sábado, 22 de julio de 2017

EL REY CONDOY Y EL PUENTE DEL DIABLO

Cuentan los zapotecas que hace muchísimos años brotaron en tierra Mixe dos huevos místicos. Del primero nació una serpiente que se ocultó en las entrañas de la tierra, donde se dedica a comer rocas. Cuando come demasiado, se producen los temblores de tierra. Del otro huevo, en cambio, nació un niño que se convirtió en hombre en un solo día. Los mixes lo bautizaron Condoy y lo convirtieron en su rey.
Dicen que Condoy era capaz de las hazañas más asombrosas, siempre y cuando las realizara de noche. Bajo la luz de la luna, nada resultaba imposible para él.
Los zapotecas pronto aprendieron a temer sus incursiones nocturnas: Condoy los atacaba con frecuencia, robándoles alimentos que luego repartía entre su pueblo.
Sus hazañas pronto le valieron el mote de Diablo entre el pueblo zapoteca.
Una noche, sin embargo, los zapotecas consiguieron capturar al Diablo durante sus saqueos. Y a cambio de su libertad, Condoy ofreció construir, en lo que quedaba de la noche, un puente para unir las dos regiones zapotecas. Pero cuando su propuesta fue aceptada, puso una condición: si conseguía además terminar el puente antes de que cantase el primer gallo, se llevaría a su pueblo a la muchacha más bella que viviese entre los zapotecas.

Sus captores fingieron aceptar esta condición, pero comenzaron al mismo tiempo a urdir un plan para evitar cumplirla. Así fue como el pueblo entero se congregó junto al río para ver a Condoy construir el puente. Entre ellos, una bruja ocultaba un gallo bajo su manto. Poco antes de que Condoy terminara el puente, la bruja hizo cantar al gallo antes de su tiempo habitual. El Diablo había perdido la apuesta. Furioso, Condoy emprendió la fuga y ya no pudieron volver a atraparlo. El puente quedó, entonces, inconcluso. Y así permanece hasta hoy, en San Juan Tabaá, Oaxaca, donde se lo conoce como Puente del Diablo.
Realmente, fueron los españoles los primeros en construir puentes de piedra en América. Lo hacían porque el material hace que el puente no requiera mantenimiento, tan sólo mucha mano de obra para su construcción. Mano de obra que en este caso, no fue española sino zapoteca. No resulta difícil imaginar al pueblo zapoteca madurando esta bella leyenda durante las largas horas de trabajo forzado.
Después de todo, el Diablo parecía haber llegado verdaderamente a sus tierras.