La leyenda cuenta que por el año 560
d.C, una gigantesca criatura similar a un dragón vivía en el Lago Ness y se
alimentaba de las reses y de alguno que otro habitante de los pueblos cercanos
al lago que deambulaban solitarios por la orilla. Varios habitantes y
pescadores de la zona habían visto siluetas en el agua y habían escuchado
ruidos extraños en la noche pero nadie podía asegurar de que se trataba de un
monstruo hasta que un misionero encargado de difundir el cristianismo entre los
pictos, se encontraba en las
inmediaciones del lago y vio como una criatura intentaba devorar a un
hombre. El sacerdote, se acercó
sosteniendo en alto una cruz y gritando las palabras “Detente, no toques a ese
hombre” al extraño animal, le hizo retroceder y sumergirse.