lunes, 20 de junio de 2016

LA REENCARNACION - VOLVIENDO AL TIEMPO.

Muchas veces decimos que estamos en este mundo para cumplir una misión en la vida, pero no todos están conscientes de cuál es la misión que deben llevar a cabo en el lapso de tiempo en que nos ha tocado jugar en el mundo de las luces y las sombras. Entre estas sombras y entre estas luces tenemos la capacidad de encender nuestras propias luces y apagar otras. Esa capacidad nos lleva a encender luces que alumbran sectores de la vida que tal vez puedan parecernos difíciles o imposibles, luces que alumbran capacidades nuevas o que nos permiten experimentar momentos de relativa intensidad  para extraer de ello el valor de la experiencia para enriquecimiento de la conciencia.

Otras veces apagamos luces y volvemos a momentos de oscuridad. Cuando hacemos algo para herir u ofender a otros, estamos, sabiendolo o no sabiendolo,  apagando una luz o por lo menos hemos intentado apagar una luz. Esa oscuridad nos lleva a una oportunidad de reflexion que no siempre es bien aprovechada y no siempre es reconocida como tal sino que por el impulso de la vida cotidiana la pasamos de largo, sin darnos cuenta que estamos perdiendo un momento de crecimiento interior.

Cuando Dios creó el universo, hizo todo al instante, creo todas las dimensiones y todos los tiempos. Creemos estar construyendo el tiempo, sin embargo el tiempo que pensamos que construimos ya ha sido construido y las posibilidades de optar por un camino o por otro también ha sido construido y responde a otras dimensiones donde también estamos viviendo esas posibilidades, porque el universo entero fue encendido con todas las luces y todas las oscuridades al mismo momento de nacer. Vivimos en una dimensión en un espacio y en un tiempo, pero también es posible vivir en otra dimensión y en otro tiempo. Es posible llegar a otro tiempo donde se vive en otro espacio, solo basta el empuje de la conciencia y la fuerza del universo. Nos acotamos al aquí y ahora porque es la manera más fácil de vivir la vida que transcurre de acuerdo a las normas preestablecidas por los seres humanos que nos precedieron, pero en nuestro mundo interior, en nuestro rincón de la mente solitaria sabemos bien lo que deseamos y lo que queremos para nuestra vida. Muchas veces el deseo nos lleva a vivir situaciones complejas porque las relaciones humanas son como redes que se interponen y superponen y para llevar adelante nuestros deseos debemos desenredar los hilos que nos atan o nos desvían de aquello que queremos. Esos enredos pueden convertirse en errores que harán que perdamos el tiempo en cosas que después reconocemos como experiencia que nos aportó algo o que no nos aportó nada. Sin embargo, todo aporta algo para el enriquecimiento de nuestra conciencia y la conciencia universal. Allí se enciende una luz.

Cuando Nietzsche hablo del eterno retorno, tenía razón, pero esa razón no abarcaba toda la razón, porque él solo vio una parte. Cuando Jesús nos habló del paraíso y del cielo también tenía razón porque nos prometía el cielo del no tiempo, del abrazo en Dios y la posibilidad del fin del sufrir. Cuando los maestros orientales hablan de la reencarnación también tienen razón porque esa posibilidad solo es prerrogativa de Dios y está en su voluntad de permitirla o no. Los tiempos están siempre disponibles en el devenir del universo entero con todas sus dimensiones. Si un alma se reencarna puede hacerlo en el tiempo donde la posibilidad de purgar sus deudas esté disponible de manera que le sea eficaz para su conciencia, por lo tanto puede reencarnar en cualquier tiempo pasado o futuro porque el pasado y el futuro están existiendo a pesar de nuestro presente. 

Pasamos por la vida con innumerables motivos de experimentar las cosas del mundo social, intelectual, material, físico, biológico, sentimental, y miles de etcéteras, y allí al final del túnel sabemos que algo nos espera. Eso que nos espera no es otra cosa que la dimensión del no tiempo, allí se acaba el tiempo y el regreso es con Dios, el Inmutable, el Eterno, el Absoluto que da vida a todo lo relativo que experimentamos en el mundo de las luces y las sombras. Y nuestro tránsito por la vida en esta dimensión es la gran oportunidad de ver y rever todas aquellas cosas para las cuales encendemos una luz o buscamos una sombra. Y entre la luz y la sombra surgen los colores de la vida que nos ayudan a ejercer el poder del sentimiento para crear nuevas redes que nos guían en la búsqueda de una mejor posición para engrandecer a la conciencia de la cual formamos parte y a la que debemos responder cuando la única pregunta nos llegue en forma de silencio.


Miguel Ángel Arcel