En ocasiones la madurez llega con los
años, pero otras lo hacen con los daños, y maduramos a base de decepciones y
caídas. No obstante, todo ello nos ayuda a crecer
Madurar es ser feliz sabiendo que no
todo es perfecto. Es crecer con aprendizajes, avanzar, evolucionar con la vida
y conocer los ritmos que se pueden llevar para elegir uno.
Es subir montañas y confrontar
vivencias, fortalecernos con los sentimientos de vernos en la obligación de
tener que lidiar con el malestar es una fuente de aprendizaje, cambio y
crecimiento.
Con el tiempo aprendes que no hay amor
más poderoso que el propio y que este es la base de nuestra habilidad ante la
vida. Porque querernos supone nuestro punto de apoyo, nuestra muleta para
levantarnos de cualquier caída y que nuestras fracturas duelan menos.
La madurez emocional es un campo de crecimiento que se abona con los años y con los daños. En este último sentido, es curioso cómo crecemos particularmente en los momentos de mayor complicación y sufrimiento.
En la época de los manuales para casi
todo, nos hace falta un “Manual de vida para madurar” e ir creciendo entre la
multitud de mensajes que nos indican lo que tenemos y lo que no tenemos que
ser, así como lo que tenemos y lo que no tenemos que lograr.
Sin embargo, aunque hubiera un libro
que se titulase “Manual de vida para madurar”, realmente no hay fórmulas
mágicas para hacerlo. Cada uno tiene su ritmo y su punto álgido, por lo que no
hay algoritmo que pueda determinar cómo una persona tiene que o va a crecer.
Algunas señales de madurez emocional
Generalmente llega un momento en el
nuestro propio recorrido emocional nos hace plantearnos cuál es la calidad del
camino que hemos ido conformando. ¿Cuáles son las señales que nos indican
nuestra evolución emocional?
Saber decir adiós
Las personas emocionalmente maduras
saben que la vida es mucho mejor si se vive en libertad. Así que dejan marchar
lo que ya no les pertenece, pues comprenden que mirar al pasado nos impide
cerrar etapas y cicatrizar nuestras heridas emocionales.
Fluir con la vida y limpiar el dolor
emocional
Cuando hemos aprendido lo suficiente
de nuestro dolor, quitamos el miedo de mirar hacia nuestro interior para sanar
nuestro pasado emocional y subir un nuevo escalón en la vida.
Conocer lo que se piensa y se siente y
poder hablar de ello
Dejando de revisar nuestro interior no
conseguimos escapar de él, sino permitir que lo negativo de nuestro pasado
maneje a su antojo nuestra vida presente. Y esto, por supuesto, resta espacio a
lo positivo y, además, duele. Duele mucho.
La claridad mental de las personas
maduras contrasta con la pereza y el caos constante de las personas que no han
alcanzado este punto de madurez. Por
eso, la madurez mental ayuda a resolver problemas de la vida cotidiana de manera eficaz.
Dejar de quejarse
Las personas maduras han aprendido que o cambiamos o aceptamos,
pero que no sirve de nada quejarse.
Empatizar con los demás sin sentirse
abrumadas
Las personas maduras son capaces de
gobernar y manejar sus emociones y las que les contagian.
No castigarse por cometer errores
Los errores son la mejor manera de
aprender, pues nos ayudan a comprender aquello en lo que fallamos. Por eso, las
personas maduras no se castigan por sus limitaciones, sino que procuran
trabajar para mejorarlas.
Apertura emocional
Cuando evolucionas te das cuenta de
que las corazas solo dificultan el avance. Puede que ponernos barreras sea útil
en algún momento, pero lo importante es que nos las quitemos a tiempo.
Las personas maduras disfrutan tanto
del tiempo en soledad como del tiempo compartido
El texto que os vamos a presentar más
abajo se atribuye a Charles Chaplin. Sea o no esta su autoría, es un bello
reflejo de las idas y venidas que supone caminar por la vida, madurar y
cambiar.
Ya perdoné errores casi imperdonables.
Trate de sustituir personas insustituibles, de olvidar personas
inolvidables. Ya hice cosas por impulso.
Ya me decepcioné con algunas personas, mas también yo decepcioné a alguien.
Ya abracé para proteger. Ya me reí
cuando no podía. Ya hice amigos eternos. Ya amé y fui amado, pero también fui
rechazado. Ya fui amado y no supe amar.
Ya grité y salté de felicidad. Ya viví de amor e hice juramentos eternos,
pero también los he roto y muchos.
Ya lloré escuchando música y viendo
fotos. Ya llamé solo para escuchar una voz.
Ya me enamoré por una sonrisa. Ya pensé que iba a morir de tanta
nostalgia…
Tuve miedo de perder a alguien
especial (y termine perdiéndolo) ¡pero sobreviví!
¡Y todavía vivo!
Yo ya no paso por la vida. Y tú
tampoco deberías dejarla pasar…
¡¡¡VIVE!!!
Bueno es ir a la lucha con
determinación, abrazar la vida y vivir con pasión. Perder con clase y vencer
con osadía, porque el mundo pertenece a quien se atreve y la vida es mucho más
para ser insignificante.