miércoles, 21 de noviembre de 2018

21 LEYENDAS CORTAS




Las leyendas mexicanas son anécdotas folclóricas de tradición oral que se transmiten de voz en voz, por lo que no cuentan con un autor específico. Se tratan de historias sobre sucesos naturales o sobrenaturales que nacieron en épocas y lugares reales, brindando así verosimilitud a los relatos.
Suelen hablar de milagros o sucesos históricos embellecidos por el vox populi. Dentro de las leyendas entra el mito; este cuenta historias sobre dioses y es parte de la tradición religiosa ancestral de antiguas civilizaciones. Por su parte, la leyenda en general habla sobre sucesos cotidianos ocurridos a personas comunes.
Conocer las leyendas de un pueblo es conocer en gran parte su cultura, pues en las leyendas pueden observarse los intereses, el folclor, los valores o incluso los miedos del grupo de personas que las comparten. En México, esta tradición vocal desciende desde la época prehispánica.
En esa época el relato oral era el método preferido para compartir el conocimiento sobre la historia y el origen de algunas tradiciones. En cambio, durante la época virreinal —con la llegada del catolicismo— comenzó la tradición de las leyendas sobre milagros o espectros de ultratumba.
Con el paso del tiempo, esta costumbre se empleó para difundir sucesos cotidianos misteriosos, naciendo así la leyenda urbana que se comparte también de orador en orador. La siguiente es una lista de leyendas mexicanas, segmentadas según su origen histórico.
La isla de las muñecas
En el turístico canal de Xochimilco, en la ciudad de México, se encuentra un paraje totalmente cubierto por miles de muñecas. El dueño del área, Don Julián, las colocó en toda la isla para ahuyentar el espíritu de una niña, quien murió ahogada entre los lirios y le acechaba por las noches.
Con el tiempo el lugar atrajo a un gran número de visitantes, quienes llevaban a Don Julián más muñecas para su protección. Al envejecer, Don Julián contaba que una sirena del río lo visitaba desde hace tiempo para llevárselo. Cuando el hombre murió de un paro cardíaco, su cuerpo fue encontrado junto al agua.

La planchada
Hace tiempo, en el hospital Juárez de la Ciudad de México trabajaba Eulalia, una amable y paciente enfermera. Todos la reconocían por su buena actitud, sus cuidados y su ropa impecable y siempre bien planchada.
En el hospital se enamoró de un doctor, con quien prometió casarse; sin embargo, él nunca le dijo que ya estaba comprometido. Tras la decepción, Eulalia enfermó, descuidó a sus pacientes y finalmente murió.

Miles de dolientes de la ciudad han asegurado haber sido atendidos por la enfermera, quien ahora vaga por el hospital como alma en pena, cuidando de los pacientes que la necesiten.

El charro negro
La leyenda cuenta que en las noches, junto a los caminos en los pueblos, suele aparecerse un hombre vestido de charro montado sobre un bello caballo negro. Si se es amable con él y se le permite que te acompañe a tu casa, este te dejará en paz y continuará su camino.
Sin embargo, en una ocasión Adela, una joven despreocupada, se lo encontró mientras vagaba. Para aligerar el paso, le pidió al hombre que la subiera al caballo. Cuando se montó, el caballo aumentó su tamaño y se prendió en llamas; el charro desveló su identidad: se trataba del diablo.
Al escuchar los gritos de la joven, los vecinos salieron pero no pudieron hacer nada y la vieron quemarse ante sus ojos. Ella ahora era propiedad del diablo, quien se la llevó mientras ardía.

El chupacabras
A mediados de la década de los 90, un grupo de campesinos mexicanos entró en pánico; en las noches una criatura extraña atacaba el ganado, succionándole la sangre de cabras y vacas por igual. Todos los animales contaban con las mismas características: una mordedura en el cuello.
El pánico fue tal que biólogos estadounidenses comenzaron una investigación al respecto. Concluyeron que no había especie animal que contara con las características del supuesto chupacabras y que probablemente se trataba de un coyote; sin embargo, existen cientos de fotografías y videos de la criatura extraña que aún no han podido ser explicados.

La fundación de Tenochtitlán
Aproximadamente durante el siglo VI, los pobladores de Aztlán –hoy al norte de México– abandonaron su tierra y comenzaron una enorme peregrinación encomendada por Huitzilopochtil, su deidad principal, en búsqueda de la tierra prometida.
Para saber que estaban en el lugar indicado, Huitzilopochtli les enviaría una señal: un águila real parada sobre un gran nopal devorando una serpiente. Al ver esta visión, los aztecas comenzaron la construcción de la gran ciudad que llevaría por nombre Tenochtitlán.

Tal como Huitzilopochtli había prometido, el área era bondadosa, pues su abundante agua les brindaba ventajas económicas e incluso militares. El Imperio azteca sería poderoso y dominaría gran parte de Mesoamérica.
En la actualidad, esta visión del águila sobre el nopal se encuentra plasmada en el escudo de la bandera de México.

La leyenda de los volcanes
En épocas del poderoso Imperio azteca, sus pueblos vecinos eran sometidos a pagar tributo. Los tlaxcaltecas, grandes enemigos de los aztecas, estaban hartos de esta situación y decidieron alzarse en armas.
Popocatépetl, uno de los grandes guerreros tlaxcaltecas, decidió pedir la mano de su amada Iztaccíhuatl, la bella hija de un gran cacique. El padre aceptó, y si él volvía victorioso de la batalla se llevaría a cabo la boda.
Durante la ausencia de Popocatépetl, un hombre celoso anunció falsamente a la dama que su amado había fallecido; tras unos días, Iztaccíhuatl murió de tristeza. Cuando el guerrero volvió victorioso fue recibido con la trágica noticia.
Para honrar su memoria, unió 10 cerros y acostó a su amada en la cima; él llevaría consigo una antorcha y la resguardaría eternamente. Esta leyenda cuenta el origen de los volcanes Popocatépetl e Iztaccíhuatl –la mujer dormida–, que permanecieron juntos para siempre.

La flor de Cempasúchil
La historia de Xóchitl y Huitzilin, dos jóvenes aztecas enamorados, comenzó desde su infancia, cuando ambos solían escalar los cerros y ofrecer flores a Tonatiuh, el dios del sol. Al llegar a edad, Huitzilin debió cumplir sus deberes de guerrero y abandonar su pueblo para combatir.
Desgraciadamente, el joven murió en batalla. Al enterarse de esto, Xóchitl subió a una montaña y rogó a Tonatiuh que les permitiera estar juntos. Entonces, el dios del sol lanzó un rayo sobre ella, convirtiéndola en una hermosa flor de color naranja brillante.
Huitzilin, en forma de colibrí, se acercaría a besar a Xóchitl convertida en flor. Este es el origen de la flor de cempasúchil, utilizada en la tradición prehispánica para guiar a los muertos al mundo de los vivos.

La llorona
Quizá la leyenda mexicana más popular. Habla de una mujer mestiza que tuvo 3 hijos con un importante caballero español fuera del matrimonio. Tras años de pedirle que formalizaran su relación, la mujer supo que el caballero se había unido con una dama española de clase alta.
Como venganza, la mujer mestiza llevó a sus hijos al río para ahogarlos; después, ella tomó su propia vida debido a la culpa. Su alma penaría por las calles de la ciudad durante toda la eternidad, gritando arrepentida por haber matado a sus hijos.

El callejón del beso
En la ciudad de Guanajuato vivía la noble doña Carmen, quien se enamoró del joven Luis. El padre de Carmen, un hombre violento, no estaba de acuerdo con este amor y le advirtió a su hija que se la llevaría a España para casarla con un hombre rico. La dama de compañía de la señora alertó a Luis de lo sucedido.
Don Luis, desesperado, compró la casa frente a la de Carmen. Un angosto callejón unía las ventanas de ambas casas; por ahí, los amantes se juntarían para idear un escape, pero el padre de Carmen los descubrió y clavó una daga en el pecho de su hija. Mientras la joven moría, Luis solo alcanzó a besar su mano desde la ventana.

La mulata de Córdoba
Durante la época de la Inquisición, en el estado de Veracruz vivió una bella joven mulata. Debido a que las demás mujeres la celaban por su belleza, fue acusada de brujería, pero las autoridades cristianas no encontraron pruebas en su contra.
Poco después, el alcalde de Córdoba se enamoró de ella pero nunca fue correspondido. Enfurecido, acusó a la mujer de hacer pacto con el diablo para enamorarlo; debido a sus acusaciones previas, esta vez fue encontrada culpable y sentenciada a la hoguera.
La noche antes de su ejecución, encerrada en un calabozo, pidió al guardia un trozo de carbón; con este dibujó una gran barca. Impresionado, el guardia le dijo que lucía tan real que solo le faltaba andar; acto seguido, la mulata subió al navío y despareció.

El árbol del vampiro
Cuando la Nueva España era aún territorio de aventura para los navegantes europeos, un hombre inglés arribó al poblado de Belén en Guadalajara. Tras su llegada, el hombre fue reservado y solitario; sospechosamente, los animales comenzaron a morir y aparecían los niños sin vida, desangrados.

Una noche, armados de valor, los pobladores buscaron al responsable de los asesinatos. Un grito salió de una cabaña: el hombre inglés había mordido a un campesino. La turba lo enfrentó, le clavó una estaca y le apilaron decenas de ladrillos encima.
Cuenta la leyenda que de entre los ladrillos brotó un árbol, gracias a la madera de la estaca. Dicen los pobladores que si se le arranca una rama al árbol, ­este sangra como lo hacían las víctimas.

La calle de la quemada
Durante la época de la colonia una familia española llegó a la Nueva España. La hija del matrimonio, una joven de 20 años, inmediatamente atrajo a todos los hombres adinerados, quienes querían desposarla. Pero fue un marqués italiano quien se decidió a conquistarla.
Todos los días posó bajo su balcón, retando a duelo a cualquier hombre que la quisiera. Cada mañana aparecían los cuerpos sin vida de transeúntes inocentes que se atrevían a pasar por su ventana. Acongojada por ocasionar estas muertes, la joven decidió desfigurarse la cara.
Acercó el rostro al carbón encendido, borrando así todo rastro de su belleza. Sin embargo, el marqués continuó con su propuesta, pues aseguró que la amaba por su interior.
Conmovida, la joven aceptó ser su esposa. Pasó el resto de su vida escondiendo su cara con un velo negro; la calle de su balcón fue renombrada en su honor.

Autobús fantasma
Una noche de lluvia un autobús transitaba por la carretera que va desde Toluca hasta Ixtapan de la Sal, pueblo mágico ubicado hacia el suroccidente de Ciudad de México.
Los pasajeros iban dormidos y el chófer intentaba mantener el control dada la gran cantidad de lluvia y lo mojado de la carretera. Al llegar a la altura de las curvas de Calderón, los frenos del autobús no respondieron y el auto salió volando a través de un barranco.
Todos los pasajeros murieron; los que no fallecieron como consecuencia del impacto, murieron abrasados por las llamas.
La leyenda del autobús fantasma hace referencia a este hecho, e indica que por dicha carretera suele circular un autobús de muy vieja data, lleno de pasajeros que no dicen una palabra y que están finamente vestidos.
Según la leyenda, este autobús se detiene ante el pedido de pasajeros regulares. Cuando los pasajeros que recogió llegan a su destino, el chófer del autobús les pide que se bajen sin mirar atrás. Se dice que quien obedece esta petición solo escuchará el autobús alejarse, aunque no será posible verlo de nuevo.
En cambio, quienes no hacen caso y miran atrás, a pesar de la petición del chófer, el escenario que verán los pasajeros será un autobús lleno de los cuerpos maltratados de quienes perecieron en dicho autobús, y ya no será posible bajar de este nunca más.

Hospital fantasmal
Esta leyenda hace referencia a un viejo hospital que ya no existe y que se ubicaba en Morelia, en el estado de Michoacán.
Se dice que en ese hospital tuvieron lugar diversos episodios llenos de dolor y sufrimiento, y la leyenda indica que todas las noches pueden escucharse allí los gritos de las personas que allí perecieron o que vivieron el desarrollo de una enfermedad.
En el imaginario colectivo hay información de un caso concreto relacionado con este hospital. Se trató de una mujer que recibió allí un trasplante de riñón. Por mala fortuna, el cuerpo de la mujer rechazó el riñón, por lo que esta perdió los estribos y se lanzó por una de las ventanas del hospital.
Una de las historias asociadas a este hospital es que es posible ver a dicha mujer asomada a la ventana por la cual años antes se lanzó.

Mano peluda
Se dice que a comienzos de los años 1900 vivía en Puebla un hombre de apellido Horta. Él era dueño de un monte pío.
Los montes píos eran una especie de fondos de dinero recolectado a través de contribuciones o descuentos realizados a personas que formaban parte de una organización, para que sirvieran como soporte dirigido al uso de las esposas y los hijos en caso de que el hombre falleciese.
Resulta que el señor Horta se caracterizaba por ser muy codicioso y de mal proceder. Era muy mal visto en el pueblo y muchas personas le deseaban cosas malas. Había un deseo común, que proclamaban todos los que pasaban cerca del establecimiento, y era que esperaban que Dios le secara la mano.
La leyenda dice que, eventualmente, esto ocurrió, dado que una vez que el señor Horta murió, su mano se ennegreció y se puso muy rígida, le creció una superficie de pelo en el dorso y los anillos que siempre usaba terminaron incorporándose a su piel.
Es esta mano la protagonista de la leyenda, pues distintas personas juran haber visto una mano peluda que sale de la tumba del señor Horta, sin estar unida a ningún cuerpo, y se desplaza buscando a quien hacerle daño.

El anillo de Alba
Doña Alba fue una mujer adinerada, cuya única carencia fue no tener hijos. Se dice que una noche, cuando contaba con 80 años, Alba soñó con mucha claridad sobre cómo moriría.
Luego de este sueño encomendó al cura de su parroquia que, una vez muriera, él se encargara de repartir su abundante herencia entre las personas del pueblo en el que ella vivía.
La señora murió, y mientras se llevaba a cabo el velorio y la sepultura, uno de los dos enterradores que trasladó el cuerpo se sintió muy atraído por un gran anillo que Alba llevaba puesto.
Luego de haberla enterrado, estos dos sepultureros fueron al cementerio y desenterraron a la señora Alba. Al llegar a ella se dieron cuenta de que la mano de Alba estaba cerrada y el anillo no podía ser retirado.
Sin ningún escrúpulo, los enterradores cortaron el dedo de Alba en donde estaba el anillo y se fueron. Cuando estaban próximos a salir del cementerio, ambos escucharon un grito ensordecedor.
Uno de los sepultureros no volvió jamás; el otro, antes de salir corriendo, apenas pudo voltear y observar la imagen terrorífica de doña Alba señalándole con la mano del dedo amputado.

La religiosa de la catedral
Esta historia se enmarca en un convento ubicado en Durango, en el periodo en el que tuvo lugar la intervención de Francia en territorio mexicano. Se cuenta que una monja que allí vivía se enamoró perdidamente de un militar francés.
La religiosa siempre veía al soldado francés, pero nunca se atrevió a dirigirle la palabra. En ese contexto apareció el ejército mexicano, que realizó una emboscada en la zona y en la cual apresaron al soldado francés.
Lo más dramático de la historia es que esta monja desde su ventana vio cómo el soldado francés fue fusilado. La leyenda dice que esto sentó tan mal en la religiosa que decidió terminar con su vida lanzándose desde una ventana del convento que daba hacia el patio.

Según la leyenda, en el campanario del convento hoy en día puede llegar a verse la silueta de esta religiosa.

El columpio del demonio
La presente leyenda se sitúa en el municipio de Tecozautla, ubicado en el estado de Hidalgo y muy cerca del estado de Querétaro.
Se dice que para llegar a la carretera principal de la zona es necesario pasar por un camino en el que, según los pobladores de Tecozautlza, siempre hay ruidos extraños y estremecedores.
Existe una anécdota concreta relacionada con un evento que sucedió en esta zona. Resulta que dos jóvenes caminaron de noche por ese camino, tan temido por el público en general. Al llegar a unas colinas, vieron que entre estas había un columpio, y un hombre estaba sentado sobre este columpio, meciéndose.
Según la leyenda, este hombre tenía un aspecto particular: era muy blanco y delgado, y cada vez que se mecía gritaba de forma aterradora, aunque en su rostro estaba congelada una sonrisa.
Los jóvenes estaban por salir corriendo cuando vieron que detrás del hombre apareció una figura fantasmal de color negro, lo abrazó y ambos se encendieron en llamas. Se consumieron por completo, pues debajo del columpio nada más quedaron las cenizas.
La explicación que dan las personas del pueblo es que ese hombre había vendido su alma al diablo hace mucho tiempo, y que el diablo solo esperaba tener testigos para, finalmente, tomar también el cuerpo del hombre condenado.

La maldición de Juan Manuel de Solórzano
El centro histórico de la Ciudad de México hay una calle llamada República de Uruguay. En esta calle hay una casa muy antigua, de la época del virreinato que vivió México; en dicho hogar residía don Juan Manuel de Solórzano, un hombre adinerado que se desvivía por su esposa.
Un día él se enteró de que su esposa le engañaba con otro, que era además su sobrino; esta noticia le sentó muy mal y, en medio del disgusto, don Juan decidió vender su alma al diablo.
La petición del diablo que fue don Juan saliera a la calle con un cuchillo y matara al primero con el cual se topara; según el diablo, ese hombre sería su sobrino. Don Juan, que jamás había matado a nadie, así lo hizo; sin embargo, sintió pavor al descubrir que a quien había matado no era su sobrino, sino un desconocido.
Luego de este crimen, don Juan Manuel de Solórzano decidió ahorcarse con una soga en un candelabro que tenía en su casa, pues no podía con el arrepentimiento y temía por las consecuencias sociales y legales.
La leyenda dice que es posible ver a don Juan por las calles del centro histórico de la ciudad de México, quien va en busca de su sobrino y le pide al diablo que haga honores a la promesa que le hizo años atrás.

Cueva de Macuiltépetl
Esta cueva está ubicada en el cerro Macuiltépetl, que se encuentra en la ciudad de Xalapa, en el estado de Veracruz. En la base del cerro hay varias cuevas, unas más profundas que otras.
Hay una cueva en particular que llama la atención debido a su extensa profundidad. Se dice que dentro de ella existen riquezas sin igual, pero solo se encuentran disponibles una vez al año y solo a una persona que las necesite con mucha urgencia.
Hay una anécdota que cuenta que hubo una vez una mujer de escasos recursos cuya hija estaba muy enferma. La mujer había perdido todo su dinero pagando médicos que, finalmente, no curaron a su hija.
Todos los ahorros de la mujer se habían perdido, por lo que no tenía para alimentarse ni tampoco para alimentar a su hija, a quien llevaba en brazos. En este contexto, la mujer iba hacia la ciudad de Xalapa para pedir donaciones.
Mientras iba caminando, la mujer vio unos tonos brillantes dentro de una de las cuevas. Se acercó con curiosidad y descubrió que había muchísimos doblones españoles de oro, moneda de curso antigua.
Ante tal riqueza, la mujer comenzó a recoger todo lo que pudo. Como no podía sostener también a su hija, tomó los tesoros que cupieron en sus brazos y fue  a dejarlo en un sitio seguro; tardo toda la noche en ir y volver. La mujer volvió al día siguiente, y al llegar al mismo sitio no encontró ni la cueva ni a su hija.

Las puertas del infierno de Yucatán
Esta leyenda narra una historia que ocurrió en una hacienda ubicada en Cholul hacia finales del siglo XIX. Dos campesinos que vivían en esa hacienda optaron por casarse; sus nombres eran María y Juan.

Un día antes de la boda Juan estaba trabajando en el campo y al volver se enteró de que el capataz de la hacienda había violado a María. Esto desencajó a Juan, quien fue a buscar al capataz a su casa y, sin mediar palabra, la asesinó con un golpe de machete justo en la cabeza.
Juan era un hombre con buenos sentimientos, por lo que luego de haber matado al capataz sintió una culpa terrible, tan terrible que quiso morir ahorcado allí mismo. La noticia llegó a oídos de los padres de Juan, quienes molestos y contrariados lanzaron una terrible maldición a la hacienda.
Se dice que actualmente en la hacienda oscurece mucho antes que en los alrededores, y que en las noches se escuchan quejidos y lamentos. La popularidad de esta hacienda es tal que algunos pobladores dicen haber visto en ella diversos grupos que realizan prácticas relacionadas con rituales satánicos.
Esta hacienda se ha denominado como las puertas del infierno debido a que, según indican los pobladores de la zona, en la entrada del aposento hay un aviso que da la bienvenida a Satanás.

El fantasma de la monja
En el siglo XVI vivió una joven de nombre María de Ávila. Ella se enamoró de otro joven mestizo que se apellidaba Arrutia, quien realmente solo quedaría esposarse con María por su condición social y sus riquezas.
María tenía dos hermanos, llamados Alfonso y Daniel; ellos descifraron las intenciones del joven y le prohibieron relacionarse con su hermana. Arrutia no hizo caso, hasta que Alfonso y Daniel le ofrecieron una gran cantidad de dinero, luego de lo cual Arrutia se marchó.
María no supo más nada de Arrutia, quien se fue de forma intempestiva. Esto le hizo padecer de una depresión fuerte que duró dos años. Ante esto, sus hermanos tomaron la decisión de internarla en el Antiguo Convento de la Concepción, actualmente ubicado en la calle Belisario Domínguez, en el centro histórico de la Ciudad de México.
Allí María pasaba todos sus días orando, sobre todo pidiendo por Arrutia. Un día no soportó más la depresión y se ahorcó en un árbol que había en el patio del convento. A partir de su muerte se dice que su espectro ronda los jardines del convento, y se aparece en el reflejo de las aguas.
Además, la historia cuenta que su forma fantasmal fue a buscar a Arrutia y lo asesinó, para así poder estar con él para siempre.

La gente del maíz
Según la tradición maya, cuando el gran creador Hunab Ku hizo el mundo solo habían plantas, mares y animales, por lo que se sintió solo. Para mejorar su situación, creó a las primeras personas de barro; sin embargo, estas eran frágiles y se quebraban fácilmente.

En un segundo intento hizo a las personas de madera; estas eran fuertes y bellas, pero no hablaban y, por lo tanto, no podían adorar a sus dioses, por lo que Hunab Ku lanzó un gran diluvio e intentó su creación por última vez.
En la tercera ocasión creó a las personas del maíz. Estas eran de diferentes colores, lo sabían todo y lo veían todo, ocasionando celos a los dioses. El creador los cegó poniéndoles vaho en los ojos, por lo que ya no pudieron ver a las deidades, solo venerarlas.


FERIA DEL PULQUE