderemos.

Al oír las palabras de los chilam, el faisán huyó de inmediato a la selva y se escondió entre las yerbas, pues prefirió dejar de volar para que los invasores no lo encontraran.

Cuando el venado supo que perdería su tierra, sintió una gran tristeza; entonces lloró tanto, que sus lágrimas formaron muchas aguadas. A partir de ese momento, al venado le quedaron los ojos muy húmedos, como si estuviera triste siempre.

Sin duda, quien más se enojó al saber de la conquista fue la serpiente de cascabel; ella decidió olvidar su música y luchar con los enemigos; así que creó un nuevo sonido que produce al mover la cola y que ahora usa antes de atacar.

Como dijeron los chilam, los extranjeros conquistaron El Mayab. Pero aun así, un famoso adivino maya anunció que los tres animales elegidos por Itzamná cumplirán una importante misión en su tierra. Los mayas aún recuerdan las palabras que una vez dijo:

—Mientras las ceibas estén en pie y las cavernas de El Mayab sigan abiertas, habrá esperanza. Llegará el día en que recobraremos nuestra tierra, entonces los mayas deberán reunirse y combatir. Sabrán que la fecha ha llegado cuando reciban tres señales. La primera será del faisán, quien volará sobre los árboles más altos y su sombra podrá verse en todo El Mayab. La segunda señal la traerá el venado, pues atravesará esta tierra de un solo salto. La tercera mensajera será la serpiente de cascabel, que producirá música de nuevo y ésta se oirá por todas partes. Con estas tres señales, los animales avisarán a los mayas que es tiempo de recuperar la tierra que les quitaron.

Ése fue el anuncio del adivino, pero el día aún no llega. Mientras tanto, los tres animales se preparan para estar listos. Así, el faisán alisa sus alas, el venado afila sus pezuñas y la serpiente frota sus cascabeles. Sólo esperan el momento de ser los mensajeros que reúnan a los mayas para recobrar El Mayab.