Yo pienso que el tiempo que pasamos
con cada amigo es lo que hace a cada amigo tan importante. Las amistades se
construyen de a pedacitos. Pedacitos de tiempo que vivimos con cada persona.
No importa la cantidad de tiempo que pasamos
con cada amigo o nuestro amor, sino la calidad del tiempo que vivimos con cada
persona. Cinco minutos pueden ser más importante que un día entero.
Así, hay amistades hechas de risas y dolores
compartidos; otras de la escuela, otras de salidas, cine y diversión; también
están aquéllas que nacen y no sabemos de qué o por qué, pero sabemos que están
presentes.
Tal vez estas estén hechas de silencios
compartidos, o de mutua simpatía que no tiene explicación. Hoy también hay muchas amistades hechas sólo
de e-mails, nuestras “amistades virtuales” nos hacen reir, pensar,
reflexionar...
Aprendemos a apreciar a las personas sin
juzgarlas por su apariencia o modo de ser, sin poder etiquetarlas (como a veces
hacemos inconcientemente). Hay amistades profundas que nacen así.
Saint-Exupéry dijo: “Fue el tiempo que pasaste
con tu rosa lo que la hizo tan importante". Pienso que el tiempo que pasamos con cada
amigo es lo que lo hace tan importante.
Porque el tiempo “perdido” con amigos no
existe es tiempo ganado, aprovechado, vivido.
Son recuerdos para un momento o para toda una vida.
Un amigo se torna importante para nosotros y
nosotros para él, cuando somos capaces, aún en su ausencia, de reír o llorar,
de extrañar o querer estar cerca de él sólo para disfrutar de su compañía.
Podemos tener varios mejores amigos de
diversas maneras. Lo importante es saber aprovechar al máximo cada minuto
vivido y tener después, en nuestros recuerdos, horas para pasar con ellos,
aunque estén lejos.
Autor desconocido