martes, 8 de diciembre de 2015

NUNCA ES TARDE PARA HACE LO QUE AMAS

 Los que más vetamos nuestro crecimiento personal somos nosotros mismos, ya sea por pereza o por miedo al fracaso, o a salir de nuestra zona de confort.
Hacer lo que amas te da fuerza, te define y te construye como persona, como alguien que es capaz de trazar su camino día a día, en libertad y plenitud.
 Esto es algo que todos sabemos. Sin embargo, también tenemos claro que no siempre es fácil hacer lo que realmente queremos. El trabajo, las obligaciones familiares y, en ocasiones, hasta el peso de la rutina, nos ponen anclas a esos deseos internos.

En la vida hay que mantener un adecuado equilibrio. Jamás descuidaremos a los nuestros, a las personas que amamos, pero es importante recordar que también nosotros somos importantes.
Y que si dejamos de hacer aquello que nos gusta, poco a poco nos alejaremos de nuestra identidad…

¿Quién dice que es demasiado tarde para hacer lo que amas?
Es muy posible que en algún momento te haya pasado lo siguiente: Querer hacer un cambio en tu vida y que alguien, casi siempre un familiar cercano o un amigo, nos diga aquello de “ya eres demasiado mayor para algo así”.

Debes recordar que la única persona con derecho a decirse qué debe hacer o qué no debe hacer en cada momento eres tú mismo. Puedes escuchar las palabras de los demás con paciencia y respeto, pero la decisión es tuya.
La mejor edad es la que tienes ahora
No lo pienses dos veces. No existe una mejor edad o una edad en la que uno pierde el derecho de iniciar cosas nuevas. Nunca es tarde para lo que nos hace feliz, y eso debemos tenerlo siempre presente.

La peor lamentación que podemos hacernos es llegar a la ancianidad siendo conscientes de que la nuestra ha sido una “vida no vivida”.
Dicen que cada etapa de la vida tiene sus características y sus experiencias que vivir, que descubrir. De eso no hay duda, pero no por mucha experiencia acumulada vamos a dejar de “cargar aún más la mochila”. Cuanta más experiencia, más sabiduría, y mayor aplomo para seguir viviendo, para hacer lo que amas.
Los que nos dicen que “ya es tarde”
En ocasiones, cuando nos planteamos aquello de hacer lo que de verdad queremos o siempre hemos soñado, nos encontramos con algún que otro muro social.

Los muros sociales no son más que prejuicios, pensamientos limitantes y anclas al crecimiento personal ajeno.

Ten en cuenta que quienes intentan vetar que hagas aquello que deseas pueden ser las personas más cercanas a tu círculo social, y lo hacen porque temen perderte, temen que rompas ese vínculo que tienes con ellos para salir de su zona de control.
Puede que sueñes con un viaje, o con estudiar esa carrera o, simplemente, priorizarte un poco más cada día apuntándote a cursos, saliendo un poco más y quedando con amigos.
Hacer lo que amas no siempre se traduce en cambios extremos. De hecho, la mayoría de las veces son actos cotidianos que nos dan la felicidad.
Los que nos dicen que ya es tarde, atacan nuestra autoestima. Nos hacen creer que nuestro tren ha pasado y que la vida, para nosotros, se reduce a soñar con lo que pudo haber sido y nunca fue. No lo permitas.
Hacer lo que amas sin provocar daños a otras personas
La clave es tan sencilla como esta: Puedes hacer aquello que desees, siempre y cuando tus actos no dañen a las personas que quieres.

¿Cómo se traduce esto? Debemos tener en cuenta que a veces, pequeños actos pueden traer consecuencias no deseadas. No se trata, por ejemplo, de querer dar la vuelta al mundo gastando todos los ahorros del hogar. Ni aún menos descuidar a nuestros hijos. Todo tiene su equilibrio.

Hacer lo que amas en libertad, en plenitud y con ello beneficiar a otros es lo mejor que puede haber. Piensa, por ejemplo, en las personas que, por fin, vuelven a la universidad para conseguir esa formación con la que siempre soñaron.

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Algo como esto nos enriquece por dentro, nos hace sentir orgullosos. Y alguien que se siente bien consigo mismo puede hacer más felices a los demás.

Hacer lo que amas no debería ser complicado, y nadie debería ponerte muros, ni siquiera tú. Porque lo creamos o no, quienes más vetamos nuestro crecimiento personal somos nosotros mismos.

Estas son las formas en que lo hacemos:

A través de las actitudes limitantes, pensando que somos demasiado mayores ya para ciertas cosas.
Tener miedo al fracaso, a equivocarnos.
Temer lo que otros puedan decir de nosotros al hacer aquello que deseamos en un momento dado.
Pensar que no lo vamos a lograr, que no somos válidos ya para ciertas cosas…
Debemos ser valientes, tener coraje y recordar siempre que nunca es tarde para ser felices. Nunca es tarde para volver a amar, para hacer un viaje o para adquirir nuevas competencias.

Siempre que la ilusión sea fuerte, te acompañe la salud y el optimismo, nada ni nadie debe ponerte límites.

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