Los comúnmente llamados “sustitutos de
azúcar” se han convertido en una herramienta para las personas que desean
perder peso. Se han visto como una alternativa para reducir el consumo de
calorías y su uso se ha extendido; sin embargo, también han surgido dudas y
mitos sobre su uso y posibles daños a la salud.
En comparación con el azúcar regular,
que aporta unas 16 calorías por cucharada, muchas personas optan por los
edulcorantes artificiales, ya que en su mayoría no aportan calorías. Así mismo,
dado que son varias veces más dulces que el azúcar, pueden aportar el dulzor
deseado con una menor cantidad. Sin embargo, para que un sustituto de azúcar
llegue al mercado, debe ser aprobado.
Algunos de los edulcorantes
artificiales más utilizados son la sacarina (Sweet’nLow), el aspartame
(NutraSweet, Equal), el neotame (NutraSweet), la sucralosa (Splenda) y el
acesulfame de potasio (SweetOne, Equal). Pero ¿conviene utilizarlos? ¿Cuál es
la mejor opción?
Ha habido controversia en torno al uso
de edulcorantes artificiales. Se ha hablado de que podrían causar cáncer, daño
cerebral o problemas en el hígado. Si bien se han realizado diversos estudios,
no hay pruebas concluyentes que indiquen efectos adversos para la mayoría,
hasta ahora. Sin embargo, sí existen personas con un trastorno genético, para
quienes el consumo de fenilalanina puede resultar sumamente dañino, por lo que
lo más conveniente sería consultar a un médico antes de consumirlos.
Lo cierto es que los edulcorantes
artificiales pueden ser útiles para reducir el consumo de calorías, pero eso no
significa que podamos utilizarlos libremente, agregarlos a todo y olvidarnos de
las azúcares. Nuestro cuerpo también necesita la energía que proveen los
edulcorantes naturales (azúcar, miel, piloncillo, frutas, etc.), por lo que un
balance en el uso será útil para lograr los resultados deseados.
Cabe recordar que los edulcorantes
artificiales por sí solos, no tienen impacto en nuestro peso; si no aprendemos
a tener hábitos alimenticios más sanos, de poco servirá que tomemos bebidas
light o productos de dieta.
Quizás una aproximación más
conveniente que volcarnos a los sustitutos de azúcar, sería cambiar las
azúcares refinadas y productos procesados que incluyen jarabe de maíz de alta
fructosa, por los alimentos hechos en casa, elegir azúcar morena –que tarda más
en digerirse, se absorbe menos y nutre más– miel, jarabe de arce, piloncillo,
melaza, entre otras opciones. Y en
general, buscar una alimentación más balanceada, con alimentos naturales.
Escrito por: Elena Pedrozo