Una bellota guarda en sí la promesa de un vibrante roble, mas no tiene el potencial para un árbol de manzana. Del mismo modo, el tipo de semilla que planto en mi vida determinará mis experiencias. Evalúo: ¿Qué tipo de semillas de fe estoy sembrando? ¿Mantengo mi enfoque en lo que quiero ver crecer en mi vida o en los retos?
Hoy siembro semillas de fe en la bondad divina. Sé que dichas semillas darán fruto de la manera correcta y en el momento preciso. Nutro mi fe con oraciones de gratitud, con la seguridad de que disfrutaré de un jardín glorioso de armonía, vida y prosperidad.
Mantengo mi confianza en el amor de Dios y en la provisión de bien siempre presente y disponible de Su reino.
Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve. —