Aunque pensemos que estamos haciendo
lo correcto, en ocasiones debemos dejar que el otro recorra su propio camino y
se enfrente a las dificultades él solo para poder crecer.
Cuando vemos a alguien sufriendo,
ayudar es algo que nos sale de forma inconsciente. Pero… ¿Alguna vez te ha
pasado que has ayudado a alguien y lo has hecho aún peor?
Nuestra ayuda no siempre es necesaria.
A veces, es mejor mantenerse al margen, aunque cerca. De esta manera, estaremos
ayudando más de lo que creemos.
La mariposa que nunca consiguió volar
Cuenta una fábula que una vez un
hombre encontró un capullo de mariposa tirado en medio del camino y se lo llevó
a casa para protegerlo. Lo puso a buen recaudo, pero al día siguiente notó que
había un pequeño agujero.
Cuando se fijó mejor, vio que la
pequeña mariposa estaba luchando por salir del capullo.
El hombre estuvo así durante varias
horas, viendo cómo la mariposa forcejeaba intentando que su cuerpo pasara a
través de aquel pequeño orificio. Sin embargo, de repente, dejó de luchar.
Parecía como si se hubiese rendido o
atascado. Al hombre le dio mucha pena y, con gran delicadeza, agrandó el hueco
para que la mariposa pudiera salir.
Gracias a la buena voluntad del
hombre, la mariposa salió, pero tenía el cuerpo hinchado y unas alas muy
pequeñas y dobladas.
El hombre pensó que aquello era normal
y continuó observando a la mariposa mientras esperaba que la hinchazón
remitiese y que el insecto abriese sus alas y echara a volar. Pero, no fue así.
La pobre mariposa solo se arrastraba
haciendo círculos. Jamás llegó a volar.
Luchar por nosotros mismos es
necesario
El hombre se ofreció a ayudar, de
buena fe, a la mariposa, pues desconocía que debía dejar que la mariposa se
esforzase y luchase por salir.
La mariposa debía pasar por aquel
obstáculo ella sola, para que los fluidos de su cuerpo pudiesen pasar a sus
alas. Como no fue así, el obstáculo que parecía haber se convirtió en otro
mucho más grande: la mariposa nunca llegó a volar.
Debemos tender nuestra mano a aquel
que está sufriendo, pero nunca debemos intentar hacer algo por ayudar si así no
nos lo piden. Cada uno de nosotros debe vivir sus propios errores, superar sus
propias dificultades y resolver sus problemas.
Imagínate que un niño no tiene
dificultad alguna para lograr sacar buenas notas, comprar todo lo que necesite
y conseguir todo lo que desee.
Este niño, a menos que viva toda su
vida así cuando sea mayor, no sabrá lidiar con todas las dificultades que se le
van a presentar. Las dificultades que le hemos evitado se verán después
multiplicadas.
Ese amigo que tan mal lo está pasando
en su familia, te necesita, pero no para que le soluciones la vida, sino para
que lo apoyes, para poder llorar en tu hombro, para que lo escuches, porque lo
va a necesitar.
Si te metes donde no te llaman, quizás
en vez de tenderle la mano lo estés hundiendo aún más.
Una vida sin obstáculos te impide
crecer
Es cierto que los errores no nos gustan,
que los obstáculos a veces nos paralizan, que los miedos provocan que
retrocedamos… Pero todo esto es necesario.
Es más, debemos empezar a ver todo
esto no como un lastre, sino como una oportunidad de mejorar y crecer en
nuestras vidas.
Cada error supondrá una mejoría ante
algo que estamos haciendo, un aprendizaje que nos impulsará aún más arriba.
Cada obstáculo nos pondrá a prueba,
para ver si somos capaces de continuar hacia nuestra meta o, por el contrario,
nos dejaremos llevar. Cada miedo será una oportunidad para superar todo aquello
que algunas veces nos paraliza.
No todo lo que vemos como algo
negativo necesariamente lo es. La vida está llena de experiencias buenas y
otras no tan buenas. Pero, ambas son necesarias para nuestro crecimiento
personal.
No permitas que nadie te impida vivir
la vida en todos los sentidos, el bueno y el malo. Tampoco evites que otros no
puedan superar sus propias dificultades.
Te dejamos con este consejo: nunca
hagas por los demás algo que pueden hacer por sí solos. Ofrece tu ayuda a quien
verdaderamente lo necesite.