miércoles, 1 de abril de 2015

UN HOMBRE CIEGO Y OTRO HOMBRE SIN BRAZOS PLANTAN 10.000 ARBOLES EN 10 AÑOS.

Ia Haixa y Jia Wenqi no son los ambientalistas convencionales. El primero es ciego, mientras que el segundo no tiene ninguno de los dos brazos. Sin embargo, se las han ingeniado para plantar juntos alrededor de 10.000 árboles en los últimos diez años.

Son oriundos de China y comenzaron su relación de compañerismo cuando no eran capaces de conseguir trabajo. Ahora se han convertido en los ojos y en las manos del otro y se tomaron la tarea de transformar tres hectáreas al costado de la orilla del río en Yeli, al norte de la provincia de Hebei.




“Yo soy sus manos”, dice Haixia. “Él es mis ojos. Somos buenos compañeros”, contesta el hombre de 53 años que nació con cataratas congénitas que dejaron ciego su ojo izquierdo. Luego, en el 2000 perdió la vista en el derecho a causa de un accidente de trabajo. Por otra parte, Wenqi perdió ambos brazos en un accidente cuando tenía tan sólo tres años.


Ante la dificultad de conseguir empleo, el dúo se las ingenió para combinar sus propios recursos y comenzaron a plantar árboles para ganar dinero y además beneficiar a las futuras generaciones. Cada día, dejan su hogar a las 7 am, equipados con un martillo y una barra de hierro. Wenqi conduce a su amigo ciego hasta el lugar de trabajo y como no tienen dinero para adquirir árboles jóvenes, deben recoger manualmente los esquejes, lo que resulta muy difícil teniendo en cuenta sus limitaciones.





Haixia es guiado por su compañero sin brazos y poda lentamente los árboles para recoger los gajos. Luego, cava un hoyo y planta el nuevo brote. Wenqi se encarga de regarlas con un balde que maneja con sus pies. Obviamente, es un trabajo muy lento pero la dupla lo ha mantenido desde hace varios años y ya han hecho alrededor de 10.000 plantaciones, mucho más de lo que normalmente las personas suelen hacer. Y aún no tienen planes de terminar.


Haixia expresa que a pesar de que no han logrado demasiado en todos los años transcurridos, reconocen el esfuerzo. Por su parte, Wenqi agrega: “Los frutos de nuestro labor saben más dulces. Nosotros encontramos la paz en nuestros corazones”.