Temía estar solo, hasta que aprendí a
quererme a mí mismo…
Temía fracasar, hasta que me di cuenta
que únicamente fracaso cuando no lo intento...
Temía lo que la gente opinara de mí,
hasta que me di cuenta que de todos modos opinan…
Temía me rechazaran, hasta que entendí
que debía tener fe en mí mismo…
Temía al dolor, hasta que aprendí que
éste es necesario para crecer…
Temía a la verdad, hasta que descubrí
la fealdad de las mentiras…
Temía a la muerte, hasta que aprendí
que no es el final, sino más bien el comienzo…
Temía al odio, hasta que me di cuenta
que no es otra cosa más que ignorancia…
Temía al ridículo, hasta que aprendí a
reírme de mí mismo…
Temía hacerme viejo, hasta que
comprendí que ganaba sabiduría día a día…
Hay que vivir ligero porque el tiempo
de morir está fijado.