Cuenta la aterradora la leyenda de la
ahorcada María, como todas las monjas del convento Concepción eran espantadas
por un fantasma. Resulta ser que durante las noches, alguna monja siempre salía
al jardín para estar cerca del arroyo o tomar agua de ahí mismo. Lo cierto es
que a través del agua podía verse en ese entonces la horrenda figura de una
monja que estaba colgando de un árbol de durazno que se encontraba detrás de
ellas. Salían corriendo despavoridamente las monjas y avisaban a la madre
superiora, pero para entonces ya no se veía la visión.
Con el tiempo se empezó a conocer la
verdad tras el cadáver que colgaba de forma horrenda para asustar a todas las
monjas del convento. Se trataba de doña María de Ávila, una mujer que tenía
sellado su destino junto a un hombre del cual se enamoró. Sin embargo, las
intenciones del muchacho no eran buenas y esto generó gran discordia con los
hermanos de la joven. Ellos sabían que los recursos económicos del hombre eran
escasos y que estaba engañando a su hermana para ganar poder y dinero. Le
ofrecieron una buena suma para que la abandone para siempre.
La ahorcada María se sumió en una
enorme depresión, más todavía al enterarse de que sus hermanos lo habían
ahuyentado de su lado. Pidió disculpas a Dios por sus pecados y se colgó del
árbol de duraznos que estaba en el convento donde vivió sus últimos años. Desde
el mes siguiente sucedió su aparición a las demás monjas que a altas horas
paseaban por el jardín. La primera medida fue que dejaran de hacerlo.
Como consecuencia lo ocurrido con
María, los hermanos fueron culpables y asesinados, se quemó la casa donde vivía
la familia y no quedó ningún rastro de la historia. Debido a que el fantasma
siguió apareciendo, también se quitó el árbol y se tapó el arroyo, pero esto no
fue suficiente porque ella siguió apareciendo colgada del aire como si todavía
el duraznero estuviera en su lugar.