Bruno se prepara para disfrutar una de
las más grandes metrópolis del mundo, la Ciudad de México, la cual tiene una
gran variedad de opciones culinarias para todos los paladares y bolsillos. Para
empezar el día, Bruno visita el mercado de Río Blanco para saborear algunos de
los guisados caseros que ahí se cocinan y algunos antojitos famosos del lugar.
Después, se dirige a San Pedro de los Pinos para probar la comida que distingue
a su mercado, los mariscos. Bruno aún no queda satisfecho, así que decide ir al
mercado de Coyoacán para comer unas ricas tostadas con la grata y divertida
compañía de un niño comensal. Para terminar el día, y como Bruno no ha cenado,
llega al mercado San Camilito para degustar un delicioso pozole.