jueves, 23 de junio de 2011

PANDERETA DE EMERGENCIA

Un hospital debió pedir disculpas públicamente porque les daba a los pacientes ancianos una pandereta para que la usaran para pedir asistencia.

Una sala de atención del centro Cardiff Royal Infirmary contaba con una pandereta para que los pacientes pudieran llamar la atención de las enfermeras, ya que según dicen, estaba demasiado alejada para que se escucharan los pedidos en voz alta. Según los propios internos también había maracas (por si la pandereta estaba ocupada).

"Es ridículo. Esta gente es un grupo de jubilados no Los Monkees o Mick Jagger", se quejó un residente. "¿Dónde está la dignidad si uno le pide a un anciano enfermo que toque la pandereta cuando tienen un problema?"

Steve Allen, directivo del consejo de salud de la comunidad de Glamoran, explicó que "es totalmente inapropiado". Y Ruth Walker directora de enfermeras se disculpó y garantizó que instalarán de inmediato un timbre para emergencias.

¡Shhh! Silencio, Hospital.

DE UNO EN UNO

En una puesta de sol, un amigo nuestro iba caminando por una desierta playa mexicana. Mientras andaba empezó a ver que, en la distancia, otro hombre se acercaba. A medida que avanzaba, advirtió que era un nativo y que iba inclinándose para recoger algo que luego arrojaba al agua. Una y otra vez arrojaba con fuerza esas cosas al océano.

Al aproximarse más, nuestro amigo observó que el hombre estaba recogiendo estrellas de mar que la marea había dejado en la playa y que, una por una, volvía a arrojar al agua.

Intrigado, el paseante se aproximó al hombre para saludarlo:

—Buenas tardes, amigo. Venía preguntándome qué es lo que hace.

—Estoy devolviendo estrellas de mar al océano. Ahora la marea está baja y ha dejado sobre la playa todas estas estrellas de mar. Si yo no las devuelvo al mar se morirán por falta de oxígeno.

—Ya entiendo —replicó mi amigo—, pero sobre esta playa debe de haber miles de estrellas de mar. Son demasiadas, simplemente. Y lo más probable es que esto esté sucediendo en centenares de playas a lo largo de esta costa. ¿No se da cuenta de que es imposible que lo que usted puede hacer sea de verdad importante?

El nativo sonrió, se inclinó a recoger otra estrella de mar y, mientras volvía a arrojarla al mar, contestó:

—¡Para ésta si que es importante!

Jack Canfield y Mark V. Hansen