domingo, 20 de marzo de 2016

EL ARREPENTIMIENTO NO ES SOLO LLORAR: QUIEN SE ARREPIENTE CAMBIA


El arrepentimiento no tiene por qué ser un acto negativo, ya que nos ayuda a conocernos y a crecer como personas. No obstante, hay que saber medirlo para que no nos ahogue.
El arrepentimiento es un estado emocional que muchos utilizan a la ligera. Seguro que también tú conoces a alguien que se enorgullece al decir eso de “yo no arrepiento de nada de todo lo hecho y dicho en mi vida”.
No es lo adecuado. Si hay algo que nos aporta el arrepentimiento es la oportunidad de cambiar para aprender de un hecho concreto y poder actuar así con mayor integridad, respeto y madurez personal.
Vivir es, al fin y al cabo, asumir errores y descartar alternativas para avanzar de forma más sabia. Quien no se arrepiente de nada es porque no acepta muchos de sus propios fallos, vivencias, ofensas o relaciones con personas que hubieran sido mejor evitar.
La psicología del arrepentimiento
Algo muy común en nuestras relaciones personales es que nuestras parejas o amigos suelen lamentar muy a menudo “aquello” que nos hicieron, esa falta que tanto nos dolió.
Nos lo demuestran con mucho sentimiento y apuro y, sin embargo, no cambian. Al poco tiempo vuelven a cometer la misma ofensa, demostrándonos que el arrepentimiento no era sincero. ¿Por qué las personas solemos actuar de este modo?

Te invitamos a tener en cuenta estos aspectos.


La falta de responsabilidad o la negación de lo ocurrido
Esta característica es muy común entre los adolescentes. Nos comentan que están muy arrepentidos por haber hecho esto y lo otro y, sin embargo, no llegamos a percibir sinceridad en su expresión y por supuesto, aún menos en su posterior comportamiento, donde no hay cambio alguno.
Arrepentirse implica ser responsables del error cometido o del acto realizado y, además, sentir ese malestar de forma real, auténtica.
Hay personas que prefieren negar lo ocurrido, pensar que lo sucedido no ha tenido importancia. Esto es, sin duda, un claro ejemplo de inmadurez personal.
La negación a propiciar el cambio
“Sé que he hecho daño, sé que me he equivocado. Sin embargo, no quiero cambiar las cosas y prefiero actuar de la misma forma”. Esta actitud es también algo habitual en este tipo de personalidades algo egoístas o con esquemas muy férreos de comportamiento.
Si nos negamos a cambiar seremos incapaces de adaptarnos al flujo de la vida, a su transcurso y a las complejas vicisitudes que, en ocasiones, nos trae el destino.
Quien no se arrepiente de nada de todo lo hecho a lo largo de su vida puede que no sea consciente, por ejemplo, de que en algún momento ha hecho daño a alguien.
El no intuirlo es una forma también de negarse a reconocer que hay aspectos de nosotros mismos que deberíamos cambiar para vivir en equilibrio, sin hacer daño.

Porque no basta con lamentarlo, no basta con llorar. Quien se arrepiente de verdad cambia.


Arrepentirnos nos enseña a comportarnos mejor
En ocasiones, arrepentirnos de algo no es sinónimo de que hayamos hecho algo mal, sino de que podemos actuar mejor.
A lo largo de nuestra existencia no nos limitamos solo a cometer errores; a veces, comprendemos que es mejor optar por determinados caminos o evitar acercarnos a ciertas personas.
El arrepentimiento es parte del aprendizaje y muchas veces debe verse como algo natural, lejos de darle una atribución negativa.
Por ejemplo: Mi relación de pareja no ha sido feliz, lo he pasado mal, pero no por ello me arrepiento de haberlo vivido. Esta experiencia me enseña que, en ocasiones, es mejor estas solo que mal acompañado.
El arrepentimiento es un “despertador existencial” que nos invita a tomar consciencia de determinados actos, pensamientos y elecciones.

Otro aspecto que debemos tener en cuenta es que no es adecuado “obsesionarnos”  con un hecho concreto hasta el punto de que el arrepentimiento nos impida vivir.

El arrepentimiento se siente; posteriormente, hemos de desmenuzarlo para entender sus causas y sus consecuencias para, después, desplegar el cambio o una actuación determinada.
De nada nos va a servir focalizar en ese hecho un alto sufrimiento hasta el punto de “quedar encallados”.

Un aspecto habitual que nos trae también esta dimensión emocional es que muchos de nosotros nos arrepentimos de haber hecho ciertas cosas, sino de NO haberlas hecho o dicho.
Este es sin duda uno de los actos más fáciles de remediar.
Cuando tu arrepentimiento es existencial (lamento no haberle dicho lo que sentía, me arrepiento de no haber hecho ese viaje…), piensa que no vale la pena cultivar ese sufrimiento inútil porque que tiene fácil solución.
De hecho, solo requiere una dimensión: VALENTÍA.
La vida es saber caminar asumiendo no solo errores y aprendizajes, sino cumpliendo también nuestras propias necesidades emocionales.

Así pues, no lo dudes: haz esa llamada, compra ese regalo, compra ese billete, aprovecha esa oportunidad con la cual ser más feliz…