Una noche de lluvia un autobús
transitaba por la carretera que va desde Toluca hasta Ixtapan de la Sal, pueblo
mágico ubicado hacia el suroccidente de Ciudad de México.
Los pasajeros iban dormidos y el
chófer intentaba mantener el control dada la gran cantidad de lluvia y lo
mojado de la carretera. Al llegar a la altura de las curvas de Calderón, los
frenos del autobús no respondieron y el auto salió volando a través de un
barranco.
Todos los pasajeros murieron; los que
no fallecieron como consecuencia del impacto, murieron abrasados por las
llamas.
La leyenda del autobús fantasma hace
referencia a este hecho, e indica que por dicha carretera suele circular un
autobús de muy vieja data, lleno de pasajeros que no dicen una palabra y que
están finamente vestidos.
Según la leyenda, este autobús se
detiene ante el pedido de pasajeros regulares. Cuando los pasajeros que recogió
llegan a su destino, el chófer del autobús les pide que se bajen sin mirar
atrás. Se dice que quien obedece esta petición solo escuchará el autobús
alejarse, aunque no será posible verlo de nuevo.
En cambio, quienes no hacen caso y
miran atrás, a pesar de la petición del chófer, el escenario que verán los
pasajeros será un autobús lleno de los cuerpos maltratados de quienes
perecieron en dicho autobús, y ya no será posible bajar de este nunca más.