sábado, 27 de abril de 2013

LOS ANIMALES Y LOS SERES QUERIDOS FALLECIDOS


Las maneras en que sentimos las señales o mensajes de los seres amados que partieron recientemente son muchas y variadas.

Los adultos tenemos más dificultad que los niños y los animales en percibirlas. En otras entradas hemos hablado de los niños, de cómo perciben y se relacionan con los seres queridos que han fallecidos.

En esta ocasión, los protagonistas son los animales. Al igual que los seres humanos, también perciben a los seres que han fallecido o están viviendo momentos críticos. Les notan y ven con facilidad; su sensibilidad e instinto es mucho mayor que los nuestros.

Las personas que tenéis animales, seguro que habéis vivido situaciones especiales con vuestras mascotas, en las que el perro o el gato, miraban hacia un lado, una pared, se quedaban quietos y no había nadie allí. Nadie que viéramos, pero el animal lo estaba reflejando. Otras veces, con su comportamiento están intentando comunicarnos que algo no va bien, que alguien ha sufrido un accidente, está grave; y también, pueden sentir la muerte de un ser querido antes que lo sepamos.

Hace unos días, Juan me contaba un caso similar. Su hijo, Ander murió hace un par de años en un accidente de moto. En casa siempre han tenido animales, y el perro de Ander se llama Lur.

Un día, hace dos años, Lur comenzó a ladrar de repente, sin que hubiera ningún motivo para ello. Intentaban calmarle pero no podían. Fue a más, Lur cambió su manera de ladrar por una especie de sollozo triste y se quedó quieta en un rincón de la casa, justo delante de la puerta de la habitación de Ander.

Les extrañó su comportamiento, nunca se había portado así, pero no hicieron nada. Pensaron que sentía añoranza, Ander llevaba un mes estudiando en otra ciudad. A las horas recibieron una llamada explicándoles que Ander estaba en el hospital, había tenido un accidente con la moto y estaba muy grave. Cuando llegaron a verle, ya había muerto.

Juan, contaba que hace unos meses, descubrieron que Lur estaba jugando con alguien invisible. No daban crédito. Iba a buscar una pelotita y la dejaba a los pies de la nada. Lur saltaba, movía la cola contenta y salía a coger la pelotita. Se comportaba del mismo modo que cuando jugaba con Ander a ir a buscar la pelota. Su corazón les decía que Ander estaba allí pero la cabeza, gritaba, que era imposible.

A lo largo de todo un mes, volvió a repetirse la misma escena. Lur corría, llevaba la pelotita y saltaba. Seguía sin haber nadie junto a Lur. También observaron que volvía a dormir junto a la cama de Ander, igual que cuando él vivía. Juan y su mujer, se dieron cuenta de que aunque ellos no veían a su hijo, Lur si lo hacía. En sus corazones no quedaba ninguna duda, Ander estaba allí. Y fue en ese momento, cuando recordaron lo que pasó con Lur horas antes de que muriera Ander. Les estaba comunicando que Ander no estaba bien.

Ya no ha vuelto a ocurrir más veces. La última fue especial. Lur en vez de llevar la pelota a la nada, se la llevó a ellos. Dejó la pelota en el suelo, ladró mientras volvía la cabeza hacia el vacío. Juan supo que era su hijo, el que les había mandado la señal a través del perro. Aunque no pudo ver a su hijo, le sintió con Lur y decía que para él, era muy importante, pues sabía que Ander había estado en la casa, con ellos y con el perro.

Historias como la de Juan hay muchas, cada una distinta de las demás, pero con un mismo punto de unión, los animales ven y perciben a los seres que han muerto como si estuvieran a su lado, y también nos avisan a su manera de que algo que desconocemos, no va bien.

Los animales, perciben, sienten y ven. No sólo son una fuente de amor y cariño, de apoyo y compañía en nuestras vidas; sino también, pueden ayudarnos a ver las señales que no podemos percibir con tanta claridad.

Escrito el 14 de enero de 2013 por María Eugenia Aurensanz que aparece en el blog “Comunicación entre dos mundos, vida y muerte”