Hay días que perdemos mucho tiempo en
tutoriales de Internet en Youtube u otras plataformas. Vemos cómo la gente hace
cosas productivas con su vida, mientras el resto estamos, simplemente, mirando.
Pero cuando lo intentamos nosotros… es un completo fracaso. ¿O es que a ti no
te ha pasado nada de esto?
La oveja negra
El castor
Esos hermosos conejitos
Pequeños Santa Claus
Sí, todo parece fácil en Youtube, o en
los tutoriales de imágenes que encontramos en la red: cortas la fresa, pones
encima un poco de nata, un par de semillitas por aquí, otros pegotes por aquí,
y tienes unos adorables Santa Claus, que pueden servirte para dar la bienvenida
a la Navidad.
El probable es que cuando lo ves en
vídeo, te parece muy fácil, pero luego te das cuenta de que realmente no lo es.
De que la consistencia de la crema, o de la nata tiene que ser tal o cual, y al
final, lo que te queda es algo parecido a la matanza de Texas en versión Pin y
Pon.
Aquí podríamos dudar realmente de si
lo ha intentado o no. Vale, parece algo complicado: haces una magdalena, cortas
las nubecitas en pequeños trozos, y luego, le pones ojos o le pintas la cara.
El fracaso es más que evidente, la verdad. De hecho, lo de la derecha no parece
una oveja.
Podríamos decir que es la oveja negra
de la familia, pero es que ni siquiera es eso. Digamos que es una oveja
disfuncional, un proyecto de oveja que se quedó a la mitad. O el patito feo. Si
total, parece cualquier cosa, menos una oveja. Así que, ¿qué más da?
El osito se va a dormir
Vale, los japoneses hacen cualquier cosa
para que luego sus niños se coman todo lo que hay en el plato. Ah, ¿es arroz
integral? No pasa nada. ¿Tortilla solo de claras? ningún problema. Pero cuando
intentamos hacer nosotros una versión, con brócoli, por eso de tienen que comer
más sano, en vez de echar al oso a dormir, parece que es el monstruo de tu
infancia que se esconde debajo de tu cama.
Igual era un intento de Shrek, pero… a
mí me daría miedo comerme eso, es como si nos estuviera amenazando de muerte o
algo así: “como me comas, me regurgitarás”. Cualquiera come ahora brócoli.
Ese rollo divertido
Este es el claro ejemplo de cómo las
cosas pueden ir de más. Seguramente, lo primero lo hizo un japonés, porque
nosotros desde luego no tenemos tanta maña como para que algo nos salga tan
bonito y colorido. El segundo, es el intento de cómo nosotros lo haríamos. Y aun
así, nos parece bonito.
Más que nada porque si de verdad lo
intentáramos nosotros, probablemente acabaría la cocina quemada y con
chorretones de color azul por todas las paredes de la cocina.
Esas rosquillas
Mira, puede que los de la primera foto
hayan contratado a un fotógrafo especializado en comida, o algo así, porque eso
es más que bonito. Lo segundo no es que sea bonito, pero podemos decir que al
menos, es más realista. Porque es así como suelen salir las cosas: deformes y
con restos de chocolate.
Bueno, eso no quita que al menos, de
sabor estuviera bueno, así que si lo estaba, podría consolarnos. Aunque sea un
poquito. Porque de otra forma no nos comeríamos algo que parece que ha sido
sacado del contenedor de lo que no ha pasado el control de calidad de la
fábrica de galletas.
Del romanticismo al bacon
No sé vosotros, pero yo pienso que el
bacon no tiene nada de romántico, pero podría ser una analogía perfecta de qué
es lo que pasa con el amor si lo sometes a mucha temperatura (o a mucha
presión, según el caso): que al final se deshace y se deforma. Vamos, que en
realidad podemos aprender más de filosofía en los tutoriales de comida de
Yotube, que de cocina en sí.
Pero bueno, al menos es algo que
sacamos. Aunque sea una reflexión profunda de este tipo.
El perro
Pinteres es esa red social donde todo
es bonito, de unicornios y chachi-guay. Da igual lo que busques, alguien lo
habrá hecho bonito. Y si no, mira este pan en forma de perro, para que luego
vayas mojando en salsa. No parece tan difícil: le das la forma, y pones los
ojos y la nariz, no hay más. Bueno, pues como siempre, luego resulta mucho más
complicado de lo que es.
Porque eso de dar forma a un perro,
puede que no sea lo nuestro. Ya que al final, lo que te sale es algo parecido
aun churro sin forma que puede llegar a parecer un perro atropellado. Como
mucho.
La Sirenita
Ya hemos visto otras veces tartas
alucinantes. Pero claro, si quieres que algo salga bien, lo mejor es que lo
encargues, y que lo haga un especialista, porque te puedes cargar uno de los
días más importantes de tu niña con un poco de crema pastelera. Más que nada
porque si eso es el intento de hacer una sirenita, has fallado por completo.
Ojo, igual la tarta está buenísima,
pero si no entra por los ojos, también puede ser un caso perdido. Más que nada,
porque nadie querría comerse algo que en vez de una sirenita parece un payaso
al que han pegado con una sartén en la cara.
Esta moda de los cupcakes nos ha
arruinado la vida. Nosotros, que estábamos tan felices con nuestras míseras magdalenas
de pueblo, vienen sus hermanas pijas de Nueva York, y nos ponen ante los ojos
lo que sería el equivalente de una modelo de alta costura. Y es entonces cuando
intentamos imitarlas.
Entonces, en vez de un castor, parece
un conejo al que le hace falta una ortodoncia.
Hola, corazones
Serán las galletas más bonitas que
habrás visto… hasta que veas cómo puede salir si lo intentas tú en casa. Ni
siquiera parecen galletas o un intento de lo anterior. Más bien es como si
fueran restos de una pizza que se han quedado en el horno desde hace un montón
de días. En cualquiera de los casos, esto hace que prefiramos comprarlos, en
vez de crearlo nosotros mismos.
Puede que el sabor de haberlo hecho tú
mismo sea bueno… pero si está hecho por alguien que sabe hacerlo de verdad,
probablemente quede muchísimo mejor.
Foto
Esos patitos tan monos
A mí me daría pena comerme esos
patitos tan monos. Pero teniendo en cuenta las habilidades de cada uno,
probablemente yo ni intentaría hacerlo. Además, el resultado de abajo, ha
quedado… no decente, pero al menos se ve que son patos. Lo malo es que parecen
patos que están pidiendo que les sacrifiquen.
Algunos, por las perlas de chocolate,
parece que están llorando sangre, y sufriendo. Por favor, acabad con el
sufrimiento de estos patos.
Una galleta perfecta
En realidad, esto es lo que pasa
cuando metes la masa en el horno, pero es como si nos explicara la propia
galleta qué es lo que puede pasarnos si nos comemos esa misma galleta. Es un
ejemplo muy explícito que hace que no quieras comer galletas nunca más. Pero
nunca más.
Si has visto el tutorial de imágenes
de esto, en el que te enseñan paso a paso cómo hacer esos adorables conejitos,
de verdad que no parece tan difícil: solo había que hacer agujeros para los ojos
y hacer unos pequeños cortes para formar las orejas. Pero no sabemos si la masa
requiere ciertos ingredientes especiales o qué, porque algo que es tan sencillo
no puede salir tan mal.
Y es que lo segundo parece más bien un
conejo que ha pasado por Chernobyl que uno de esos adorables conejos de pan que
te dan pena comértelos de lo bonitos que son.