viernes, 5 de diciembre de 2014

UN MICRO ESCOLAR IMPULSADO POR UNA TURBINA.

Los autobuses propulsados por una turbina son, sin dudas, una de las formas más rápidas para llegar a la escuela. Un hombre de Indiana, Estados Unidos, inventó un autobús escolar así, tan rápido que puede viajar alcanzar una velocidad de hasta 590 kilómetros por hora.


El autobús, llamado School Time es una idea original del ingeniero Paul Stender y su equipo de construcción Indy Boys. Paul lo hizo modificando algunas medidas de un colectivo real, porque “la forma original del autobús no podría resistir las velocidades que toma este modelo”. Además agregó: “Mucho de esto lo hicimos a mano con tipos de metales utilizados para hacer aviones”.

Cuando el motor del Time School acelera, emana llamas de 80 metros de largo por una turbina que tiene en la parte trasera. Por cada vez que se utiliza la turbina, el colectivo usa casi 600 litros de nafta. Sumado a eso, tiene un motor tan enorme que sólo hay espacio suficiente para asientos de tres pasajeros al costado izquierdo.

Stender dice que se le ocurrió el proyecto por dos razones: “La primera es para entretener a la gente, porque, vamos, ¡es un bus-jet! Y la segunda es para inspirar a los niños a mantenerse alejados de las drogas, porque es importante que vean que hay que tener pasatiempos e intereses creativos para mantenerse ocupado y lejos de las malas influencias “.
El School Time se encuentra actualmente de gira. Muchísimos fanáticos de los motores van a verlo en las ferias a las que asiste por todos los Estados Unidos. Y aunque se puede asegurar que los chicos nunca van a llegar tarde a la escuela si toman este transporte, el vehículo no puede hacer viajes de tramos cortos.

UNA MUJER ABRIO UNA TIENDA DE ABRAZOS

Samantha Hess, una mujer de Oregón, está pagando sus deudas gracias a los abrazos que le vende a la gente en su tienda “Abrázate conmigo”. Hasta el momento consiguió que 10.000 personas compren su afecto.

Samantha les cobra a sus clientes (que deben ser mayores de 18 años) un dólar por cada minuto de mimos, realizados en una de las cuatro salas temáticas que hay en su local. Ella considera a su negocio un método de terapia autodidacta que ayuda a la gente a sentirse amada y cómoda. Sin embargo, les hace firmar un acuerdo a sus clientes en el que determinan que sean limpios, educados y que mantengan su ropa en todo momento.

“No hay servicios adicionales”, insistió. “No estoy interesada en eso. Se trata de hacer que la gente se sienta digna con lo que son hoy. Me encanta que los clientes se sientan aceptados y que sepan que no va a estar solo nunca más”.



Una sesión de caricias regular con Samantha tiene una duración de una hora, pero los clientes son bienvenidos a reservar citas cortas de 15 minutos, y hasta un máximo de cinco horas. Hay entre cuatro y seis posiciones diferentes para elegir, ya sea en una cama o un sillón.

Por razones de seguridad, las salas temáticas están equipadas con cámaras de seguridad. Todas las sesiones se graban en caso de que alguno de los clientes empiece a tener algún comportamiento incorrecto.

A pesar de que abrió el local hace poco tiempo, Samantha ha estado trabajado en esto desde junio del año pasado. “He hecho cientos de sesiones antes de abrir el negocio” comentó. “Mi clientela siempre fue muy variable. Tengo clientes que son obesos o sin extremidades. Algunos simplemente están mal porque recién se divorcian o porque están saliendo de una relación. Mientras que unos me hablan mucho, otros prefieren no pronunciar ni una palabra”.


Para ayudarla con la creciente demanda de abrazos, ha contratado a otras tres mujeres. Las empleadas realizaron un programa de entrenamiento de 40 horas que Samantha diseñó. “El programa de formación demuestra quiénes son las apropiadas para dar este servicio, cómo guiar las sesiones y cómo debemos comportarnos nosotras con el cliente”, explicó.

A pesar de contar con esa ayuda, ha tenido tantas solicitudes que a veces trabaja  hasta 12 horas por día. De hecho, los clientes tienen que llamar con semanas de antelación si esperan obtener una cita. “Ha sido una locura; a la gente le encanta el servicio”, finalizó.