jueves, 16 de marzo de 2017

7 SEÑALES DE QUE ERES UN ALMA LIBRE.


En muchas ocasiones el alma libre surge después de haber pasado mucho tiempo cautiva y dependiente de las opiniones y los gustos de los demás.
Ser un alma libre, más allá de su vertiente más espiritual, responde a un tipo de personalidad que ha alcanzado un adecuado nivel de madurez y de competencias psicológicas basadas en la autonomía y la seguridad.
No es nada fácil alcanzar esta cima de nuestro crecimiento personal.
Y es que se trata de una dimensión que, en realidad, entraría muy bien en esa cúspide de la pirámide de necesidades que Abraham Maslow introdujo en 1943 en su artículo “A Theory of Human Motivation”.
Ser un alma libre no significa en absoluto ser, sentir y actuar como una persona que elige desvincularse de todo lazo, de toda responsabilidad o de todo indicio de relación que le permita echar raíces.
Hablamos de una serie de características, actitudes y formas de interaccionar con la realidad que nos hace, sin duda, más aptos y seguros ante la vida y sus adversidades.
Ahí donde no caben los apegos insalubres o las dependencias asfixiantes.
A continuación, te proponemos descubrir si estas dimensiones que ahora te explicamos te definen en cuerpo, alma y sentimiento.
1. Eliges, piensas y actúas sin necesidad de tener la aprobación de nadie
Llegar a ese punto en nuestro recorrido vital y personal donde no se necesitan aprobaciones ajenas para vivir como uno desea es, sin duda, un gran paso.
A lo largo de una buena parte de nuestra existencia necesitamos ser validados por la sociedad.
Primero por nuestros padres, después por nuestros iguales y, más tarde, por nuestros entornos laborales.
Mostrarnos tal y como somos, hablar con la voz en el corazón y con la sinceridad en la lengua es algo que no se consigue de un día para otro. Solo las auténticas almas libres lo logran.
2. Vives sin miedo: confías en ti


Los expertos en crecimiento personal y en psicología motivacional saben muy bien que el miedo es el gran vetador de oportunidades.
Cuando por fin dejamos ir los velos de las preocupaciones y dejamos de anteponer fatalidades logramos avanzar con pies más seguros.
La felicidad está siempre más allá de las fronteras del miedo. No obstante, para cruzar esas líneas lo que necesitamos, en primer lugar, es una adecuada “autoconfianza”.
3. Eres una persona auténtica, descarada, espontánea
Eres una de esas personas que ya no pone filtros en su lengua porque antes ha hecho un adecuado proceso mental para saber que la verdad siempre debe ir por delante.
Te define la sinceridad, pero también el descaro que arranca sonrisas y establece complicidades.
Eres espontáneo porque ya no te importa el qué dirán, ni aún menos el qué pensarán.
Las personalidades auténticas son almas libres porque su ser interno ya no vive con censuras. Han tomado contacto con sus esencias y valores para demostrar al mundo cómo entienden la vida: desde la pasión.
4. Sabes por lo que merece la pena luchar


El alma libre, al contrario de lo que muchos puedan pensar, no supone evadir las responsabilidades ni aspirar a una forma de libertad despreocupada donde los deseos vienen y van de forma errática. En absoluto.
El alma libre sabe muy bien por lo que debe luchar: por aquello que ama, por todo lo que le identifica y le hace feliz.
El resto carece de importancia.
5. El alma libre no habla el lenguaje  de los apegos
El apego, entendido desde el punto de vista afectivo, es el gran enemigo del crecimiento personal.
Caer en una relación marcada por la adicción afectiva veta por completo nuestro sentido de integridad, de libertad y de autoexpresión.
La persona que se define por ser una alma libre sabe amar sin depender. Ofrece lo mejor de sí mismo a los demás sintiéndose completa y sin ver el amor una droga en la que caer prisioneros.
6. El alma libre sabe apreciar las pequeñas cosas de la vida


Ser libre supone no estar aferrado a lo que veta nuestro crecimiento, a lo que pone rejas a nuestro modo de sentir y de vivir.
Esta pasión por la libertad se consigue ante todo sabiendo priorizar, entendiendo que las cosas más importantes de la vida en realidad, no son cosas, son sensaciones.
A su vez, esas sensaciones vienen dadas por las experiencias más sencillas y cotidianas: una charla, un paseo por la playa, una cita, un viaje, caminar descalzo, abrazar a nuestra mascota, salir a correr sin tener ni una sola preocupación en la mente…