sábado, 9 de mayo de 2020

14 LEYENDAS MEXICANAS CORTAS BASADAS EN EL FOLCORE POPULAR.




Varias historias fundamentadas en la cultura oral mexicana, leyendas con décadas de historia.
Las leyendas mexicanas cortas son famosas por su contenido místico y el sincretismo cultural que las conforma. Son parte importante de la cultura popular, ya que representan y al mismo tiempo transmiten valores e imaginarios sobre la vida y la muerte, lo masculino y lo femenino, la moral y la injusticia, las sanciones y las recompensas.
1. La llorona
Cuenta la leyenda que hace mucho tiempo existió una mujer que, en un intento de vengarse del hombre que amaba, asesinó a sus hijos ahogándolos en un río. Inmediatamente después se arrepintió, y ante la culpa decidió suicidarse.

Desde entonces, vaga por las calles de distintas ciudades al caer la media noche (especialmente se aparece cerca de lugares donde hay agua), y repite sin cesar “¡Ay mis hijos!”. Por esto es conocida como “La Llorona”

Las raíces de esta mujer, y los motivos que la llevan a vengarse, varían de acuerdo con la versión. Así mismo hay quienes cuentan que se trata de una mujer que se aparece específicamente a hombres borrachos y a través del susto les castiga.

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2. El Popocatépetl y el Iztaccíhuatl
En el centro de México existen dos volcanes que se llaman Popocatépetl e Iztaccíhuatl, tal como habían sido nombrados un guerrero azteca, y la hija de uno de los jefes, respectivamente. Popocatépetl tuvo que ir a la guerra, pero le prometió a Iztaccíhuatl que volvería tan pronto como fuera posible.

No obstante, otro guerrero que los había escuchado y también se encontraba enamorado de la hija de jefe, le hizo saber a Iztaccíhuatl que Popocatépetl había muerto en combate, aunque esto no había ocurrido. Fue tanta la tristeza que Iztaccíhuatl decidió quitarse la vida, y cuando Popocatépetl regresó y no encontró a su amada, hizo lo mismo. En un signo de estremecimiento, los dioses decidieron reunirlos de nuevo en la forma de dos grandes volcanes.

3. El callejón del beso
Esta leyenda, típica de la ciudad de Guanajuato, cuenta que un padre receloso había separado a su hija Carmen de su enamorado. A tal punto le disgustaba el vínculo amoroso, que le prometió casarla con otro hombre, más rico y prestigioso, que vivía fuera de país. Antes de cumplir con ello, encerró a la hija en una de las típicas casas de la ciudad, que se caracterizan por encontrarse en alto y una muy cerca de la otra, divididas únicamente por un pequeño callejón.

Para fortuna de los enamorados, la ventana de la habitación de Carmen colindaba con la de una casa en venta, que fue rápidamente adquirida por el enamorado, como única solución para su reencuentro. Así los enamorados pudieron estar juntos nuevamente.

Pero, poco después, fueron descubiertos por el padre, quien presa de la furia, clavó una navaja en el pecho de su hija. Su amado solo pudo darle un beso de despedida. Desde entonces, este callejón ha sido bautizado como el callejón de beso, y es tradición para las parejas que lo atraviesan besarse ahí mismo.

4. El colibrí maya
Dicen cuando los dioses mayas crearon la tierra, a cada animal le asignaron una tarea determinada. Pero, al terminar, se percataron de que no había quien transportara las ideas, los pensamientos y los deseos entre unos y otros.

Encima se habían terminado el barro y el maíz, que son los materiales con los que habían originado el resto de las cosas. Sólo les quedaba una pequeña piedra de jade, por lo que decidieron tallarla y crear una pequeña flecha. Cuando finalizaron soplaron sobre ella y salió volando. Habían creado así un nuevo ser, al que llamaron x’ts’unu’um, que significa colibrí.

5. La Mulata de Córdoba
La Mulata de Córdoba fue una mujer condenada a la hoguera por el Santo Oficio, cerca de la costa al este de México. Se le atribuía el poder de la eterna juventud y ser la abogada de los casos imposibles, como los de obreros desempleados y mujeres solteras. Se encontraba siempre rodeada de hombres que con facilidad se enamoraban de ella y perdían el camino de la rectitud. Ante todo, lo anterior, decían que tenía pactos con el diablo y que incluso lo recibía en su propia casa.

Hasta que fue detenida por el Tribunal de la Santa Inquisición, siendo acusada de practicar la brujería y de haber llegado en un barco que no había atracado en ninguna playa. Una noche antes de cumplir su condena y mientras se encontraba en una celda, solicitó que le llevaran un trozo de carbón, con el que dibujó un barco y pudo volar fuera de las rejas. Al llegar, los guardias sólo pudieron encontrar un olor a azufre, cuya existencia se relata hasta nuestros días.

6. El callejón del muerto
Esta leyenda cuenta que, en la ciudad de Oaxaca, al sur de México, un hombre cuya tarea era encender las lámparas de aceite de la ciudad, fue asesinado ahí mismo. Había concluido su labor, pero enseguida se percató de que faltaba encender una, por lo que volvió justo antes de volver a casa. Murió misteriosamente y, desde entonces, dice la leyenda que su alma se aparece después de las 9 de la noche, para recorrer el callejón de las lámparas de aceite.

Esta es una de las leyendas de México con unos orígenes más recientes, pero no por eso deja de formar parte de la cultura popular de la región.

7. El nagual
Desde la época prehispánica, varios de los dioses que han formado parte de la cultura mexicana han tenido la facultad de cambiar de la forma humana a la de algún animal. Está facultad se trasladó después a brujos, brujas y chamanes, quienes adquieren las habilidades del animal en el que se transforman y lo utilizan en favor de la comunidad.

Así pues, dice la leyenda que los nahuales se aparecen constantemente a las personas, especialmente a la media noche y tomando la forma de animales comunes.

Esta es una de las leyendas mexicanas en las que se nota la influencia del folclore prehispánico fundamentado en muchas creencias animistas según las cuales objetos y animales no humanos tienen facultades intelectuales propias de nuestra especie.

8. El callejón del diablo
Ubicado en la Ciudad de México, cuentan que en este callejón se aparece el mismísimo diablo. Un hombre escéptico decidió comprobar tal historia, con lo que se animó una noche a caminar por ahí. Se trataba de un lugar sombrío donde se encontraban algunos árboles.

Cuando no llevaba ni la mitad del camino se detuvo, ya que creyó haber visto una sombra detrás de un árbol. Enseguida continuó andando, y cuentan que la sombra se le acercó, tomando la forma de un hombre que reía intensamente. El hombre antes escéptico salió corriendo, pero comenzó a sentir que el suelo se hundía y le atrapaba con fuerza para impedir su huida.

No obstante, logró escapar y transmitir su encuentro con el diablo a quienes se encontró por el camino. En otras versiones se cuenta que la aparición fue hacia un hombre borracho y que, para evitarla, es necesario depositar diariamente joyas y ofrendas bajo el árbol donde se aparece.

9. La isla de las muñecas
En Xochimilco, una de las delegaciones de la Ciudad de México donde se encuentra un gran lago con numerosas trajineras, se cuenta que un hombre llamado Julián Santana recolectaba muñecas abandonadas.

El hombre vivía en una de estas trajineras, y la razón por la que juntaba las figuras era para ahuyentar a los espíritus de lago. Específicamente, Don Julián ofrecía estas muñecas en símbolo de paz para ahuyentar el espíritu de una niña que murió ahogada ahí mismo.

Actualmente existe una pequeña isla con las muñecas recolectadas por Don Julián en los canales de Xochimilco, y dicen que el alma de este hombre vuelve constantemente para cuidarlas. De esta manera, esta leyenda mexicana ha dado paso a una leyenda urbana cuya realidad transcurre en el tiempo presente.

10. La princesa Donají
Esta leyenda cuenta que Cosijopi, el último gobernador del Istmo de Tehuantepec, en la zona sur de México, tuvo una hija a la que llamó Donají. Durante una guerra entre los mixtecos y los zapotecos, Donají fue capturada como rehén y posteriormente decapitada. A pesar de que su cuerpo fue sepultado, nunca se dio a conocer el lugar donde yacía su cabeza.

Tiempo después, un pastor que pasaba por la sierra oaxaqueña arrancó una azucena (flor silvestre también llamada lirio). Al hacer esto, encontró bajo la tierra lo que parecía ser una cabeza humana, y al rescatarla, la llevó a reunirse junto con su cuerpo en el templo de Cuilapam. Fue entonces cuando el alma de la princesa Donají pudo finalmente descansar en paz.

Este es otro de los muchos ejemplos que muestran hasta qué punto la muerte tiene un rol relevante en las leyendas mexicanas, y casi siempre va de la mano de elementos narrativos relacionados con el drama.

11. El árbol del vampiro de Guadalajara
Hace muchos años, un extranjero proveniente de Europa llegó a un poblado de la zona de Guadalajara, México. Era una persona extraña y reservada, pero su falta de interés en socializar con la gente de la región no era lo más inquietante.

De hecho, desde la llegada de este hombre misterioso, empezaron a aparecer primero cadáveres de animales, y luego cuerpos sin vida de niños, todos ellos desangrados.

Una noche, las gentes del poblado decidieron buscar al extranjero para enfrentarlo, asumiendo que él era el autor de los hechos. Esa noche lo encontraron intentando morder a un lugareño, así que le clavaron una estaca de madera y luego sepultaron su cuerpo bajo una pila de ladrillos.

Años después un árbol creció de entre los ladrillos a partir de la estaca de madera, y se dice que al cortar sus ramas aparecen dentro del corte regueros de sangre, de las víctimas del vampiro de Guadalajara.

12. La leyenda de Tepoztécatl
Tepoztécatl es un personaje de leyenda de la región mexicana de Morelos. Se dice que fue el hijo de una princesa embarazada a través de la magia a través de un pequeño pájaro que se posó en su hombro. Como no estaba casada, los padres de la princesa se enfadaron con ella, y la joven se vio forzada a separarse del bebé una vez se produjo el nacimiento.

Y así empezó el periplo de Tepoztécatl, cuando su madre lo abandonó en el bosque y fue recogido por una colonia de hormigas. Estos pequeños insectos lo alimentaron cooperando con unas abejas, que cedieron parte de su miel para que las hormigas se la llevaran al pequeño.

Meses más tarde, las hormigas dejaron al pequeño Tepoztécatl al lado de un agave, y este lo acogió entre sus hojas y lo alimentó con su sabia. Pasó un tiempo, y el agave dejó a Tepoztécatl sobre unos maderos y lo puso en el río, lugar en el que el niño viajó hasta que una pareja de ancianos de Tepoztlán lo hallaron y lo adoptaron en su familia.

Años más tarde, cuando Tepoztécatl ya era un joven fuerte e inteligente, un monstruo con forma de serpiente gigante llamado Mazacóatl apareció para atemorizar a los pobladores de la región, y el anciano que había adoptado al joven fue elegido para luchar con ella. Como se sentía viejo y débil, su ahijado Mazacóatl lo reemplazó, y mató a la serpiente usando un filo hecho con cristal de obsidiana.

13. Las pastoras de piedra
Esta leyenda mexicana proviene de Teloloapan. Nos cuenta que hace muchos años, dos pastoras se unieron a un grupo de peregrinos que, a partir de haber realizado promesas al Señor de Chalma, se desplazaban a su ermita caminando durante varios días, para rendirle tributo.

Pero llegado cierto punto del trayecto, las pastoras comunicaron al resto que estaban agotadas, y que se arrepentían de haber prometido ir a Chalma, de modo que esperarían allí a que el colectivo de peregrinos regresase en su camino de vuelta. Sin embargo, al empezar a caminar de nuevo, estos últimos echaron la vista atrás y en vez de divisar a las pastoras, vieron dos rocas con forma de mujer.

14. La gruta de Xalapa
En la loma de Macuiltépetl, perteneciente a la ciudad de Xalapa, hay una cueva en la que se dice que una vez al año aparecen montañas de tesoros y de riquezas, visibles solo para gente en extrema necesidad. Un día, una madre que se había gastado todo su dinero en intentar curar a su bebé sin conseguir ningún resultado positivo, vio un reflejo dorado dentro de la cueva, y al entrar en ella, divisó grandes montañas de oro.

Como llevaba a su bebé en brazos, lo dejó sobre un montón de monedas y empezó a llenarse los bolsillos de riquezas, usando los dos brazos para poder cargar más y dejarlo en las alforjas de su mula, que esperaba afuera. Pero al volver a la cueva a buscar más oro y llevarlo a las alforjas, vio que tanto el tesoro como el bebé habían desaparecido.

Referencias bibliográficas:
Erbiti, A. (2004): Mitos y leyendas de México. Buenos Aires: Círculo Latino Austral.
Fernández del Castillo, Francisco (1991): Tacubaya. Historia, leyendas y personajes. México D. F.: Porrúa.