Por: Ramón Talavera Franco
LA LEYENDA
El primer árbol de navidad fue
decorado con sangre. O al menos esa es una de las leyendas que se tejen en
torno a este árbol que todas las navidades es colocado en la mayoría de los
hogares de América y Europa. Esta leyenda
menciona que en la Alemania precristiana se realizaban dos ritos: el
primero al Dios Odín (“padre de todos” según la mitología escandinava). Su
rito consistía en que un grupo de guerreros se reunía en
torno al roble sagrado de Odín y a manera de tributo, ofrendaban las vidas de
los prisioneros de guerra.
El segundo rito estaba dedicado al Dios Thor,
(hijo de Odín. Considerado como el más fuerte de todos los Dioses nórdicos). En
su nombre realizaban una ceremonia con pencas de palma de doce hojas, cada una
de las cuales representaba un mes del año. Al finalizar la ceremonia, encendían
la punta de cada hoja y apilaban las palmas en forma de pirámide formando una
hoguera en su honor.
Pero estos ritos sufrieron un cambio
importante a partir del siglo VII, con la llegada a Alemania de un monje que
fue conocido como: San Bonifacio. Al darse cuenta de los sacrificios humanos
que practicaban los nativos en el roble dedicado a Odín, San Bonifacio decidió
usar un abeto para evangelizarlos a través de él. Aprovechando su forma
triangular, logró transmitirles el concepto de la santísima trinidad (Dios padre, hijo y espíritu santo). También,
poco a poco consiguió que los nativos se convirtieran a la religión cristiana y
que empezaran a venerar este abeto como el árbol de Dios, así como antes veneraron
el roble como el Dios Odín.
Según estas leyendas, estos fueron los
primeros pasos para el nacimiento del “Árbol de navidad” que conocemos hoy en
día, ya que es la primera vez que se usa como un icono relacionado con la
cristiandad. Pero, ¿cómo se transformó éste árbol en lo que es ahora?
PRIMEROS ÁRBOLES DE NAVIDAD
En lo que se refiere a su
ornamentación, se afirma que fue Martín Lutero (1483-1546) quien “inventó” el
árbol de navidad. Según la leyenda, una noche en la que Lutero regresaba a casa,
observó que la luz de las estrellas centelleaba en las ramas de los árboles
cubiertos de nieve. Esto le hizo recordar la estrella de Belem que guió a los
pastores la noche en que nació Jesús e inspirado por esta imagen taló un árbol,
lo llevó a su casa y lo decoró con velas, nueces y manzanas tratando de
explicar así los dones que los hombres recibieron con el nacimiento de
Jesucristo.
Al correr de los años, esta idea se
esparció por algunas provincias de Alemania y para el siglo XVI, la gente ya
empezaba a tener la costumbre de colocar un abeto en sus hogares.
Pero como estos abetos necesitaban de
decoración, se comenzaron a inventar
adornos, naciendo así los mercados de
objetos de navidad en algunos pueblos de Alemania. En estos mercados, la gente
compraba regalos, comida, pan de jengibre y adornos de velas para colocarlos al
pie de sus árboles. Y las familias comenzaron a tener la costumbre de reunirse
en torno al árbol de navidad, como empezó a llamarse. Fue entonces cuando el 24
de Diciembre, fecha del natalicio de Jesucristo, se empezó otra tradición:
llevar a los niños de paseo o de día de campo, para que los adultos pudieran
colocar y decorar con dulces y juguetes el árbol. Así a su regreso, los niños
eran sorprendidos con el árbol y sus regalos, dando inicio la celebración de la
fiesta de navidad.
En Inglaterra el árbol de navidad llegó hacia
1846 gracias al matrimonio del Príncipe Alberto (alemán de nacimiento) con la
Reina Victoria. Debido a que el árbol de navidad ya era una costumbre arraigada
en Alemania, el Príncipe Alberto decidió pasar sus navidades como lo hacía en
su país. Por ello, pidió que se colocara un inmenso árbol de navidad en el
castillo de Windsor y fue tal su aceptación que pronto se propagó a la clase
media y luego a las clases trabajadoras.
En esa época inició otra costumbre:
que las mujeres realizaran las decoraciones navideñas en sus casas, siendo
algunas de ellas: ángeles, pequeñas bolsas que contenían regalos secretos,
canastas con almendras azucaradas y velas.
Después de la muerte de la Reina Victoria, el
pueblo se puso de luto y se dejaron de poner los árboles en las casas por un
tiempo, pero prontamente se recuperó esta tradición e Inglaterra volvió a
iluminar sus hogares con los árboles de navidad.
ÁRBOLES DE NAVIDAD EN LOS SIGLOS XIX Y XX
Debido a la cada vez mayor tala de
árboles, se empezaron a inventar los árboles de navidad artificiales.
Comenzaron a ser importados de Alemania a América alrededor de 1880 a través de
tiendas como FW Woolworth. Fueron seguidos por patentes de luz eléctrica y
ganchos de metal para colgar las decoraciones.
Estos primeros árboles eran pequeños, pero a
finales del siglo 19, comenzaron a
fabricarse árboles cada vez más grandes. Esto marcó un hito en la
sociedad, convirtiéndose en un símbolo de estatus: mientras más grande era el
árbol, más opulenta era la familia. Y con respecto a los adornos ¡ni se diga!
Fue la época en la que se sobrecargaban los árboles con todo tipo de
decoraciones.
En ese entonces el mercado de árboles
y adornos de navidad empezaba a expandirse por toda América y Europa, pero
durante la primera guerra mundial, los árboles de navidad tuvieron que ser
guardados en sus cajas en espera de la ansiada paz. En Inglaterra, por ejemplo,
algunas familias optaron por decorar pequeños árboles y colocarlos en sus
refugios, como una manera de aligerar su espera, pero al finalizar la guerra,
inmensos árboles de navidad decoraron las plazas públicas y los hogares.
A mediados de los años 60’s, las ideas
modernistas acapararon el mercado de los árboles de navidad y empezaron a
crearse los árboles de aluminio plateado, pero hacia los años 70’s se recobró
el gusto por los árboles naturales.
Ahora, en pleno año 2000, los
materiales, tamaños y formas de los árboles de navidad son muy variados. Los fabricantes
compiten por hacer adornos cada vez más llamativos y las tiendas llenan sus
anaqueles con esferas, muñecos, ángeles, Santa Claus que ríen y bailan; luces
de colores con o sin música y toda una industria que crece día a día en torno a
la navidad.
LOS ÁRBOLES Y SUS SIGNIFICADOS
En muchas religiones, sobre todo las
orientales, el árbol es un signo de encuentro con lo sagrado, del encuentro del
hombre con la divinidad y de la divinidad con el hombre. En Mesoamérica, el
árbol guarda un significado místico; inclusive consideraban el ahuehuete como
árbol sagrado. Las tribus nórdicas europeas y americanas tenían árboles
sagrados alrededor de los cuales se reunían para ritualmente entrar en comunión
con Dios.
Por ello, el árbol de navidad también tiene varios significados religiosos.
Ha sido utilizado como símbolo de la unión del cielo y la tierra, nos recuerda
la redención y se asocia con el árbol de la vida, que lucía en medio del jardín
del edén. Las esferas simbolizan los frutos del Árbol vivo que es Jesús y sus
decoraciones nos recuerdan las gracias que el hombre tenía cuando vivía en el
paraíso en completa amistad. Las luces que se encienden y se apagan representan
la luz de Cristo, el estado paradisíaco que del amor de Cristo.Y la estrella que
se coloca en la punta del árbol, representa la estrella de Belem que anuncia la
redención de la humanidad.
¿Lo sabía usted?