viernes, 12 de septiembre de 2014

SU MAJESTAD EL MAIZ VIAJA.

No se conoce a ciencia cierta cuál fue el origen geográfico del maíz. Los investigadores aún no se han puesto de acuerdo. Sin embargo, la teoría más aceptada es aquella que propone que el maíz se originó del teocintle, palabra náhuatl que significa “maíz de los dioses”. Tal teoría se confirma por el hecho de las muchas similitudes bilógicas que presenta el teocintle con maíces más antiguos. Por medio de los fechamientos con Carbono 14 efectuados en sitios arqueológicos en Coxcatlan y las Abejas en el Valle de Tehuacán, Puebla, sabemos que el maíz era ya consumido en México entre 7,000 y 5,000 años a.C. El teocinte fue domesticado a partir de dos plantas de cuatro hileras de granos, que al ser cultivados produjeron el primer maíz que se conoció en Mesoamérica. El cómo fue domesticada esta maravillosa planta sigue siendo un absoluto misterio que algún día las investigaciones aclararán. Sin embargo, se sabe, sin lugar a dudas, que fueron los olmecas los primeros mesoamericanos que  aprendieron a cultivarlo. Esta teoría está ampliamente avalada por Enrique Flores Cano quien afirma que tal hecho ocurrió entre 1,500 y 3000 a.C.
Los pueblos indígenas americanos son básicamente grupos humanos en los que su cultura ha tenido como base de su agricultura al maíz. Su domesticación dio origen a la sedentarización de los pueblos nómadas, a la urbanización de las incipientes aldeas, y a la división del trabajo. Para 3,500 a.C. el cultivo de diversas plantas, y particularmente del maíz, era ya una actividad fundamental en la vida de los pueblos sedentarios en el área cultural de Mesoamérica.
 Parece ser que el maíz llegó a suelos panameños entre el quinto y tercer milenio a.C. y de ahí se fue extendiendo hacia el sur de América, pues además de Mesoamérica, el maíz fue cultivado en casi todo el Continente Americano. En otras grandes culturas, aparte de las ya mencionadas mesoamericanas, el maíz también revistió una gran importancia, como es el caso del Área Cultural Andina cuya influencia va de la Provincia de Llanquihue, en Chile, y de Mendoza, Argentina, en el sur, hasta el sur de Nicaragua en Mesoamérica. Las subáreas culturales de la zona andina son: el Extremo Norte, que abarcaba las culturas regionales colombianas; Área Andina Septentrional, donde se asentaron las culturas de Valdivia, la Manteña y la del Milagro, más los posteriores reinos de Quito y Cañar; el Área Andina Central, donde encontramos a las culturas de Supe, Chavín, Moche, Nazca, Recuay, Wari, Chimú, Chachapoya e Inca; el Área Andina Centro Sur, con las culturas Chinchorro, Pucará, las atacameñas, la Tiahuanaco y la Aymará; el Área Andina Meridional, con las culturas chilenas; y el Extremo sur o Araucanía.
Tocó a Cristóbal Colón  el primer contacto con el maíz; así pues fue el primer europeo que lo conoció. Pero fue Pedro Mártir de Anglería, clérigo italiano miembro del Consejo de Indias y cronista destacado, quien nos proporciona una descripción de la planta, que a la letra dice en el libro Décadas del Nuevo Mundo:
El pan lo hacen también (los indios), con poca diferencia, de cierto trigo harinoso, de qué tienen mucha abundancia los de la Insubria y los granadinos españoles. La panocha tiene de largo más de un palmo, tira a formar punta y tiene casi el grueso de un brazo. Los granos están admirablemente dispuestos por la naturaleza; en la forma y el tamaño se parecen a la legumbre arvejón; de verdes están blancos; molidos son más blancos que la nieve. A esta clase de trigo llaman maíz.
Por otra parte, Fernández de Oviedo –madrileño, cronista y conquistador- En su libro Historia General y Natural de las Indias nos cuenta que:
Este pan tiene la caña e asta en que nasce tan gruesa como una lanza o asta quieta, y algunas como el dedo pulgar, e algo más e menos, según la bondad de la tierra donde se siembra.  Crece, comúnmente, mucho más que la estatura de un hombre; e la hoja es como de caña común de Castilla, y es mucho más luenga e más ancha, y más verde, y más domable o flexible hoja, e menos áspera. E cada una caña hecha a lo menos una mazorca, e algunas dos e tres, y hay en cada mazorca doscientos y trescientos granos, e aún cuatrocientos, e más e menos, e aún algunas de quinientos, según es la grandeza de la mazorca. E cada espiga o mazorca déstas, está envuelta en tres o cuatro hojas o cáscaras juntas e justas al grano una sobre otra, algo ásperas, e cuasi de la tez o género de las hojas de la caña en que nasce, y está tan guardado el grano por aquellas cortezas o cáscaras que lo cubren, que el sol ni el aire no le ofenden, e allí dentro se sazona.
En 1493, durante su segundo viaje, Cristóbal Colón llevó el maíz a España y lo presentó ante los Reyes Católicos: Isabel I de Castilla y Fernando II de Aragón. Según las crónicas nos informan, el maíz fue descubierto por el Almirante en su primer viaje a América, el 6 de noviembre de 1492, en la isla de Cuba. Al maíz los naturales le llamaban maíz en voz taína. Magallanes lo encontró en Río de Janeiro hacia el año 1520; y Jacques Cartier afirma que en Hochelaga, hoy Isla de Montreal y la mayor del archipiélago de las islas de Canadá, se encontraba rodeado de campos de maíz.
De España el maíz pasó a otras regiones donde el clima era cálido y húmedo. Por ejemplo a Portugal, donde llegó en el año de 1579; al suroeste de Francia, a la Bresse, y a Galicia, España, arribó en 1612. A Venecia, Italia,  llegó en 1554; para después pasar a la planicie del Po, desde donde emprendió su camino a Rumania, Serbia y Turquía. Cerca de cincuenta años después, el maíz era conocido en todo el Continente Europeo. Los venecianos lo llevaron a Egipto en 1540 a través de  Turquía y Siria.  Se dice que los portugueses llevaron el maíz al Golfo de Guinea en el año de 1550. A China llegó en 1530, desde la India o Birmania, según consta en las crónicas del distrito de Hunan, como tributo al emperador Ming. En china se le llamó yu mai, cereal imperial. A casi un siglo de haber llegado a Europa, el maíz ya se conocía en zonas de los Balcanes y el Danubio.
Hoy en día el maíz se cultiva en casi todo el mundo; es uno de los cereales más útiles y apreciados por el hombres. Son muchas sus variantes, y muchas más las formas en que se prepara para su consumo, sobre todo en América. ¡Nuestro maíz ha viajado mucho!

Sonia Iglesias y Cabrera