jueves, 18 de mayo de 2017

EL AMOR JAMAS ES SINÓNIMO DE SACRIFICIO


¿Cuándo se empezó a considerar el amor un sacrificio? Una lucha constante de sudor y lágrimas en la que una relación sigue adelante a base de esfuerzo.
Esta creencia es la que ha provocado que muchas personas aguanten cosas en sus relaciones que, vistas desde fuera, parecen inconcebibles.
Discusiones diarias que agotan y minan, manifestaciones de posesión donde las personas pasan a ser objetos en vez de seres humanos.
Todo esto nos ha llevado al tan conocido “sufrir por amor” y es que, actualmente, aún hay personas que consideran que el amor es sinónimo de esfuerzo, de sacrificio y de dolor.
Cuando el amor implica sacrificio


Cuando consideramos el amor un sacrificio caemos en las terribles garras de la dependencia, pues hacemos todo lo posible por mantener unos muros que amenazan con caerse a cada rato.
Nuestra pareja empieza a serlo todo para nosotros, a significarlo todo. No obstante, si tenemos que esforzarnos por mantener un amor, quizás, es mejor soltar.
Y es que, entre estos sacrificios, a veces permitimos que en la relación exista el maltrato, que existan las faltas de respeto, incluso infidelidades o indiferencia por parte de la otra persona.
Nos humillamos, permitimos que nuestra autoestima se vea pisoteada y todo porque hemos aprendido a depender del amor, a sufrir por él.
Porque ponemos amor y lucha al mismo nivel, y esto implica sufrir. Pero el sufrimiento nunca nos hace felices. Así que estamos en un círculo vicioso del que no vemos una posible salida.
Sacrificarnos por una relación, dar el 100% cuando quizás la otra persona no está dando ni un 15% será como cavar nuestra propia tumba.
Al final no quedará nada de nosotros. Lo habremos dado todo, hasta lo que no teníamos, por una falsa creencia sobre lo que significa el amor el una relación.
Si duele no es amor


Silvia Congost es una psicóloga que ayuda en casos de dependencia emocional y tiene un libro que titulado Si duele no es amor.
En él expone diversos casos donde el sufrimiento, la desesperación y darlo todo por el otro acaban anulando a las personas y provocando que su vida se convierta en todo un calvario.
Cuando el amor empieza a ser un verdadero sacrificio, es importante que nos replanteemos la relación en la que estamos.
Tal vez estemos sufriendo porque la otra persona no nos está tratando bien o, quizás, porque nosotros mismos no nos estamos tratando de la forma adecuada.
Sea como sea, si la situación no nos está haciendo felices es importante darle un giro o salir de ella.


El amor es respeto, es hacer que la otra persona sea cada día mejor, es pasión, es felicidad, es alegría… El amor es generoso, implica libertad, confianza y nos permite crecer.
Si el amor no tiene ninguna de estas cualidades y sí se identifica con el sufrimiento, el dolor, la amargura y la lucha constante, entonces no estamos hablando de amor, sino de otra cosa.
Abramos los ojos


Abramos los ojos para poder empezar a disfrutar de todo lo bueno que tiene el amor y que nada tiene que ver con sufrimiento, con dolor, con esforzarse.
Si hay amor, este no supondrá ningún esfuerzo. Las cosas se darán por sí solas, sin necesidad de acaparar, de desvivirnos por alguien sin tener en cuenta las consecuencias.
Como bien mencionábamos anteriormente, a veces damos el 100% ¿y si la otra persona da el 15%? Terminaremos dañados, porque llegará un momento en el que nos agotaremos, la relación irá a trompicones y surgirá la culpabilidad.
No confundamos amor con sufrimiento para así sumergirnos en relaciones tóxicas que nos dejarán por los suelos.
No pasemos la mayor parte de nuestra vida yendo de fracaso en fracaso amoroso por tener una idea equívoca de lo que significa amar a alguien.
Es el momento de dejar que todo fluya y de que, si nos sentimos mal con alguien, veamos qué hay que cambiar o, tal vez, sea el momento de poner un punto final.
El amor está para disfrutarlo, saborear su dulzura y permitirnos sacar nuestra mejor versión.