Santurce, 1916 - Ocala, Florida, 1992)
Cantante y compositor puertorriqueño. Conocido por los sobrenombres de El
Inquieto Anacobero y El Jefe, Daniel Santos está considerado el intérprete
puertorriqueño de canciones latinoamericanas (en géneros como la guaracha, la
pachanga o el bolero) más importante del siglo XX. Su voz triunfó en toda
Latinoamérica junto a grupos musicales legendarios como el Cuarteto de Pedro
Flores y la Sonora Matancera.
Hijo de un modesto carpintero y una
costurera, tuvo que trabajar desde muy joven como limpiabotas para contribuir
al sustento familiar; como otros tantos puertorriqueños, emigró junto a sus
padres y hermanos a Nueva York a finales de la década de 1920. Con tan sólo
catorce años decidió independizarse y comenzó a ganarse la vida como integrante
de diversas formaciones musicales, dedicadas a amenizar fiestas y
celebraciones.
Durante los años treinta formó parte
del Trío Lírico y el Conjunto Yumurí, y actuó en locales de moda como el Borinquén
Social Club, Los Chilenos y el Cuban Casino; en este último conoció a Pedro
Flores, un hecho crucial en su carrera, ya que el compositor quedó maravillado
por su voz y lo reclutó para su célebre cuarteto.
En los primeros años cuarenta alcanzó
la fama interpretando algunos de los mejores temas del maestro Flores, como
Irresistible, El último adiós, Prisionero del mar, Guaracha amorosa, y sobre
todo Despedida, canción archipopular durante esta época que le abrió las puertas
del mercado norteamericano. En 1941 fue elegido por Xavier Cugat para sustituir
al cantante Miguelito Valdés al frente de su orquesta, pero nada más unirse al
grupo debió abandonarlo al ser llamado a filas por el ejército estadounidense.
En 1946, cuando se encontraba en Cuba,
fue presentado por el también puertorriqueño Bobby Capó al dueño de la emisora
de radio RHC Cadena Azul, Amado Trinidad, que le contrató para un programa
titulado Bodas de Plata Portagás; a partir de entonces su fama no hizo más que
aumentar en la isla caribeña, donde ya era conocido como el Anacobero, en
referencia al tema con el que solía hacer su presentación.
Tras trabajar una temporada para la
Cadena Radial Suaritos, fue contratado por Radio Progreso como vocalista del
conjunto la Sonora Matancera; este feliz encuentro lanzó inesperadamente su
carrera artística hacia el estrellato, de forma que se convirtieron en el grupo
musical latino más famoso y escuchado de toda Hispanoamérica, con especial
éxito en la República Dominicana, México, Colombia y Venezuela.
Entre los temas más emblemáticos
cantados por la inconfundible voz de Santos y la Sonora Matancera se encuentran
Dos Gardenias, de Isolina Carrillo; Obsesión, de Pedro Flores; Bello Mar y El
columpio de la vida, compuesta por él mismo, y Noche de Ronda, de Agustín Lara.
En los años cincuenta pasaron a actuar para la cadena CMQ, la más importante de
Cuba.
En 1957 compuso en honor a Fidel
Castro, a quien admiraba, la canción Sierra Maestra, que posteriormente se
convirtió en himno de la revolución castrista; paradójicamente, terminó por
abandonar Cuba poco tiempo después de la implantación del régimen comunista, y
ya no regresó nunca a la isla que le vio triunfar.
De talante rebelde e independiente,
Daniel Santos profesó la ideología nacionalista de Pedro Albizu Campos,
contraria al dominio norteamericano sobre su país, lo que plasmó en varias
canciones de protesta (Amnistía, Los Patriotas, etc.). Llevó una vida nada
ejemplar, y su conocida afición por el alcohol y las mujeres le costó varios
encarcelamientos; tuvo doce hijos y llegó a contraer matrimonio en más de diez
ocasiones.
Su figura, grandiosa a la vez que
controvertida, fue tema principal de las obras de varios escritores
compatriotas suyos: La importancia de llamarse Daniel Santos, de Luis Rafael
Sánchez; El Inquieto Anacabero, de Salvador Garmendia; Vengo a decirle adiós a
los muchachos, de José Antonio Ramos; y fue mencionado por Gabriel García
Márquez en Relato de un náufrago.