Cuenta la leyenda que los habitantes
de Tlaxcala recibieron un aviso del señor de Huejotzingo en el que les
informaban que serían atacados. Los habitantes de Tlaxcala imploraron a su dios
Camaxtle: “¡Nuestros enemigos nos cogen desarmados! y solo por tu mediación
podremos tener armas suficientes para la defensa. Somos hábiles flecheros, pero
nos faltan flechas. Señor ¡acude en defensa de tu pueblo!”
El dios contestó: “¡No se acobarden!
yo estaré con ustedes y les ayudaré a triunfar sobre sus enemigos. Para ello
solo deben tener fe en mi y ejecutar mis mandatos: pongan una gota de leche de
mujer en el vaso sagrado y así se salvaran.
Nadie sabía cómo se podrían salvar con
una gota de leche, pero tenían fe en su dios y
lo obedecieron. Esperaron tres días y se llegó el día de la batalla. El
sacerdote notó que del vaso sagrado brotaba un licor espumoso y que el dios
había dejado flechas sobre el altar.
Esta noticia maravillosa levantó el
ánimo de los guerreros que salieron a la batalla con valor. El sacerdote llevó
el vaso sagrado y las flechas al campo de batalla: las flechas sagradas se
levantaron solas y le provocaron la muerte a los enemigos.