El trovador y jaranero mexicano Salvador El Negro Ojeda, representante de la música popular mexicana, murió este miércoles a los 80 años en su domicilio en Coyoacán, al sur de la Ciudad de México.
Ojeda hizo grandes aportaciones a la música popular mexicana; es reconocido por exponentes de géneros como el son, el huapango, el bolero y la rumba.
El músico nació en la Ciudad de México en 1931 y dejó un amplio legado musical durante 66 años de carrera, pues plasmó y transmitió sus influencias a las nuevas generaciones de cantautores.
El Negro, como se le conocía, aseguraba que era por nacimiento chilango (originario de la Ciudad de México), pero con el alma jarocha (del estado de Veracruz).
Fue un hombre que amó la música: solía decir que ésta era un remedio para la enfermedad.
Reconocido como un destacado jaranero (intérprete de una pequeña guitarra llamada jarana), Ojeda forjó su gusto por la música hacia 1946, al escuchar canciones cubanas. Fundó una agrupación de rumba, género que en aquellos años estaba de moda en los centros nocturnos, y tuvo como escenario un restaurante del Paseo de la Reforma, en el centro de la capital mexicana.
En 1962 decide abrir en la Colonia del Valle el café Chez Negro, un espacio precursor de lo que después serían las peñas, en el que el espectáculo era la participación de artistas no conocidos y de aquellos consagrados.
Entre estos artistas destacan personalidades como Gerardo Tamez, Nacho Méndez, Jano Portillo, Margarita Bauche, así como Chamín Correa y Lola Beltrán.
Para 1979, a iniciativa de Salvador El Negro Ojeda y un grupo de Radio Educación, así como la Casa de Cultura Agustín Lara, impulsaron la realización del I Encuentro de Jaraneros y Decimistas, que se ha venido realizando ininterrumpidamente.
En ese encuentro se reúnen agrupaciones conformadas por músicos profesionales, así como estudiantes de escuela o empíricos, que colaboran para difundir el son jarocho.
Ojeda también fue fundador del grupo Los Folkloristas y reconocido internacionalmente por su espíritu libre y su pasión por la música, pues no solamente tocaba la jarana, sino también el piano, el contrabajo y las percusiones.
Foto del recuerdo
De izquierda a derecha Salvador el negro Ojeda, Almalu y Jorge Saldaña
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