Todos
tenemos nuestros problemas. Cada persona es un mundo y dentro de cada mundo hay
miles de catástrofes, miles de momentos en los que todo se viene abajo y en los
que todo se ve negro. Todos tenemos nuestros demonios, nuestro pasado que nos
persigue allá donde vayamos y nuestro presente, que será mejor o peor a lo ya
vivido, pero que es lo que nos toca enfrentar en este momento.
Por
eso, sabiendo que cada uno tiene sus problemas, quiero que pienses algo: ¿qué
parte de mi día quieres ser? La que, por la noche, en la cama, recuerde y me
haga enfadar, la que me haga sentir mal, o la que me de las fuerzas necesarias
para sonreír cuando todo se vuelva oscuro, cuando todo parezca ir a peor. Elige
tú, que yo no puedo. Si fuera cosa mía, todo el mundo sería bueno.
Antes
de decir algo, piensa. Antes de hacer algo, reflexiona. Puede que lo que a ti
te resulte indiferente, le hunda el día por completo a la otra persona. Todos
somos humanos, todos tenemos sentimientos que se rompen en mil pedazos al más
mínimo viento en contra.
No
pagues conmigo el mal que te hagan otros, ni dejes que tu sonrisa desaparezca
por culpa de un mal momento. La vida es una sucesión de ellos y tenemos el
poder de elegir rumbo, de tomar las decisiones que hagan falta para, no solo
mejorar nuestra vida, sino también la de todos los que nos rodean.
Piensa
qué parte de mi día quieres ser, cómo quieres que te recuerde esa noche en la
cama, cuando el sueño me sea esquivo y los recuerdos de ese día me asalten el
alma. Elige tú, elige bien. Tienes el poder de ser la razón por la que alguien
sonría.