Hace algunos años una familia viajaba
de regreso a Metlac, luego de pasar el fin de semana en Veracruz. Iban de noche
en su auto, los padres estaban en los asientos de adelante y en los de atrás
iban sus hijos, una adolescente de 16 años y un niño de nueve. Los últimos
estaban tan cansados que pronto se quedaron profundamente dormidos.
Fue muy raro lo que sucedió al momento
de atravesar el puente. La pareja se percató de que había una mujer con un niño
en brazos deambulando por ahí. Se detuvieron para ayudarla y notaron que su
rostro estaba pálido y lleno de moretones. Cuando conversaron con ella, les
explicó que estaba huyendo de su esposo alcohólico, quien la había golpeado y
en vista de que estaba con su bebé, decidió escapar.
Sin pensarlo, el matrimonio decidió
ofrecerle hospedaje en su casa para que descansara, se alimentara ella y a su
bebé, y en la mañana siguiera su camino. La mujer accedió y se sentó con los
niños en la parte de atrás del auto, y a pesar de que sollozaba, eso no los
despertó.
Una vez en el hogar, los anfitriones
prepararon una habitación para que la mujer y su bebé pasaran la noche.
Conversaron poco, solo les dijo su nombre y de dónde era. Para sorpresa de la
pareja, a la mañana siguiente no estaban ni la mujer ni el bebé y todo estaba
acomodado como si nadie hubiera tocado nada.
Como todo les parecía muy extraño
decidieron averiguar quién era la señora. En su pueblo natal les indicaron que
se trataba de una joven que había muerto meses atrás en un accidente
automovilístico en el puente de Metlac. La familia quedó tan afectada que por
consejo de un sacerdote dedicaron varias misas por el alma de la joven y su
pequeño, pero el recuerdo quedó por siempre vívido en sus memorias.