El hecho de no que no seas consciente
de tus actos ahora, no implica que estos no te devuelvan sus efectos después.
Y es que, la piedra que hoy lances
puede que sea la misma con la que te tropieces mañana.
No importa si la piedra es pequeña o
grande. Hasta aquella que consideras más insignificante tendrá una consecuencia
en tu vida.
Por eso, aunque te cueste horrores, es
necesario actuar con consciencia y evitar dejarte llevar por aquellas acciones
que perjudican a otros, pero que te favorecen a ti.
Cosecharás lo que siembras
Algunos lo denominan “karma”; otros,
“suerte”. Incluso, puede que “castigo”. No obstante, no es que la vida sea
cruel con nosotros o que nos quiera ver ajados.
Es que lo que hoy hagamos repercutirá
en nuestro futuro.
Si todo te sale mal, tal vez debas
echar una mirada honesta hacia tu pasado para descubrir aquello que has hecho y
que habías olvidado.
Porque si algo se nos da especialmente
bien, es extraviar los pensamientos que nos culpabilizan de una situación de la
que somos responsables.
No te mientas. La piedra que hoy
lances tendrá efectos secundarios. No puedes pretender recibir una buena
cosecha si has sembrado semillas que contenían veneno.
Está bien vivir el presente. Pensar en
el aquí y el ahora. Sin embargo, el futuro llega y ahí es donde se manifestará
el resultado de lo que has hecho previamente.
La piedra que hoy lances mañana se te
devolverá
No eres una víctima de las
circunstancias, es solo que tus actos han tenido sus propias consecuencias.
El problema es que estas no han sido
inmediatas. Han tardado años en manifestarse y ya no te acuerdas de aquello que
hiciste en el pasado y que ahora te repercute.
¿Quieres saber cómo evitar que esto
suceda? Es fácil, no requiere de mucho esfuerzo. Tan solo necesitas la voluntad
de hacer el bien:
Deja de ser egoísta: A veces actúas
por interés, otras por ambición y en toda esta vorágine, los que están a tu
alrededor son los que salen mal parados.
Está bien que quieras lograr lo que
deseas, pero ¿a qué precio? No estás solo en este mundo. Los demás también
existen y debes pensar en ellos.
No te conviertas en un juez: Criticas
y juzgas a otros sin saber bien las razones por las que actúan de determinada
manera.
Sin embargo, cuando lo hacen contigo
te enfadas y en tu mente te dices “¿por qué no se meterán en su propia vida?” o
“si supieran por todo lo que he pasado…”. Eres un juez bastante contradictorio.
Cultiva tu empatía: Ponerse en el
lugar de los demás te enriquece, pero esto requiere de un gran esfuerzo. Porque
la empatía es algo que se desarrolla, pero que también disminuye si no le
prestas la atención que requiere.
No intentes ganar a toda costa: El
control y el poder nos hacen tomar a las personas como objetos para conseguir
nuestros objetivos.
Pisar a los demás por el camino te
garantizará llegar a la meta, pero cuando lo hagas sentirás que te falta algo.
Tu felicidad no será completa.
La vida es un bumerán
La vida es como un divertido bumerán.
Lo lanzas, pero regresa de nuevo. Así ocurre con nuestras acciones, por lo que
cuanto mejor actuemos más cosas buenas recibiremos.
No te conviertas en una víctima,
porque no lo eres. La responsabilidad de todo lo que te acontece es tuya. Si no
prestaste atención a lo que cosechabas tiempo atrás, ¿acaso esperas que todo
vaya bien ahora?
Es muy fácil echarle la culpa a la
vida, a la suerte… A todo menos a ti mismo. Abre los ojos.
No es negativo haber lanzado piedras.
Gracias a esto puedes aprender a ser más consciente de tu presente y a pensar
más en tus acciones.
Intenta ser lo más justo posible, deja
el egoísmo a un lado, ya que te hace perder en vez de ganar, y actúa siempre
desde la bondad.
No obstante, si por algún casual la
piedra que hoy lances la recibes mañana, ¡no te preocupes! Responsabilízate de
lo que ahora estás recibiendo y aprende a no volver a tirar ninguna más.
Cuando todo te vaya genial te darás
cuenta de que esto es fruto de haber actuado bien.