Las carencias afectivas pueden hacer
que nuestros hijos, el día de mañana, sean personas inseguras e inestables, por
lo que no debemos descuidarlos durante su infancia, ni más adelante.
Las carencias afectivas provocan
muchos problemas en los niños, aunque muchas de estas no se manifiestan hasta
la edad adulta. Es entonces cuando nos empezamos a encontrar con dificultades
que no logramos solucionar.
Dentro de estos problemas se
encuentran los que comprenden las relaciones interpersonales que nos llevan por
el camino de la amargura al no saber cómo solventarlos. Todo viene de atrás, de
nuestra infancia.
Carencias afectivas que duelen
Dentro de las carencias afectivas se
encuentran las situaciones familiares inestables y traumáticas, el maltrato, la
falta de cuidados, etc.
Como podemos comprobar, en todo esto
hay un descuido hacia el niño que sufre y vive todo esto de una manera muy
profunda.
¿Por qué lo permitimos? ¿Los padres no
se dan cuenta de que todo esto les afectará en un futuro? Lo cierto es que los
progenitores creen que los más pequeños no son conscientes de lo que en
realidad ocurre y se encuentran “tranquilos”.
No obstante, la realidad es
completamente diferente. Los niños se encuentran muy receptivos y despiertos
ante los múltiples estímulos negativos ante los que están expuestos.
Todo esto condicionará su día de
mañana.
Es aquí cuando surgen, pasados los
años, los problemas de dependencia emocional, de miedo a la soledad, de
diversas dificultades para mantener relaciones sanas con el resto de personas.
Aquello que un día los mayores
pensaron que no les afectaría lo ha hecho y a lo grande.
Síntomas de carencias afectivas
Aunque es cierto que las dificultades
se agudizan cuando somos adultos, muchas se pueden detectar en la propia
infancia si somos lo suficientemente observadores.
Eso sí, tenemos que estar alerta y
prestar atención, porque algunas son intermitentes.
Si las carencias afectivas se tratan
en la propia infancia, el resultado será muy positivo. Sin embargo, si no las
identificamos y no hacemos nada, cuando los niños sean adultos se encontrarán
con multitud de barreras.
Entre los síntomas de carencias
afectivas en niños podemos encontrar:
Problemas con el control de los
impulsos.
Cambios bruscos en la conducta.
Desconfianza generalizada hacia los
demás.
Respuestas agresivas.
Desarrollo deficiente del lenguaje y
habilidades sociales.
Déficit de atención.
Trastornos de ansiedad.
Dificultades para expresar
sentimientos y problemas para modularlos.
Muchos de estos síntomas pueden
trasladarse a la edad adulta, y en varios casos de una forma más dolorosa y
preocupante, ya que nos encontramos en un estado avanzado del problema que no
resultará fácil solucionar.
El deterioro del desarrollo de los
niños
Como hemos podido comprobar, no
solamente afecta a sus emociones y la capacidad de transmitir sus sentimientos,
sino que los niños ven afectado su desarrollo. Esto les causa serios contratiempos
en su aprendizaje desde muy pequeños.
El estrés y la ansiedad, tan extraños
en estas primeras etapas de la vida, son uno de los síntomas más llamativos y
que no debemos pasar de largo.
No son características habituales en
una de las edades de mayor disfrute y relajación con respecto a las
preocupaciones que sí tienen los adultos.
Pero… ¿todo esto surge en
circunstancias extremas? La verdad es que no es necesario encontrarnos con
situaciones de maltrato, abandono o divorcios para que los niños desarrollen
este tipo de carencias afectivas.
Una educación de poca calidad también
provocará el deterioro de su desarrollo y posibles dificultades futuras que les
afectarán de forma importante. Un ejemplo de esta educación deficiente es la
cantidad de horas que un niño puede pasar frente al televisor.
El trabajo de los padres y las pocas
ganas que tienen de aguantar sus rabietas provocan que utilicen ciertos
comodines nada beneficiosos para sus hijos. Ordenadores, móviles, juegos…
Los
niños no disfrutan, no salen, no interactúan con los demás. Tan solo existe una
pantalla que les atonta y ellos.
Todo niño necesita unas normas y unos
cuidados que les preparen para ser buenas personas el día de mañana,
responsables y con valores. Si descuidamos lo que necesitan por pereza, las
carencias afectivas harán acto de presencia.
Los progenitores tienen una gran
responsabilidad cuando traen un niño al mundo. Nadie debería darse el lujo de
tirar toda esta responsabilidad por la ventana y después quejarse de la actitud
de sus hijos.
La educación, preocuparnos por lo que
les pasa y cómo viven las situaciones será necesario para evitar que las
carencias afectivas, un día, dificulten su vida.