viernes, 1 de abril de 2016

ACEPTAR LOS CAMBIOS. SIEMPRE HAY ALGO MARAVILLOSO QUE APRENDER.


El ser humano está en constante cambio. Lejos de preocuparnos y aferrarnos al pasado, debemos estar dispuestos a afrontar lo que venga, que puede incluso ser mejor para nosotros.
Los cambios forman parte de la naturaleza. La vida son ciclos, fases y etapas, ahí donde el ser humano debe ser parte también de ese movimiento vital. Cambiar es sinónimo de crecer: algo a lo que no deberíamos tenerle miedo.
Ahora bien, pero… ¿Cómo hacerlo? ¿Cómo asumir, por ejemplo, la pérdida de la juventud? ¿O cómo aceptar la pérdida de mi trabajo?
Una variación en nuestra existencia puede traer la incertidumbre y  un periodo de crisis pero, si enfocamos nuestra realidad de un modo adecuado, podemos “reinventarnos”, o descubrir incluso aspectos insospechados que nos traen nuevas ilusiones.
Te invitamos a reflexionar sobre ello.
Cambios que duelen, cambios que nos enriquecen
Podríamos empezar hablando de lo que llamamos “crisis vitales normativas”. Son momentos personales que todos hemos experimentado casi de forma obligatoria: un cambio de colegio, la adolescencia, la primera decepción emocional, la  pérdida de un ser querido…
Algo que debemos tener claro es que no todas las personas afrontamos los cambios de la misma manera. De ahí que no nos sirvan los mismos consejos ni las mismas estrategias.
Además de las crisis vitales normativas, podemos experimentar también los cambios físicos y los personales. En todos hay instantes de dificultad. No tenemos más que pensar en estas situaciones:

Pasar una época complicada a causa del estrés o a alguna enfermedad puntual, y ver cómo subimos o bajamos de peso casi sin darnos cuenta.
Afrontar la menopausia y esos cambios físicos y orgánicos que ocasiona también trae un alto sufrimiento para muchas mujeres.

Los embarazos, el ver cómo crecen nuestros hijos y cómo son cada vez más independientes supone también asumir nuevos roles, nuevas formas de afrontar la vida.


Hay cambios que duelen, no hay duda, pero hemos de tener en cuenta que, a su vez, cualquier instante de crisis personal supone una oportunidad para cambiar y mejorar como personas, y ser así más hábiles, más sabios y encontrar un mayor equilibrio personal.
Por qué hay personas que afrontan mejor los cambios que otras
Seguro que en tu contexto social más próximo conoces a alguien que, por ejemplo, ha superado su separación de un modo muy positivo, con normalidad.
Los hay que, ante enfermedades muy duras, siempre nos dan lecciones gracias a su optimismo, a una fuerza vital que no sabemos de dónde les brota.
Hay personalidades a las que los imprevistos más complejos y duros les hacen salir fortalecidos de un modo maravilloso. ¿Cómo lo hacen?




Aceptación y lucha
Nunca te resistas al cambio. Es una forma inútil de sufrimiento que debemos evitar. La aceptación es el primer paso de la lucha posterior por “reconstruirnos”, por seguir avanzando en nuestro sendero vital.
Si alguien no te quiere, acéptalo. No te aferres a algo que no puede ser.
Si te han echado del trabajo, acéptalo y sigue luchando. Tal vez era una oportunidad para encontrar otro camino mejor.
Si ves que tu aspecto físico está cambiando a causa de la madurez, acepta el paso del tiempo, pero lucha cada día por cuidarte y verte bien, como tú deseas.
El cambio es un momento para la oportunidad
Es posible que hayas tenido que dejar atrás algo que te definía, algo que hasta no hace mucho te hacía feliz. Lejos de temer a la soledad o a la incertidumbre que provoca el cambio, afróntalo como una oportunidad.
Sabemos que no es fácil llevarlo a cabo, pero si tienes claro que el propósito de esta vida es ser feliz, entenderás que es necesario buscar nuevas puertas, nuevas oportunidades.
La confianza personal, una buena autoestima y nuestra propia determinación por sonreír de nuevo nos harán recordar que “aún nos quedan muchos trenes a los que subir”.
Lee también “amas de casa, el rostro de las mujeres invisibles“

La vida nos obliga a pasar páginas, pero también a cambiar de libro
Pongamos un ejemplo: llevas mucho tiempo ayudando a tu familia, dándolo todo por ellos. Sin embargo, por mucho que hagas, nunca llegan a reconocerlo; dan por sentado que “esa es tu función”.
Lo has intentado todo para que te valoren, para que te tengan en cuenta, pero lo único que obtienes es tu propia frustración.
¿Es momento quizá de pasar página? Tal vez lo que debas hacer sea algo más radical: cambiar de libro, cambiar de vida.

En ocasiones los pequeños cambios, lejos de traernos felicidad, nos dejan en la misma tristeza. Por ello, será necesario iniciar grandes cambios.
Ahora bien, queda claro también que esos “grandes cambios” conllevan mucha valentía, decisión personal y la suficiente autoestima como para salir por fin de nuestra zona de confort.
Nuestro ciclo vital está lleno de variaciones, y ello, lejos de darnos temor, nos debe motivar, nos debe obligar a formar parte de ese movimiento armónico que es crecer, madurar, amar, crear vínculos. Construir, al fin y al cabo, nuestra propia felicidad.