Quiero agradecer esta entrada a una
persona que se ha puesto en contacto conmigo a través del correo y me ha
preguntado qué sucede y cómo se encuentran nuestros animales queridos, una vez
que han fallecido.
Los animales de compañía, perros,
gatos, pájaros, etc., forman parte de nuestra vida, son considerados uno más de
la familia y su muerte deja huella en nosotros. Sentimos dolor ante su ausencia
y a veces también preocupación por saber dónde estarán e irán. Es bueno saber
que ellos también tienen su sitio en el otro plano y se encuentran bien allí.
Algunos de nuestros animales que ya
han fallecido, nos esperan fielmente hasta nuestra muerte y nos acompañan tanto
en el tránsito como durante nuestra estancia en el más allá. El cariño y el
amor siguen uniéndonos a pesar de estar en dos planos distintos, no sólo entre
los propios seres humanos sino también entre nosotros y nuestras mascotas.
Hace ya unos meses tuve una consulta
de las que no se olvidan fácilmente. Me sorprendió el motivo de la petición de
Ricardo. Hacía dos meses que había perdido a su perro y quería saber cómo
estaba su mascota. Al principio, fui reticente, pensaba qué mensaje podría
darle Lur. Ricardo insistió en que no quería ningún mensaje de él, sino saber
si estaba bien.
Al poco de comenzar la consulta, vi un
perro negro que se sentó a los pies de Ricardo. De vez en cuando, movía las
orejas, se levantaba, daba una vuelta alrededor de su dueño y volvía a
sentarse. Mientras describía a este perro y su comportamiento, observé que
Ricardo se emocionaba mucho. Confirmó que era su perro, siempre actuaba del
mismo modo, era algo típico de Lur.
Lur no sólo vino para que Ricardo
supiera que estaba bien, también comentó que seguía acompañándole allí dónde él
fuera, seguía haciendo lo mismo que cuando vivía, cuidaba de él y de su familia.
Es más, en un momento determinado Lur le pidió a Ricardo que adoptara una nueva
mascota. Ricardo me miró y comentó que había estado pensado hacerlo pero que no
se sentía con fuerzas porque no quería volver a sufrir dolor al perder un nuevo
animal, Lur había sido un perro maravilloso y había marcado una etapa.
Hace poco tiempo, me crucé con él en
la calle y me presentó a Lur II. Me contó que hacía un par de semanas había
recibido una llamada de un amigo para ofrecerle un perro; esta vez no se lo
pensó y decidió adoptarlo.
En otras ocasiones, he podido ver que
algunos animales acompañaban a seres queridos que ya habían fallecido. Personas
que al morir se habían reunido con sus mascotas y viceversa. Recuerdo que en
una ocasión, la abuela de un consultante aparecía acariciando a un gato. No le
sorprendió, al revés se alegró al saber que habían vuelto a juntarse. Historias
como éstas hay varias, aparecen junto a sus dueños y sabemos que los dos están
felices.
Las mascotas siguen junto a nosotros,
sabemos que se encuentran bien. Incluso, alguna de ellas puede regalarnos algún
mensaje, aunque no es lo habitual. Pero si escuchamos a nuestro corazón y
percibimos las señales, notaremos su presencia a nuestro lado. Una vez más, os
invito a percibir las señales de las presencias de nuestros seres queridos que
ya han fallecido.
Escrito por María Eugenia Aurensanz