Al reír generamos endorfinas, con
efectos positivos en nuestro organismo. Nuestro sistema inmunológico puede
resentirse ante un estado de ánimo bajo, e incluso puede reaccionar ante
estados pesimistas de otras personas.
Los pensamientos positivos son unas
vitaminas indispensables que deberíamos desayunar cada mañana. Todos hemos experimentado
alguna vez la sensación de esas mañanas aciagas en que un extraño malestar nos
embarga sin saber muy bien por qué, mañanas en las que, sentados aún en la cama
nos viene a la mente una frase muy recurrida que jamás deberíamos pronunciar en
voz alta: “No puedo, hoy no voy a poder con mi jornada”.
Bien es cierto que no es posible
sentirse en plena forma día tras día, a veces estamos enfermos, desanimados o
incluso amordazados por esos imprevistos que de vez en cuando nos trae la vida
a modo de oscuros presentes, pero hay algo que debemos tener claro: el modo en
que pensamos y hablamos puede afectar directamente a la visión que tengamos de
la vida, por lo tanto determinará nuestro estado emocional, y, en consecuencia,
también nuestra salud física.
Pensamientos negativos: grilletes para
la salud
Existen datos corroborados que nos
dicen que un estilo de vida donde primen los pensamientos positivos derivará en
una existencia más sana en la cual el riesgo de padecer depresiones será menor,
donde se reducirá el riesgo de determinadas enfermedades y donde la longevidad,
se incrementará en un 20% sobre aquellas personas negativas…
¿Puede entonces la negatividad mermar
la salud de tal forma?
Parece ser que sí, los pensamientos
negativos actúan a modo de círculo vicioso en el que podemos quedar fácilmente
atrapados, la baja motivación tapia nuestras perspectivas y nuestros proyectos,
nos sume en una incertidumbre sin salida a modo de tela de araña,
inmovilizándonos con los grilletes de la negatividad. Pronunciar un “No puedo”
o “Todo me sale mal” es la certeza absoluta que nos convence de que,
efectivamente, nada va a salir bien.
¿Vale la pena entonces dejarnos llevar
por esos pensamientos negativos que de vez en cuando llaman a la puerta de
nuestra mente? Desde luego que no.
Está comprobado por ejemplo que las
personas pesimistas tienen periodos de convalecencia más largos e incluso son
capaces de producir infelicidad a aquellos a quien tiene a su lado, bajan las
defensas y nuestro sistema inmunológico se resiente ante este estado de ánimo…
Está claro que vivir de este modo es como estar sumido en una cárcel de rejas
invisibles, así que, empecemos a cambiar nuestro pensamiento para mejorar nuestra
salud.
Levando anclas: avanzando con
pensamientos positivos
A veces se nos acercan esa clase de
personas acostumbradas a hablar con una sonrisa en el rostro, personas para
quienes no parece existir dificultad alguna, y si las tienen, si hay algún
obstáculo en sus vidas, lo ven más bien a modo de retos personales… Son
personas en cuya expresión parece rebosar no solo una sincera felicidad, sino
también la salud, nos parecen inspiradoras, energéticas…Y es que, según la
clínica Mayo un pensamiento positivo afecta a la salud de los siguientes modos:
Aumenta la longevidad.
Disminuye el riesgo de depresión.
Disminuye los niveles de estrés.
Fortalece el sistema inmune.
Mejora la salud cardiovascular.
¿Cómo podemos entonces desarrollar
nuestro pensamiento positivo, de qué modo es posible mantener e incluso mejorar
nuestra salud? Aquí van unos sencillos consejos con los que poder ir siendo
conscientes e intentar propiciar en nuestro día a día:
Detectar nuestros pensamientos
negativos. Hay que estar alerta, en el instante en que sintamos que estamos
empezando a pensar en términos negativos hay que preguntarnos por qué, cuál es
la razón que nos lleva a tal afirmación. Seguidamente intentaremos razonar una
salida positiva ante tal idea. Cuanto más consciente seamos de esto más natural
será normalizar los pensamientos positivos.
Sentido del humor. Aprender a reírse
de uno mismo y relativizar determinadas situaciones nos ayudará a ser más
positivos, a flexibilizar nuestro pensamiento.
La risa. Pruébelo alguna vez, la risa
tiene un efecto inmediato en nuestro estado de ánimo.
Pensar en frases positivas. No está
demás intentar tener un conjunto de autoafirmacionesque nos ayuden en nuestro
quehacer diario a sentirnos mejor, palabras tales como “Voy a poder con esto” o
“Yo soy capaz” van a permitir que poco a poco nos sintamos más seguros de
nosotros mismos.
Rodearse de personas positivas. Todos
conocemos a un amigo o un familiar que siempre está quejándose de algo o
alguien. No son buenos para nuestros sentidos ni para nuestra salud, nos
envuelven en esas conversaciones salpicadas de un estado de ánimo negativo…
Siempre vale la pena escaparnos unas horas al día con esas otras personas que
nos hacen sentir mejor, que saben sonreír y no ven dificultades en su vida,
personas que nos ensañarán que pensar positivamente es el ancla que nos
aferrará a una buena salud física y mental.