viernes, 18 de noviembre de 2016

SOLEDAD ACOMPAÑADA: CUANDO ESTAR CONTIGO O SIN TI NO MARCA LA DIFERENCIA.



Hay una frase que siempre he considerado de gran importancia, aunque nunca he profundizado demasiado en su significado: “es mejor estar solo que mal acompañado”.
Una clara referencia a la soledad acompañada, quizás la más terrible de todas.
Si no tener a nadie a nuestro lado nos provoca miedo, incluso pavor, imagina que estás en pareja y, aún así, te sientes solo.
Esta es una situación que es más común de lo que pensamos. El gran problema surge cuando no le ponemos solución.

La soledad acompañada y el vacío




La soledad acompañada origina un profundo vacío que se instala en nuestro interior. Una sensación que creemos imposible de eliminar, ya que ¡estamos con alguien!

Sin duda, no estás solo, al menos no físicamente. No obstante, una persona que esté en cuerpo, no significa que esté presente.

A veces, es necesario prestar atención a las señales que nos están alertando de que no estamos tan acompañados como creemos.

No te escucha, no presta atención a nada de lo que le dices. Quizás finge hacerlo, pero tú eres consciente de que no es así. Lo sorprendes realizándole preguntas que contesta de forma desacertada.
Lo has pillado in fraganti. No te hace caso.

Te hace sentir inferior, tal vez sin darse cuenta de ello (te repites para justificarlo).
En vez de animarte, de motivarte para que persigas tus sueños y saques adelante ese proyecto tan loco que te ha venido a la cabeza, te desalienta para que dejes esas tonterías de lado.

¿Siempre tienes tú la culpa? Una pareja está para que nos apoye, no para que nos hunda más en la miseria.

Quizás nos hemos equivocado, pero esto no significa que la persona que está a tu lado te eche la culpa, te deje solo ante el problema y se lave las manos.




¿Estamos ante un perfil de persona egoísta? Sin duda alguna. Sin embargo es un tipo de personalidad que predomina y de la que deberíamos alejarnos. Sobre todo, cuando empezamos a sentirnos solos.
No estamos al lado de alguien que nos valora, que nos aprecia, que se preocupa, que nos apoya incondicionalmente… Estamos con una persona que no nos brinda tiempo de calidad, lo que nos hace daño.
Las heridas emocionales de la soledad acompañada
No es que te sientas mal, triste, desolado o decepcionado… Es que la soledad acompañada puede tener consecuencias devastadoras para ti a largo plazo.
Piensa que es como estar con una persona tóxica. Te mina, te consume, hasta que ya no queda nada de ti.
De repente, empiezas a sufrir ataques de ansiedad y la depresión se hace presente. ¿Por qué? La respuesta está en la persona que mantienes a tu lado.
La gran dificultad reside en terminar con esta situación. De alguna manera, tu autoestima se va haciendo cada vez más pequeña hasta que terminas sintiéndote culpable de lo que está pasando.
Hasta te recriminas por tu propio sentimiento de soledad.
Empiezas a poner todos tus esfuerzos en lograr una conexión emocional con la otra persona, en conseguir que vuestra relación sea sólida, fuerte y sana.

Comienzas a tener miedo de que tu pareja se vaya, que te deje porque no has sabido solucionar las cosas.




Desarrollas dependencia emocional y, entonces, el desequilibrio se hace presente.

Has dejado de ser tú, has perdido tus fuerzas intentando un imposible. Si tu pareja te hace sentir solo, no te culpes. No eres tú, es ella.

Elige tu propia soledad
En estos momentos en los que eres consciente de todo lo que está pasando, pide ayuda. No importa si es a amigos, familia o a algún profesional. No vas a poder salir de esto sin verdaderas personas que te apoyen.

Una vez que hayas dejado a esa persona atrás, cultiva tu propia soledad. La que te infundía la otra persona te hacía sentir mal, por eso busca la tuya, elígela.

Esta será una soledad sana donde te descubrirás, te conocerás, te encontrarás seguro.


Aunque en un pasado te haya dado miedo hoy sabes que, al menos, es mejor esta soledad que no la que te hizo sentir esa persona que un día fue especial.



Muchos individuos entrarán en nuestra vida para desequilibrarnos. No obstante, no podemos olvidar que esto también es una prueba.

Estas experiencias nos enseñarán y nos permitirán ser mucho más fuertes. Esto no ha sido en vano. No volverá a ocurrir…