martes, 23 de noviembre de 2010

AYUDANDO A LLORAR


La niña llegó a la casa atrasada para la cena. Su madre intentaba calmar al padre nervioso mientras le pedía explicaciones sobre lo que había pasado.


La niña respondió que había parado para ayudar a Janie, su amiga, porque se había caído de la bicicleta y ésta se había roto .

- ¿Y desde cuándo sabes arreglar bicicletas? -Preguntó la mamá.

- ¡Yo no sé arreglar bicicletas! -Dijo la niña- Yo solo paré para ayudarla a llorar.

De autor desconocido

Mira, en la vida no son tantas ni tan repetidas las situaciones por las cuales hemos de poner el hombro para que alguien pueda llorar. Quizás no podremos arreglarle aquellas cosas que se han roto en su vida, pero por lo menos podemos extender los brazos para contener un poco la tristeza que desborda el corazón de una persona que sufre. No siempre debemos ser amigos para compartir las alegrías, también hemos de aprender a compartir una pena, aunque esa pena no sea nuestra, de ese modo haremos más llano el camino para la recuperación de alguien que en ese momento nos necesita. Por algo Dios nos ha puesto en el camino en el momento adecuado para la situación dada.

Y aunque ahora, quizás no lo necesites, quiero que sepas que yo te mando un abrazo grande. Gracias por recibirme ante tus ojos.

Miguel Angel Arcel