Debemos enseñar a los niños que las
palabras por favor y gracias les pueden abrir muchas puertas, y que el respeto
a los que les rodean es fundamental para ser igualmente respetados.
El valor de dar las “gracias”, de
tratar con respeto el alma del otro, el hacer uso del “por favor” en nuestras
demandas o interacciones con aquellos que nos rodean es un acto de nobleza que
merece la pena transmitir a los más pequeños.
Es muy posible que tú mismo seas “de
esa generación”, de aquella a la que le enseñaron con firmeza que a las
personas se les respeta, y que es necesario tratar con cariño para, a su vez,
ser tratado también con reconocimiento.
Es esencial fomentar también este tipo
de costumbres en nuestros hijos para que en su día a día no solo den ejemplo,
sino que propicien entornos sociales más respetuosos y poder crear así, un
mañana más íntegro.
Gestos de cortesía para permitirles
conectar mejor con el mundo
Cuando alguien ofrece a un niño de
cuatro años un regalo, es común que los padres le indiquen aquello de “¿Qué se
dice ahora?”, a lo cual, el niño, casi a regañadientes y en voz baja, diga eso
otro de “Gracias”.
No importa si hemos de repetírselo
muchas veces: llegará un momento en que no solo lo automatice, sino que se dé
cuenta de lo que consigue.
Cuando pide “por favor” las cosas en
clase, puede descubrir que un compañero se las ofrece con una sonrisa. A su
vez, al decir “gracias”, el otro niño le responderá con agrado.
Todo ello propicia poderosas
conexiones basadas en las emociones positivas.
Este tránsito entre dar las gracias de
forma obligada hasta que el propio niño lo hace con espontaneidad y con agrado
es un proceso maravilloso que revertirá en su vida.
Porque los gestos positivos ofrecen
calidez, y tratar con respeto a los demás hace las cosas más fáciles.
El poder de la crianza respetuosa
Estamos seguros de que ya has oído
hablar de la “crianza respetuosa”. Es un concepto traído por autores William
Sears o John Bowlby.
En esta interesante corriente se
enfatiza la necesidad propiciar la adaptación natural del niño a sus entornos,
así como de fomentar la empatía en el niño, ese vínculo emocional que le
permitirá entender mucho mejor el mundo, a las personas y a sí mismo.
La crianza respetuosa es aquella donde
se fomenta un apego saludable entre los padres y los niños, hay cercanía
física, abrazos, caricias, palabras positivas y una comunicación continua.
Pilares como las palabras positivas
son clave en esta corriente.
Por ello, se intenta propiciar una
educación basada en el refuerzo positivo, en la necesidad de dar las gracias,
de pedir por favor, de ser pacientes y respetar los ritmos y los tiempos de los
niños a la hora de adquirir conocimientos.
La crianza respetuosa defiende que la
emoción positiva tiene más poder que la negativa. Nuestros cerebros buscan
siempre ese tipo de estímulos para sobrevivir y adaptarse mejor.
Por ello, cuando el niño descubre que
dar los buenos días, que pedir las cosas por favor y dar las gracias les
proporciona refuerzos y un trato positivo, nunca lo van a dejar de hacer.