jueves, 5 de enero de 2012

AUTOCONTROL Y FELICIDAD


¿Tiene usted problemas en controlar sus emociones? ¿Padece de depresiones frecuentes? ¿Sabía usted que la felicidad depende, en gran parte, del autocontrol?


Tome conciencia que el descontrol emocional es nefasto. Recuerde la cantidad de crímenes pasionales que se dan en nuestros tiempos, piense que muchas de las cosas que hacemos movidos por el descontrol quedan en el corazón de quienes las reciben.

Las heridas quedan grabadas en el sistema nervioso. Tome conciencia también que el daño que se hace uno a sí mismo por causa del descontrol, es grande. Uno se va convirtiendo en una persona variable de acuerdo con los acontecimientos.

Dios nos hizo para ser dueños de nuestra vida. Estamos hechos para dar gloria a Dios con nuestra propia existencia. No debemos ser esclavos de nuestras pasiones. Dios nos exige llegar a ser grandes como personas. Todo lo poseemos en semilla. Tenemos que luchar por llegar a ser lo que tenemos que ser.

Mencionaremos algunos pasos para lograr un autocontrol:

1.- Conózcase a sí mismo. Hay que vigilar y conocer el funcionamiento de nuestros instintos, de nuestras pasiones. Recuerde la última vez que cayó víctima de sus ímpetus, de sus inclinaciones, de su agresividad.

2.- Cultive pensamientos positivos. Analice la situación. Descubra su razón, su lógica. El descontrol emocional viene cuando no se piensa.

3.- Ejercite su voluntad. Dios se la dio para que se forme por medio de ella. Aprenda a decir no a las cosas que nada bueno dejan.

4.- Mire y analice las cosas que más le enojan y verá que la mayoría son intrascendentes. El descontrol emocional nunca produce nada positivo.

5.- Póngase como meta ser una persona serena. Entrénese mentalmente. Visualícese como una persona calmada. Ore y pídale al Señor que le dé el don de la paz, que le dé serenidad de espíritu.

6.- Practique los métodos de relajación que le puedan ayudar durante el día.

7.- Salga de paseo, busque el campo, las montañas, la playa.

8.- Evite el uso de bebidas alcohólicas. Éstas estimulan o relajan, pero causan hábito y no dejan funcionar su mente debidamente.

9.- No culpe a su sistema nervioso de su descontrol. Éste actúa en función de sus pensamientos y emociones. Tampoco culpe a los demás.

10.- Evite preocuparse demasiado, ya que, por más que se preocupe, no podrá cambiar el pasado ni alterar el futuro demasiado. Lo que hay que hacer es actuar más y preocuparse menos. La preocupación excesiva produce enfermedades y nos impide pensar con lucidez. Una fe y confianza absoluta en Dios evita las preocupaciones en exceso: es la curación perfecta.

11.- Observe las personas que pierden siempre el control. Son, en el fondo, muy amargadas, y a las cuales todo el mundo rehuye. Viven una existencia vacía e infernal.

12.- Admire, en cambio, a las personas que se conservan tranquilas y serenas. Mire cómo marchan por la vida. Cómo llevan sus cruces con una gran paz. Generalmente tienen una vida espiritual profunda y aprendieron a poner sus problemas en las manos de Dios.

13.- No se altere demasiado; no va a resolver así ningún contratiempo. Más bien lo que hace es complicar la situación.

14.- No agrande demasiado los problemas. Nunca haga de los problemas unos gigantes. Aprenda a racionalizarlos. Si Dios está en usted, ¿quién puede estar contra usted?

15.- Cuando vengan las situaciones difíciles y nazca la triste sensación que todo se hunde, mantenga viva la llama de la esperanza.

16.- Nunca se doblegue ante las situaciones difíciles y dolorosas. Viva esperando lo mejor, aunque no siempre saldrá todo perfecto. Sea optimista.

¡Y no se olvide que con Dios, usted es invencible!

Mons. Rómulo Emiliani, c.m.f.