William Shakespeare sigue consiguiendo
mantenernos en vilo 400 años después de su muerte. Y no sólo cuando releemos
sus obras o las vemos representadas en el teatro, ni cuando escuchamos hablar
sobre si las escribió él o no o qué fue de su vida durante lo que llaman “sus
años perdidos“. Incluso desde su lugar de eterno descanso consigue que
retengamos la respiración mientras leemos la advertencia que en su lápida
escrita protege sus restos mortales hasta de la más leve de las miradas.
Good
friend for Jesus sake forbeare,
To
dig the dust enclosed here.
Blessed
be the man that spares these stones,
And
cursed be he that moves my bones.
(Buen amigo, por Jesús, abstente
de cavar el polvo aquí encerrado.
Bendito sea el hombre que respete estas
piedras
y maldito el que remueva mis huesos)
Cuatro siglos después aún nadie ha
osado atreverse a desafiar estas palabras dictadas, se cree, por el propio
Shakespeare. Según cuenta el profesor Philip Shwyzer, historiador y arqueólogo
de la Universidad de Exeter, el genial autor sentía horror ante la idea de ser
exhumado, de que sus restos fueron movidos por cualquier motivo, y con esta
sutil pero directa amenaza pretendía eliminar de un plumazo cualquier intento
de profanar su tumba. Hay quien cree que, habida cuenta lo creativo que fue
este famoso autor para acabar con muchos de los protagonistas de sus obras, es
recomendable no ponerle a prueba por si acaso.
De todas formas, cada cierto tiempo
surgen nuevas propuestas que hablan de exhumar lo que quede de su cuerpo para
investigar las causas de su muerte. También para comprobar si es cierta o no la
leyenda de que con su cuerpo se enterraron sus manuscritos, incluso los de las
obras sin terminar que escribió en sus últimos años. Demasiada tentación. Tarde
o temprano descubriremos si la maldición sigue viva o no, es sólo cuestión de
tiempo.
William Shakespeare está enterrado en
la Holy Trinity Church, en la misma iglesia en donde fue bautizado 52 años
antes, de Stratford-upon-Avon, su pueblo de nacimiento. Si bien hace unos años
la lápida recibió algunos retoques en su superficie, el interior de la tumba
aún hoy permanece intacta a pesar de las obras de acondicionamiento y mejora ha
sufrido la iglesia en sí durante todos estos 400 años. La famosa lápida está
situada en el presbiterio y forma parte de la ruta de quienes visitan la ciudad
para conocer por donde creció, anduvo y consumió sus últimos días uno de los
autores literarios más famosos de todos los tiempos.
Actualización 30/03/2016: Según un
equipo de arqueólogos es probable que el cráneo de William Shakespeare fuera
robada hace ya mucho tiempo de su tumba. Este dato ha surgido como resultado
del escaneo con radar de la tumba del genio inglés, escaneo llevado a cabo para
un documental sobre su vida.