sábado, 7 de octubre de 2017

LA CUITLAPATON



En su monumental Historia General de las Cosas de Nueva España, el fraile español Bernardino de Sahagún dedica varios capítulos a describir las apariciones que llenaban de pavor a los mexicas. Al parecer, este pueblo creía seriamente en los fantasmas, y disponía de una colección de historias verdaderamente aterradoras sobre las excursiones nocturnas de estas temibles criaturas.
Según Fray Bernardino, la mayoría de los fantasmas se aparecían a los mexicas cuando visitaban de noche los lugares excusados. Es decir, cuando iban a hacer sus necesidades.  Allí era cuando solían toparse con las apariciones más monstruosas, que solían hacerlos volver a sus casas temblando de pavor.
En general, estas apariciones eran interpretadas como ilusiones enviadas por el dios Tezcatlipoca, “El Espejo que Humea”. Una de las más aterradoras era sin duda la Cuitlapanton, o Centlapachton. Se trataba de una mujer de muy corta estatura y cabello muy oscuro y largo, que le caía más debajo de la cintura. Caminaba con el característico andar de los patos. La Cuitlapanton se aparecía siempre dando terribles gritos, y gemidos capaces de erizar los cabellos. Quienes la veían interpretaban su aparición como el augurio de que iban a morir pronto. O de que alguna desgracia les sobrevendría. Fray Bernardino refiere que, si algún valiente trataba de capturarla, la Cuitlapanton se desvanecía en el aire para reaparecer a poca distancia, burlándose de su perseguidor.
Otro tanto sucedía con otra frecuente aparición de mal agüero: un muerto vestido con mortaja que lanzaba también terribles gemidos. Quien se arrojaba sobre él para capturarlo, pronto se encontraba aferrando entre sus manos nada más que tierra y pasto.
Otra aparición común, según Fray Bernardino, era la de una calavera sola que aparecía entre la maleza, intentando morder los tobillos de los desprevenidos transeúntes. O los perseguía, dando saltos detrás de ellos, hasta que echaban a correr, enloquecidos de terror. Tampoco esta calavera se dejaba capturar: y sus saltos cubrían enormes distancias.

Los mexicas creían también que el dios Tezcatlipoca encarnaba a veces en un coyótl (coyote), y se aparecía en el camino de los viajeros, impidiéndoles el paso. Por eso, los viajeros mexicas interpretaban la aparición de un coyote en su camino como un signo de que algo malo les ocurriría más adelante. Y regresaban por donde habían venido.