lunes, 7 de marzo de 2016

VALORA LAS PERSONAS CUANDO LAS TIENES, NO CUANDO LAS PIERDES.

En lugar de echar de menos aquellas cosas o personas que hemos perdido debemos aprender a disfrutar y valorar lo que aún tenemos y a aquellos que están a nuestro lado.
A lo largo de nuestra existencia y del ciclo vital, las personas perdemos a muchos seres amados.
No estamos hablando solo de fallecimientos, puesto que en nuestro camino nos han dicho adiós seres significativos que, por las razones que sean, se han alejado para no formar parte de nuestro presente.
Cuando pierdes a alguien se abre un tiempo de recogimiento y de reflexión donde intentas buscar un porqué a lo sucedido. La forma en que superemos este proceso y las conclusiones a las que lleguemos nos habrán de ayudar a afrontar el futuro de un modo u otro.
Lo que pierdes no siempre te permite avanzar “más ligero”
En nuestro espacio te hablamos en muchas ocasiones de la necesidad de “avanzar ligeros”, de dejar a un lado esas relaciones complejas que, en lugar de traernos el equilibrio, nos traen la infelicidad.
Ahora bien, hay algo tan importante como alejarnos de lo que nos hace daño, y es saber ofrecer también lo mejor de nosotros mismos a las personas que amamos en el “aquí y ahora”, sin esperar a un mañana, y sin dar por sentado determinadas cosas.
En la actualidad, la sociedad se erige sobre los pilares de la rapidez y de la fragilidad del vínculo. Lo queremos todo y lo queremos ya, y no siempre toleramos la frustración, el que nos digan que “no” o que determinadas cosas no sean como nosotros esperamos.
En los últimos años ha surgido un interesante movimiento social llamado “Slow” (despacio) que ensalza la necesidad de ralentizar nuestros ritmos y permitir vivir nuestras relaciones con mayor plenitud, apreciando las cosas más básicas y sencillas de la vida.
Aspectos como nuestra focalización en el trabajo, en la necesidad de superación, de conseguir cosas, y de acumular esas mismas cosas, nos hace perder el valor de ese amor más puro y esencial de nuestras relaciones personales.
Si mantenemos este estilo de vida lo que va a ocurrir es que acabaremos perdiendo aquello que de verdad consideramos importante. Y lo que pierdes es una herida que queda para siempre en tu corazón.
La prisa es el mayor enemigo de la conciencia plena, de esa actitud ante la vida que se permite ir más despacio y apreciar cada aspecto que te rodea, y a las personas que te son significativas.
Los vínculos que se hacen fuertes se alimentan del cariño sincero, la reciprocidad y el reconocimiento. Si quienes nos rodean no sienten estos aspectos, corremos el riesgo de perderlos. Las relaciones necesitan ser nutridas y atendidas y, por ello, siempre valdrá la pena reducir el ritmo y mirar lo que tenemos delante de nosotros.
La necesidad de vivir siendo conscientes de lo que es importante
Puede parecer una obviedad, pero no todo el mundo es capaz de establecer prioridades en su vida y atender aquello que es importante frente a lo que se alza como secundario.
Tenemos claro que nuestras obligaciones laborales, por ejemplo, son esenciales para mantener una familia y para obtener una vida digna. Ahora bien, en ocasiones, no hace falta aspirar tan alto o llegar tan bajo como para dejar que el estrés o la presión nos haga perder la salud, e incluso a quienes amamos.
La vida es saber mantener un equilibrio y ser capaces de reorganizar nuestra atención, intereses y motivación hacia aspectos que puedan enriquecernos “no materialmente” sino emocionalmente.
No hace falta pensar en aquello de “vive hoy como si no existiera mañana, o abraza a tus hijos con tal intensidad como si fuera la última vez”. No debemos caer en esos pensamientos fatalistas, se trata simplemente de permitirnos disfrutar el presente en su máximo sentido.
Toda pérdida se vive con sufrimiento. Incluso las separaciones que son necesarias, nos abocan a un periodo de cierta introspección donde hemos de curar muchas heridas. Así pues, para prevenir estas situaciones hay que estar preparado.
Hemos de entender que en esta vida nada prevalece para siempre. Somos breves pasajeros en un mundo de incertidumbre.
Ahora bien, si la existencia ya de por sí es algo cruel al traernos alguna que otra fatalidad, vale la pena aprovechar esa área que “sí es controlable” por nuestra parte. Si quieres a alguien, atiéndelo y demuéstrale tus sentimientos para que no se vaya de tu lado.
No estamos hablando solo de relaciones de pareja. Todo vínculo necesita atención: ofrece atención, cariño y respeto a tus hijos para que el día de mañana, cuando sean adultos, tengan siempre un motivo para volver a tu lado.
Haz lo mismo con tus amigos, con tus otros familiares.

Si quieres a alguien valorarlo cuando lo tengas, o correrás el peligro de lamentar todo lo perdido si deciden alejarse de tu lado.