Tan importante es saber ofrecer una
crítica constructiva como aceptarla. Hay que aprender a ponerse en el lugar del
otro y procurar que nuestra opinión le sirva para mejorar.
Las llamadas “críticas constructivas”
son totalmente diferentes a vivir quejándose todo el día.
¿En qué cambian? ¡En la actitud! Las
primeras se dicen para ayudar y lo segundo para molestar y hacer daño.
Además, está comprobado que las quejas
constructivas son buenas para tu salud. ¿Te gustaría saber por qué? ¡Entonces
no te pierdas este artículo!
¿Qué son las quejas constructivas?
Podríamos definirlas como una opinión
dada a alguien (o a nosotros mismos) con el objetivo de ayudar. Es una actitud
madura, respetuosa y responsable hacia quien se dirige.
El valor de las quejas constructivas
se basa en el propósito: lograr un cambio favorable en el otro, colaborar para
que sea una mejor persona, etc.
Sin embargo, en muchos casos dar
nuestro punto de vista desde una postura totalmente altruista está mal
considerado. Se cree que es para entrometernos en lo que le ocurre a terceros o
que es una manera de descalificar lo que hacen.
¡Nada más alejado de la realidad! La
crítica constructiva desarrolla valores respetables en nosotros mismos.
Algunos de ellos son la lealtad, la
honestidad y el respeto. No obstante, como se suele malinterpretar, sería bueno
avisar de cuál es nuestra intensión antes de hacer la “queja” correspondiente.
Así evitaremos malos entendidos y una
mejor predisposición de quien recibe nuestro comentario.
¿Cuál es la diferencia con las
críticas destructivas? Son varios los puntos en los que difieren ambas
actitudes. En el caso de la queja negativa es la que no aporta nada bueno sino
que tiene el objetivo de molestar, perjudicar, etc.
Es cierto que no siempre se dicen a
propósito, pero son realmente insoportables. Y lo peor de todo es que las
quejas destructivas suelen ser más repetitivas que las constructivas.
Las primeras suelen expresarse en una
discusión o durante un problema. Las segundas en cualquier situación cotidiana
y para evitar inconvenientes a futuro. La crítica destructiva ataca… la queja
constructiva, ayuda.
Cómo ofrecer una crítica constructiva
Muchas veces queremos ayudar a alguien
y las cosas no terminan saliendo como esperábamos. Puede haber un mal entendido
o una retroalimentación que no deseábamos. El proceso de quejarse
constructivamente está basado en tres fases:
Empezar por un punto positivo.
Expresar la queja de manera simple y
sin herir susceptibilidades.
Terminar con una opinión optimista
para incentivar cambios.
Cuando se recibe una crítica
constructiva debemos sentirnos halagados y no enojarnos. Tener a alguien con
este tipo de actitudes hacia nosotros debería ser inspirador y motivante.
Según una publicación de Psychology
Today existe un método llamado “sándwich” para dar este tipo de quejas que
ayudan. A veces puede ser difícil llevarlo a cabo de principio a fin… ¡pero
vale la pena el esfuerzo! Los pasos son:
Discutir el tema objetivo
Sería bueno que no utilizases palabras
o frases del tipo “no lo hiciste”, “te falta”, “deberías”, etc. La idea no es
atacar a la persona sino mejorar la tarea en específico. Entonces mejor si
pasas de una crítica personal a una opinión global.
Por ejemplo, en vez de decir “no
explicas bien a los clientes” diremos “los clientes no están obteniendo lo que
precisan”.
Hablar de las cosas buenas
Es más fácil entablar una conversación
con alguien si primero lo halagas. Esa es una de las máximas en el marketing o
en la política. Es realmente un desafío decir primero lo positivo antes que lo
negativo.
Felicita por las fortalezas y
habilidades en primer término y motiva al otro a que sigan de esa manera.
Luego, cuando llegue el turno de dar las “malas noticias”, el interlocutor no
se sentirá tan mal o tan presionado.
Mostrar pruebas
No se trata simplemente de decir lo
que se hace mal o de qué manera podría mejorarse. También es interesante añadir
algún indicio, un estudio, etc.
A veces no contamos con una
investigación sobre un tema en particular pero podemos citar consecuencias
directas de tal tarea: “He notado que cada vez que los clientes entienden los
beneficios del producto lo compran” siguiendo con el ejemplo inicial.
Ponerse en el mismo nivel
¿Qué sentirías o pensarías si la otra
persona te dice lo mismo que tú le acabas de decir? Si es algo malo, entonces
busca una mejor manera de entablar la conversación.
Nunca hay que hablar desde una
posición de superioridad o de mayor inteligencia. Siempre de igual a igual,
para demostrar que se quiere ayudar. Puedes usar una situación similar que te
haya ocurrido y mostrar cómo lo resolviste.
“Cuando los clientes no compraban los
productos les hablaba más sobre ellos”.
Reafirmar la confianza
Decirle al otro que tienes fe en que
mejorará y cambiará es muy positivo y es una de las mejores formas de que una
crítica o queja constructiva surta el efecto deseado. Expresa que te fías de
las capacidades y habilidades del otro, asegúrale que las cosas van a mejorar.
¿Y si me hacen una crítica
constructiva?
Por supuesto que los demás pueden (y
deberían) hacerlo. Son muchas las ventajas de aceptar las quejas positivas.
Algunas de ellas:
Valorarse más
Saber aceptar que nos equivocamos es
el primer paso para mejorar y cambiar. Pero, además, demuestra cuán
responsables somos con nosotros mismos y de qué manera podemos afianzar
nuestras cualidades.
Si nos dicen que hacemos algo mal es
porque el otro quiere que seamos mejores personas.
Controlar el orgullo
No es fácil aceptar el error. Por lo
tanto, si tenemos la capacidad para acatar tanto las críticas de los demás como
las propias es porque nuestras ganas de mejorar son mayores que el orgullo.
Evitar conflictos
Aprender a manejar las quejas
constructivas de los demás sirve para solucionar problemas internos y también
externos y sociales. Colocarse en el lugar del otro es realmente muy
productivo.